Rosana G. Alonso
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Recientemente ha sido el gran triunfador del Festival de Cine DocumentaMadrid 2021 y con él conversamos sobre una trayectoria enfocada en la comunidad afro en España

Rubén H. Bermúdez | Entrevista | StyleFeelFree
Retrato de Rubén H. Bermúdez de © Carol Caicedo | StyleFeelFree

Rubén H. Bermúdez (Móstoles. Madrid, 1981) lleva unos años articulando la memoria, revisionando la parte de la historia que se ha omitido en los libros de texto, aquella que le representa. La que responde a la pregunta recurrente que le ha asaltado toda su vida. Y tú, ¿por qué eres negro?  Su color de piel y su pelo afro lo colocaron en otro lugar. En su propio entorno blanco, de padres blancos. Ahora, a sus cuarenta años, esa pregunta parece ir poco a poco quedando aplazada cuando el yo queda suplantado por el nosotros. Una colectividad que en su película A todos nos gusta el plátano revienta como una piñata que reformula un imaginario colectivo de la negritud en España. Con esta cinta, recientemente, se ha proclamado como el gran ganador de la Competición Nacional de DocumentaMadrid 2021, alzándose con tres premios. El Premio del Jurado a Mejor Película, el Premio del Jurado Joven CineZeta y el Premio del Público.

A pesar de su reciente éxito, no parece estar relajado. Acaba de ser padre de una bebe que está a su cuidado y los signos de cansancio acumulado son visibles también en su estado anímico. Con todo, hace un esfuerzo, y en mi encuentro con él, recapitula. Se remonta a sus inicios como estudiante de informática, pasando por los cursos de diseño gráfico en el IED y de fotografía en EFTI, hasta llegar a las becas que le permitieron hacer una trayectoria artística guiada por la pregunta que se convertiría en el leitmotiv de su obra. Sus dos trabajos, el fotolibro Y tú, ¿por qué eres negro? (2017) y la película A todos nos gusta el plátano (2021) se entrelazan así conformando un todo que establece tácticas abiertas de autorrepresentación, nuevos modelos en los que los afrodescendientes pueden mirarse. Ante una realidad subyugada por un contexto social y cultural que les situaba en un lugar poco visible, Rubén traza instantáneas abstractas que dibujan una esfera común donde reencontrarse y abrazarse. Celebrando una visión comunal que desemboca en conciencia y acción política. Desde el reconocimiento de que lo íntimo, lo privado, es un gesto político.

Rubén H. Bermúdez | Entrevista | StyleFeelFree
Imagen del fotolibro ‘Y tú, ¿por qué eres negro?’ de © Rubén H. Bermúdez | Foto de © R.Xo para StyleFeelFree
 

Y tú, ¿por qué eres negro? Resolviendo ecuaciones personales que apuntan al racismo estructural

Porque lo personal es político, lo primero que Rubén H. Bermúdez enuncia en su trabajo, en el fotolibro que autoedita, lo hace a través del cuerpo. Puesto que, asociado a él, se evidencia el trauma derivado de un racismo estructural que permea hasta nuestros días. Pero Rubén evita hablar de ello. Tanto de su esfera privada, como del racismo. “Traumas tenemos todos y conflictos también, pero se van resolviendo”, manifiesta con cierta incomodidad ante una pregunta que lo emplaza al centro de una historia que no quiere protagonizar. De hecho, también recalca que no quiere que se le atribuya ser el primero en hablar de la negritud en el Estado español. “Se me insiste en que soy el primero y quiero rebatirlo porque hay un legado constante de todo lo negro en España”. Hace hincapié en ello explicando que “estamos en 2021. Ya no somos los primeros de nada. Hay una tradición”.

No obstante, su fotolibro no deja de ser el primer capítulo de una historia que no se había contado y que empieza a ser urgente desde el estallido del Black Lives Matter en 2013, en plena era Obama. Al menos, no se había enunciado desde la sencillez que formula, desde la pulcritud de un formato que acude al poder de la imagen, homenajeando al diseñador de los Black Panter, Emory Douglas, como él mismo señala. Por supuesto, el eco de todo esto nos trasfiere a los noventa, cuando el hip hop estalló, o incluso antes. “Si le pregunto al padre de El Chojin o al padre de Lucía Mbomio me contarán sus historias”, explica. Y quiere reconocer a otros autores que lo llevaron de la mano al lugar que ocupa. “Para mí fue muy importante haber leído el libro Cómo ser negro y no morir en Aravaca de Paco Zamora. O escuchar una canción de Frank T o El Chojin”, puntualiza.

Avanzada esta entrevista, volvemos inevitablemente a hablar del racismo y se muestra más abierto a compartir experiencias. Hay una pregunta ineludible que atraviesa su historia personal y que no puedo esquivar.

(Rosana G. Alonso) ¿Cómo ves España ahora en comparación con la de los noventa, cuando empiezas a entender ciertas cosas, a colocarte en el mundo abandonando poco a poco a aquel niño que mira aturdido a la cámara [como se percibe en Y tú, ¿por qué eres negro]?

(Rubén H. Bermúdez) Bueno, a finales de los noventa yo me pego dos carreras delante de una gente sin pelo para que no me peguen. Una panda de nazis. Ese es el Madrid de los noventa. Yo y mis amigos, que son todos blancos, pero que corren porque estoy yo. Vienen a por nosotros. Situaciones así. Recuerdo cuando estaba haciendo el libro ver muchas cosas que uffff. Manifestaciones porque no querían a gitanos en los colegios. Recuerdo ver un video de Wilfred, el exportero del Rayo Vallecano, que querían lincharlo a la salida del campo por ser negro. Ahora, delante de una cámara no haces algo así.

(RGA) ¿El racismo ha cambiado?

(RHB) Claro. Sigue existiendo en España, evidentemente. Ahí está la frontera sur, la emigración. Hay muchas caras, pero digamos que esa virulencia a cara descubierta que había en los noventa se cierra un poco. Y ahora, bueno, hay una gente que lo dice abiertamente y se pueden quitar las caretas. Creo que se está alimentando a un monstruo que es muy peligroso que es independiente al racismo estructural que hay no solo en España sino en Occidente en general. El mundo funciona como funciona desde hace 5 siglos y pfff, o sea, como el machismo, tú lo sabes.

(RGA) Hay que vivirlo en la propia carne, sí

(RHB) Y no puede condicionar mi vida, ni condicionar mi película, ni las cosas que hago. Pero hay que estar alerta.

«El gran punto de inflexión de mi proyecto es cuando entiendo que va dirigido a otras personas como yo cuando tenía veinte años»

(RGA) Quizás el problema es que las cosas que haces no las va a consumir todo el mundo porque vivimos en círculos muy cerrados. Cada uno está en su historia y quiere seguir alimentando su visión del mundo, con sus odios… a un ultraderechista no creo que le interese tu trabajo

(RHB) Claro, pero es que yo tampoco hago las cosas para esas personas, es evidente, ¿no? Al final del libro hay unos créditos que ponen: dedicado a todas las personas negras. Para mí el gran punto de inflexión del proyecto es cuando entiendo que va dirigido a otras personas como yo cuando tenía veinte años. Gente que necesita algo que yo no tuve entonces.

(RGA) Que tengan un espejo donde mirarse, que puedan hacer camino.

(RHB) Con la película quería hacer algo donde me pueda ver. Y eso es lo que quieren las personas que salen en la película. Como decía el otro día Oumou: ‘a mí lo que más contenta me pone de todo esto, de que la peli empiece a distribuirse es que haya otra persona negra en España que nos vaya a ver’. En ningún caso tengo intención de convencer a ese señor [refiriéndose a los neonazis a los que hacía referencia en la pregunta anterior]. O sea, imagínate, para nada…

(RGA) Porque es difícil cambiar las cosas, ¿no?

(RHB) Bueno, con una película, con un libro, no creo que cambiemos mucho las cosas. Pero la gente que ve la peli en general me dice que es muy calentita. Hay una chica que en el directo de Instagram comentó que la peli era rara pero que dan como ganas de vivir. Pues eso…

(RGA) Sí, es como muy optimista

(Rubén H. Bermúdez) Cuando ves cuerpos negros en la pantalla son cuerpos negros sufriendo. Pero vamos, en un grado muy alto, en un 80% como mínimo, es muy bestia. Mi peli es otra historia, ¿por qué tengo que estar en esa jaula? Ellas están enamoradas, o haciendo una tesis o…
 

Rubén H. Bermúdez | Entrevista | StyleFeelFree
Imagen de la película A todos nos gusta el plátano de Rubén H. Bermúdez | StyleFeelFree
 

A todos nos gusta el plátano. Una película que celebra la vida y el cine como herramienta de autoexpresión y poder

Resuelto el primer capítulo, la película que sucede al fotolibro busca entrar en esa esfera privada que anuncia la vida como un puñado de momentos que cristalizan en el recuerdo, transformando en instantes sagrados los actos más triviales de la existencia que nos conectan a los unos con los otros. Cocinar, peinarse, ver la televisión, bailar, maquillarse… Más allá de esto está el cine, la expresión cinematográfica. Y en A todos nos gusta el plátano se revela como una proposición que se convierte en manifiesto. De un cine, en primer lugar, colectivo. De un cine, en segundo término, que subraya los medios, y encumbra el error a la categoría de verdad. Verdad que nos enseña a mirar en los resquicios de la imagen y en la acumulación de eventualidades que componen un mosaico que festeja la vida. Y celebra, igualmente, un tiempo presente que nos permite recurrir a un Do it yourself  habilitándonos, a todos, para ser los escritores de nuestro relato.

Siguiendo los preceptos de Chuck D en su libro Fight The Power, que instigaba a “montar tu historia”, lo que hace Rubén H. Bermúdez es eso, montar su historia con su gente, contar su realidad, su día a día, recurriendo a conocidos y amigos. Y al azar. “El azar influye mucho en cómo se hace la peli”, aclara. Su cinta es un cúmulo de accidentes —en el mejor sentido de la palabra— que colisionan, con una certera sensualidad y gozo, organizando un collage vital que, según observo, recuerdan la forma de trabajo de Howardena Pindell. La artista negra que inundó el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago hace pocos años con su praxis que articulaba el collage, entre otros dispositivos, para recordar. Sus viajes, sobre todo por África, tarjetas postales que compró… Los desplazamientos también son muy recurrentes en A todos nos gusta el plátano. Los tránsitos se entremezclan así con una quietud que atiende a lo lírico manifestándose en un cúmulo de imágenes fijas o en movimiento, que perfilan un relato efervescente, bullicioso a veces, pausado otras.

Rubén H. Bermúdez ha dicho ya en varias ocasiones que su trabajo bebe de la obra de Arthur Jafa. Y es perceptible en su interés por la cultura popular que choca inevitablemente con una crítica social, en los márgenes del relato. Son las voces que nos llegan a través de las televisiones con pasajes de los que extraemos lecturas que colorean la narración con apuntes políticos y existencialistas, que tocan temas como la colonización o el feminismo. Las referencias, a pesar de ello, se expanden mucho más allá. Rubén siempre ha manifestado que “copiar no es robar” y lo que hace es identificarse y reconocerse en muchas obras que le permiten hacer un proyecto muy personal, avanzando entre un maremágnum de ideas de las que se nutre. “Me reconozco como alguien que es capaz de ver qué cosas pueden funcionar”, explica al respecto. Samplea elementos que integran unidades fílmicas.

Entre las obras que menciona como inspiración en A todos nos gusta el plátano se encuentran Fruitvale Station de Ryan Coogler, Límites: 1ª persona de León Seminiani, El futuro, de Luis López Carrasco, 21 x New York de Piotr Staki, Arrebato de Iván Zulueta o The Watermelon Woman de Cherly Dunye. Pero las referencias se amplían si miramos los modos, las formas, los discursos y sus adyacentes. Desde Eric Baudelaire hasta Jafar Panahi en Esto no es una película, salvando las distancias. Porque más allá de la vida haciéndose, hay una mirada cinematográfica que mira al medio. Al cine como modo de autoexpresión para alzar la voz, o simplemente, para dejar constancia de nuestra existencia en un mundo que, a veces, parece ignorarnos. A unos (unas) más que a otros. En este sentido, conecta también con una contemporaneidad ligada a la tecnología y las redes sociales.

Si bien son muchas las referencias que Rubén aporta, hay una película que sobrevuela todo el metraje. Se trata de Do the Right Thing de Spike Lee. No por el fatal desenlace que aviva un debate sobre el odio racial en la película del afroamericano, sino por el deleite y el color con el que se afrontan ambas piezas. Y por lo demás, como Rubén H. Bermúdez explica, la tragedia está en el aire. “De pronto un día el racismo aparece en tu vida”, enfatiza.

Esta es una historia de historias. Sin principio ni final, a pesar de la contundente y poderosa línea narrativa que comienza eufórica con una escena que parece rememorar todas las historias silenciadas y todas las autorías perdidas o ignoradas. Esta es la historia, que haciendo referencia a un colectivo, nos hermana a todos cuando nos reconocemos en lo trivial, en lo anecdótico, en un acento que identificamos que proviene del norte… En el tiempo corriendo y otorgándole valor a una cotidianidad donde ubicamos nuestros afectos. La vida pasando, a fin de cuentas.

(RGA) En A todos nos gusta el plátano hay una ruptura con el fotolibro Y tú, ¿por qué eres negro? El fotolibro es más sombrío y la película más luminosa. ¿Es otra parte de la misma historia?

(Rubén H. Bermúdez) Puede ser, no lo sé. Hablo desde otro lugar porque ya soy Rubén H. Bermúdez el que ha hecho el libro y la gente me conoce. Entonces pregunto a esa gente qué quiere ver en la película y me dicen que quieren reírse. No quieren ver otra vez una historia de negros resistiendo, luchando… Queríamos hacer una película que no hablase de esto o que si hablase del racismo, lo hiciese desde otro lugar. Entonces, me compré un cuaderno, que es lo que suelo hacer, y ahí íbamos escribiendo las cosas que nos surgían, referencias, palabras… En la tapa de ese libro escribimos dudas, no certezas, matices y ausencias que pudiese haber en el libro. Y desde ese lugar intentamos hacer algo, construir algo de una manera, digamos que orgánica, y con la incertidumbre como aliada. Sabiendo que no sabíamos lo que íbamos a hacer y que si salía mal, no pasaba nada. Digamos que en el libro sí había un peso de que tenía que salir bien. Entonces, hay como un choque de formas de hacer y también de fondo. A la pregunta de ¿por qué somos negros? le sigue no una, sino muchas respuestas. Aunque el racismo esté en el centro de todo esto ¿qué es lo que a las personas que salen en la película nos une? ¿Qué tenemos en común? ¿Somos una comunidad? Pero, ¿una comunidad de qué?

(RGA) A pesar del optimismo latente en A todos nos gusta el plátano al final el tema del racismo se acaba colando en la película. Me refiero a la escena del tren que termina por tener un peso muy importante. ¿Por qué tomas esta decisión de introducir esto en una cinta tan liviana, de escenas tan íntimas?

(RHB) Bueno, hay gente para todos los gustos. No todo el mundo piensa que esa escena tenga tanto peso. Nuestra forma de trabajar era ver qué hacíamos y cómo lo hacíamos. Lo primero que indiqué es que se grabaran con los móviles. A lo que me respondían, ¿qué grabamos Rubén? No sé, piensa que lo vas a compartir conmigo y con el público. Pues, la intimidad… No sabíamos muy bien qué íbamos a hacer. Total, que cuando me dan los brutos había gente con muchísimas horas de grabación y otros con algunos clips únicamente. Cada uno ha trabajado a su manera, siendo como son. Veo el potencial de algunas escenas que me parecen maravillosas y pienso, si esto me está funcionando a mí, me está tocando, entonces al público también.

«mi trabajo era encontrar aquellas cosas que pudiesen funcionar en una sala de cine con un montón de gente viendo algo de manera colectiva»

Cuando llego, sin previo aviso, a la escena del tren que está en un pendrive que me da Chumo [Chumo Mata] lloro como una madalena. La vuelvo a ver como al rato, después de ver qué puedo tener y qué no, y vuelvo a llorar. Digamos que mi trabajo era encontrar aquellas cosas que pudiesen funcionar en una sala de cine con un montón de gente viendo algo de manera colectiva y sabía que eso iba a funcionar. No quería que el racismo tuviese un peso inmenso en la película pero…

(RGA) No tiene todo el peso, pero al final está ahí.

(RHB) Está ahí, claro. Pero es lo que pasa. Porque yo a él le pido que no grabe ese tipo de cosas, lo hemos consensuado. Pero de repente un día aparece en tu vida y así es como funciona. De pronto hay un tío aquí y dice que ‘no quiero moros en mi local’ y te pegan 3 tiros [remitiéndose a la actualidad más reciente]. Quiero decir que parece que aquí no pasa eso, pero es así y entonces, tienes que estar alerta.
También es cierto que en mi cabeza estaba Fruitvale Station que yo veo virgen sin saber de qué va ni nada, sin sinopsis. Y es la historia de un chico y su chica afro en EUU y pim pam pum pam… Cuando acaba la peli lo mata la poli. Inesperado

(RGA) La he visto. Esa escena ocurre en Nochevieja

(RHB) Sí, vuelven en el metro y…

(RGA) Sí, es muy impactante

(RHB) Y me gustó eso. Bueno, pues todo lo que tengo es gente haciendo cosas y esto del racismo está aquí. Pero inmediatamente después de esa escena, que tampoco es tan violenta, vuelve la planta del inicio con una canción que viene a decir: ‘hay que seguir viviendo chicos’… Y a cocinar plátano y… vuelve el optimismo. Es el azar el que ha hecho que esto esté ahí.

Rubén H. Bermúdez | Entrevista | StyleFeelFree
Imagen de la película A todos nos gusta el plátano de Rubén H. Bermúdez | StyleFeelFree

(RGA) Y sobre el casting ¿qué me cuentas? Creo que ahora es importante que me aclares cómo decides que estén las personas que aparecen en la película. Pienso que funcionan muy bien y parece que está muy estudiado porque están muy en contexto. Igual la gallega [Tiffany López que figura en los créditos como Ebebe Miranda] es una de las personas más claves por su acento y las aportaciones que hace…

(Rubén H. Bermúdez) ¿El casting? Bueno, yo tenía pensado hacer una película y no sabía muy bien cómo. Si leo alguna entrevista mía de cuando hice el libro empezaba a decir que quería diluir mi autoría y cosas así. En plan, ya he hablado de mí y bueno, ahora dejarme en paz. Y eso estaba en mi cabeza. Entonces Claudia Claremi que también hace cine y me estaba ayudando en el proceso, dándome consejos, me trajo un disco duro con un montón de pelís. Y había una carpeta que ponía ‘voz colectiva’. Esa idea me gustaba. No las películas concretamente, pero la idea de que no hubiese un director que dijera esto es así o asá, me gustaba.

En ese momento apareció Tiffany que me escribió un correo y me dijo que estaba trabajando en una tesis doctoral sobre negritud y arte y que quería conocerme. Me dijo que iba a volver a Guinea Ecuatorial por segunda vez en su vida y era como un viaje de volver a sus orígenes. Nos caímos bien y le dije que podía grabar algo, que igual la peli podía ir sobre eso. Y entonces como que todo fluyó. Empezamos a trabajar por ahí manteniendo un correo fluido. Y ella, o yo, no lo sé, nos mandamos Límites: 1ª persona de León Seminiani que es una MINI DVD de unas vacaciones con su voz por encima explicando cosas del plano y tal. Estamos entendiendo que está haciendo una película con unas imágenes de archivo familiares y me está gustando. Nos gustó a los dos y pensamos en hacer algo así. Luego vi 21 x New York. Me da igual lo que cuenta, es un documental como mágico, pero la experiencia visual y auditiva me flipa. Le digo, mírate esto. Y le mola. Y llego al Futuro de Carrasco y la veo también sin saber nada y flipo. Pienso que podemos hacer algo así porque no quiero hacer un documental sobre el racismo en España, me parece un rollo.

Luego aparece otra persona que también se quiere incorporar al proyecto, con lo cual, ya abrimos. Y si abrimos, hay que abrir más. Había mucha gente que quería participar y quería ayudar. Hannah [la chica de la escena maquillándose con su hermana], por ejemplo, me gusta mucho las cosas que hace, la admiro. Y además, ella es de Móstoles y quería que hubiese algo de Móstoles, aunque solo fuese un guiño personal. Lo que me devuelve es algo muy distinto a lo que esperaba de ella porque es muy política. Y eso mola mucho. Y luego Chumo me pregunta directamente en qué ando. Se lo comento y me dice que quiere participar.

(RGA) Así las cosas, ¿qué herramientas tenían? Porque se graban a sí mismos, ¿no?

(RHB) Tiffany se graba a sí misma y me manda algo tomando como referencia The Watermelon Woman que se la paso, le flipa, y le digo que tiene que hacer The Watermelon 2. Lo hace con un Samsung s9 y cuando me llega el material se oye y se ve muy bien. Y me gusta. Porque si voy yo con una cámara y un micro te corta el rollo. Entonces compro un s9 de segunda mano para dárselo a Oumou [Oumoukala Sow que aparece con su pareja cantando y peinándose todo el rato mientras ven ‘La que se avecina’]. Entonces ya hay 2 móviles iguales que da uniformidad. Pero yo no tengo tanto dinero para tantos teléfonos y compro una camarita que va a corregir las oscilaciones que me da el Samsung. Se lo paso a Hannah y me lo devuelve cuando ya se ha grabado. Y ese mismo cacharro se lo entrego a Kenny [Ken Province, el dibujante] que está en Valencia y a mí me sale un curro por ahí y de paso lo veo. Y luego, Chumo, que es el último que se incorpora, tiene un móvil muy malo pero no hay más pasta. Es lo que hay.

(RGA) Bueno pero eso es lo que funciona. Los distintos formatos y demás

(RHB) Sí, a mí me funciona. O sea, no tengo mucho problema. Asumo la teoría. Leo a Hito Steyerl y me gusta lo que dice. La imagen pobre. Todo esto me gusta mucho. Y todo lo que estamos teniendo aquí es esto. Pues no le pongas cortapisas precisamente a lo que te gusta. Otro móvil barato, pues mejor.

(RGA) Sí, porque aparte parece que te nutres también del error. Hay escenas que parecen descartes o da esa sensación en realidad. Y eso encaja muy bien porque no está actuado y da un grado de realidad

(RHB) Sí que vi Arrebato, la mítica. Y es un tío que está obsesionado con hacer cine, y con ver películas, y habla mucho. Como que está explicándonos qué está haciendo. Seminiani también hace esto. Nos explican que están haciendo una película y eso me gusta porque así vas a situar al espectador de alguna manera. Pero tampoco sabía qué iban a mandarme. Y cuando lo veo, pues voy reconociendo cosas. Por ejemplo, cuando Tiffany dice ‘me dijiste que tengo que grabar’. Bueno, pues ya los espectadores van a entender que le estás hablando a alguien que es quien está haciendo la película o algo así. Y Chumo también. Dice algo así como tengo que poner la 1080, o lo que sea que diga. Ahí veo que hay una manera de introducir a alguien algo para mantener una narrativa.

(RGA) Pero me refería a que usas cosas que igual para otros cineastas tendrían que estar fuera. Y eso al final viene a ser una posición política sobre cómo hacer cine. Por un lado porque recurres a la colectividad y por otro, porque tomas que en principio podrían ser descartes es lo que precisamente dan la narrativa. A mí personalmente es lo que más me fascina de la película. No sé si todo el mundo lo puede entender así.

(RHB) No sé, siento que funciona con un público pero si lo pongo en Netflix o algo así, pues no va a funcionar, evidentemente. Pero hicieron un pase privado unos colegas en Valencia, donde Kenny tiene la tienda, al que fueron 15 o 20 personas y es gente que no es cinéfila ni del mundo del arte y a todos les gustó mucho. Hicimos luego un directo en Instagram y casi todos decían que no esperaban ver eso, que esperaban un documental clásico y antirracista y blablablá pero que les gustó.

Yo siempre pensé en un espectador que no fuese exactamente un teórico del cine que pudiese pillar algún guiño. Por eso, la película tiene una estructura para que no se nos cayese y no fuese pues una frikada como para los márgenes del mundo del metacine.

(RGA) Sí, pero también tiene esa lectura

(RHB) Sí, la tiene. Claro

(RGA) Es como hacer un cine con, aparentemente, pocos recursos

(RHB) Sí, totalmente

(RGA) Y eso al final es un posicionamiento. Puede ser por razones económicas puras y duras o puede ser muy pretendido en realidad

(RHB) Sí hay un poco de cada yo creo.

(RGA) También me llama la atención que la presencia femenina es muy fuerte. Bueno, sobre el casting ya me has hablado, pero ¿es pretendida esta presencia o surge de forma improvisada?

(RHB) Sí, en todo hay un azar que es buscado, ¿no? Bueno, que pase lo que tenga que pasar. Me reconozco como alguien que es capaz de ver cosas, como de reconocer cosas que pueden funcionar. O sea, yo trabajo así. Acumulo mucho y digo esto funciona. Bueno, pues el azar sabía que era algo que a mí me funciona. Y luego es que en el entorno que yo me muevo hay muchas chicas. No sé, creo que es natural. Nos hemos sentido todos y todas más cómodos así.

Por otra parte, sí que es evidente que los hombres hablamos mucho más, en general, en el mundo, y tenemos más poder. Y los hombres blancos son los que más hablan. Bueno, pues la idea era que el hombre pudiese quedar un poco al margen y que otras historias dialogasen con él, que no fuese la suya la única historia.

(RGA) Luego es que también, si reflexionas, negritud y feminismo son dos movimientos que están muy relacionados. Tanto las mujeres como la comunidad negra no tenían espejo casi donde mirarse. Entonces quizás veo ese paralelismo. Con lo cual, que sean mujeres, y además negras, como que es muy importante. No sé si tú ves esa relación

«Las mujeres negras en España tienen voz y hablan, y en mi película salen hablando»

(Rubén H. Bermúdez) Sí, yo dejo que pase, no es pretendido. Pero con el 8 de marzo sí que noto como dos tipos de feed que recibo en Instagram. Mi entorno blanco, hijo de trabajadores muy feministas, que van a la huelga convencidos. Y luego veo a mucha gente afro que es crítica con el 8 de marzo y que vienen a decir tú vas a la huelga porque mi madre está limpiando o cuidando a tus hijos. Paridad de género y tal. Pero que pasa, que no hay ninguna mujer negra aquí, no hay ninguna mujer no blanca. Entonces yo creo que hay diferentes conflictos. Las mujeres negras en España tienen voz y hablan, y en mi película salen hablando. Eso es feminista, claro, supongo.

(RGA) En realidad es también una lucha del feminismo ahora. Hay ciertos feminismos que hablan precisamente de eso que expones, de las mujeres que se dedican a los cuidados, que tienen que emigrar de sus países para mantener a sus familias y para que podamos mantener nuestros niveles de vida. Es también otra de las luchas del feminismo.

(RHB) Sí, pero hay como mucha literatura alrededor de la diversidad, de la trampa de la diversidad. Hay una izquierda que niega, que no mira a los trabajadores, y es lo que aprovecha Vox para conquistar espacios. Porque, ¿quién te sirve el Glovo? ¿Quién limpia tu casa? Son trabajadores, ¿no? Pues ahí hay unos conflictos. Pero yo no quiero convencer a nadie. Simplemente tenemos voz y la utilizamos. Eso es un poco lo que pasa.

(RGA) Pasando a otro aspecto de la película, luego están las escenas en las que se escuchan de fondo televisiones. Oímos escenas de La que se avecina pero también escuchamos la voz de López Obrador hablando de las heridas que dejó el colonialismo. ¿Eso está pensado? ¿Lo incorporas luego o está en los vídeos que te envían?

(RHB) Está, está. No inventamos nada. No metemos nada en posproducción. Solo la nana se canta luego después para que suene bien. Pero ya la había cantado. Todo lo que está ahí es porque me lo habían mandado de alguna manera. De hecho a mí no me gustaba La que se avecina, porque lo ponen por la noche y es muy ruidosa. Pero a mis colegas siempre les ha gustado mucho. Y al final atraviesa la peli pero porque a esta gente joven le mola. Y entonces escuchas los diálogos y son finos, ¿no? Lo de López Obrador, lo de las heridas abiertas…

(RGA) Sí, eso me gustaría que lo desarrollaras

(RHB) Pues está claro que todo esto de ser negros estaba ahí antes que nosotros. Y La que se avecina, bueno, a mí la secuencia en la que dice ‘Qué hago aquí, cual es el sentido de las cosas’

(RGA) Bueno, eso es simpático simplemente

(RHB) Sí, pero ¿qué hacemos aquí, nosotros? ¿Cuál es el sentido de las cosas? Es un tema

(RGA) Es verdad, sí. Estos audios, aunque estén como de dobladillo, los escuchas porque son interesantes. Incluso hay una secuencia de La que se avecina que habla de feminismo, en cierta forma

(RHB) Sí, sí, claro. Sí es lo que acabamos de hablar. Y es como limpian los despachos, y justo lo que estamos viendo… se están trenzando, y las que limpian sabemos quiénes son….

(RGA) Y parece que no lo están escuchando, que está ahí de fondo, pero al final coge mucho peso también…

(RHB) Sí pues me flipa también que me digas no que lo entiendes sino que lo conectas

(RGA) Es que es muy importante. Casi lo más importante de la película son todos esos flecos. Todas esas cosas que están ahí, que puedes hacer una lectura o no… No es forzado, me gusta cómo está introducido en realidad.

(Rubén H. Bermúdez) Qué bien. Pues tenía como muchas dudas. Llegué a pensar, esto es como una fumada que igual no le interesa a nadie. De hecho pues vino un colega de México y es blanco. Es español pero se fue a México y siempre hicimos muchas cosas juntos. Y le dije, bueno, te voy a poner la peli que hemos hecho. Y paramos a mitad de peli porque él quería fumar. Y me dijo, tío me está flipando. Yo pensaba que se estaba aburriendo pero le encantó. Entonces ¡buah!, que la gente reaccione bien. Es increíble, inesperado. No lo sabes bien.

(RGA) A mí me parece muy fresca.

(RHB) Nuestra aproximación era independiente, pues como con un presupuesto muy bajo. Yo me gasté el dinero de la beca para hacer la película [le dan una beca en 2019 en el Centro de Residencias de Matadero Madrid y después en 2020 el CA2M compra la película por 10.000 € con las ayudas extraordinarias para artistas de la Comunidad de Madrid] pues en vivir ese año y no tener que trabajar y así poder hacer todo lo que quería hacer. Entonces, en realidad, no teníamos pasta ni para cámaras, ni para equipo, ni para nada de nada. Por lo tanto, casi la única película que se podía hacer era esa. Hay también un libro que se llama Xcèntric cinema del CCCB. Y claro, yo creo que mi peli bebe mucho de eso. Es eso, pero intentando tener un montaje que [y chasca los dedos]

(RGA) Porque al final te pasa como con el fotolibro, es una historia que todavía no se había contado, jajaja

(RHB) Jajajajaja, puede ser, puede ser.
 

Tráiler de A todos nos gusta el plátano (2021) de Rubén H. Bermúdez | StyleFeelFree Youtube