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La actriz Alma Pöysti brilla en la biopic sobre la artista Tove Jansson que recoge la relación que esta mantuvo con la aristócrata Vivian Bandler
En los últimos años el cine se ha afanado por llevar a la pantalla la vida y obra de algunos artistas. Curiosamente, los artistas masculinos a los que hemos tenido ocasión de redescubrir en películas varias son personajes célebres. En cambio, las creadoras ni siquiera hoy en día son conocidas por un público ajeno al mundo arte. Un dato que refleja cómo el éxito de estos depende en buena medida de su género. No solo porque se les otorga más credibilidad a los artistas y una valía sobredimensionada que les convierte en una especie de semidioses. También, porque en una sociedad que todavía sigue siendo abiertamente patriarcal, descubrimos cómo, en su desarrollo, se les inculca a los niños que su valía depende únicamente de sus logros en la colectividad. Mientras tanto, la mujer es, a día de hoy, el motor fundamental en las políticas de cuidados.
De estas figuras masculinas, el cine, en los últimos años, ha puesto la atención en Turner, Cezánne, Rodin, Alberto Giacometti, Gaugin, Van Gogh, Dalí y un largo etcétera. Y en contraposición, en artistas como Paula Modersohn-Becker, Helene Schjerfbeck, Paula Rego o Maudie. Ahora le llega el turno a Tove Jansson en la película que lleva su nombre y dirige Zaida Bergroth. Y no es que esta no sea conocida, pero en todo caso, no como artista visual -aunque lo era-, sino por ser la creadora de los Mumins, unas adorables criaturas, parecidas a hipopótamos, con las que realizó miles de tiras cómicas que se hicieron muy populares.
La artista finlandesa además de dibujar, pintó y escribió, y no quería ser recordada únicamente como historietista. Lo vemos en Tove, si bien la cinta se centra, principalmente, en la relación que mantuvo con Vivia Bandler, interpretada por Krista Kosonen. Fue su primer gran amor, al que le precedió la mujer que la acompañaría el resto de su vida, Tuulikki Pietilä. Personajes femeninos arrolladores coronados por la estelar interpretación de Alma Pöysti que nos sumerge en la efervescente y sensible personalidad de Tove Jansson. Una artista genuina muy bien caracterizada por Pöysti, con un inmejorable registro que capta un abanico de tonalidades expresivas a ritmo del género musical conocido como Big Band.
Como biopic, Tove sigue una estructura clásica, pero se agradece que no se intente acaparar toda la vida de la artista, lo que no suele dar buenos resultados. Por otra parte, hay tacto en los encuentros sexuales, que no caen en una banalización que busca agasajar al espectador con festines sáficos gratuitos como en La doncella de Chan-wook o La vida de Adèle de Kechiche. Se agradece la mirada, que sí logra transmitir una química sexual entre mujeres que se desean. Ello no significa que se salten otros capítulos importantes para descubrirse, como la relación que también mantuvo con el político y filósofo Atos Wirtanen. La búsqueda de identidad de la artista es un camino que sortea con el coraje de no sucumbir a la presión social. Con un diseño de interiores formidable, el filme brilla en las distancias cortas.