D. Díaz

Con una introducción imbuida de un realismo mágico intrigante, ‘Living’ levanta su voz en contra del tedio vital, tan familiar para todos

Living | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película Living | StyleFeelFree. SFF magazine

Dejar de luchar implica rendirse. Así pues, vivir sin ganas es similar a estar muerto. Cuando este estado se prolonga durante años, uno se convierte, prácticamente, en un zombi. Precisamente, este es el apodo con el que Margaret se refiere a su jefe. El señor Williams lleva mucho tiempo trabajando al cargo del departamento de asuntos públicos en el ayuntamiento de Londres. Un departamento que, por otro lado, es un engranaje más del laberinto burocrático, inservible a efectos prácticos para el ciudadano de a pie. Todas las solicitudes que son enviadas a esta institución son remitidas a los departamentos colindantes, creando un bucle de incompetencia infinita. No es de extrañar que, tanto el señor Williams como sus empleados, estén enterrados en documentos que nunca irán a ninguna parte. Esta premisa, además de poseer una dimensión crítica muy interesante, presenta magistralmente la característica clave del conflicto de su protagonista.

Al igual que los papeles de su despacho, el señor Williams sufre un estancamiento vital, una existencia sin propósito alguno. Cuando se entera de que le quedan pocos meses de vida, se propone empezar a vivir antes de que sea demasiado tarde. Partiendo de esta idea, la resolución del conflicto principal pasa, inevitablemente, por la búsqueda del sentido de la vida. Para aunar contexto y conflicto, el guion establece un paralelismo entre las nulas ganas de vivir que caracterizaban al protagonista y los papeles estancados en su despacho. En lugar de convivir con el tedio, empieza a luchar para hacer que las cosas pasen. Después de entender que su tiempo es limitado, el señor Williams deja de posponer todas estas peticiones que llevan años apilándose en su mesa.

Estas pilas de papeles sirven como una metáfora visual de todas esas cosas que nunca llegamos a realizar. Sin embargo, el guion, desde un enfoque optimista, permite la redención de su protagonista, otorgándole un final feliz, lleno de esa satisfacción que tanto buscaba. Para llegar a ella, el señor Williams ha tenido que vagar por los cabarets londinenses mientras recordaba a su difunta mujer. Living es una película que trata sobre gente que llega tarde a la vida, que parece tener un escudo a prueba de felicidad. Con una introducción imbuida de un realismo mágico, que augura un visionado más que interesante. Repleta de un humor que funciona muy bien para sobrellevar un tema que, de otra forma, quizás hubiese sido difícil de digerir. Seguramente, Kurosawa estaría más que satisfecho al ver cómo su obra sigue siendo un pilar fundamental para el cine contemporáneo.
 

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