Rosana G. Alonso
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En su última película, ‘The Woman Who Ran’, el surcoreano Hong Sang-soo está empapado de una perspectiva femenina de la realidad que parece haber aflorado desde que comenzase su relación con la actriz Kim Min-hee

The Woman Who Ran | StyleFeelFree
Imagen de la película The Woman Who Ran | StyleFeelFree

Es evidente que hay un cambio considerable en la narrativa de Hong Sang-soo desde que comenzase su relación con Kim Min-hee. La perspectiva del cineasta surcoreano desde la visión heterosexista y masculina de La virgen desnudada por sus pretendientes a la mirada femenina en The Woman Who Ran ha cambiado por completo. Se ha adaptado, por otra parte, a las dinámicas sociales que demandan una visión feminista de la realidad. El hecho de pensar que Min-hee pueda tener algo que ver con este cambio no es arbitrario. Ella ha protagonizado todas sus películas desde Ahora sí, antes no, uno de los proyectos más interesantes de los últimos años. Y es sabido que los guiones los escribe mientras rueda, contando con la opinión de sus actores y actrices. Adaptándose, por otra parte, a los lugares en los que filma, sus circunstancias y las de su elenco.

The Woman Who Ran es el filme en el que más ha avanzado en esta concepción femenina de la vida que se revela ahora abiertamente. Hay muchas lecturas que podemos hacer al respecto sobre esto. Curiosamente en su cinta, en apariencia más banal, hay dialécticas escondidas en los diálogos y mucha ironía. Un ejemplo claro lo vemos en la anécdota que se cuenta del gallo que maltrata a las gallinas, picoteándolas en el pescuezo hasta desplumarlas. Con un protagonismo femenino absoluto, estamos ante un retrato coral que busca la sororidad entre mujeres y el vínculo de afinidad. De hecho, los hombres aparecen para romper esta placidez de las reuniones femeninas, como un incordio que provoca malentendidos. En cambio, los personajes femeninos huyen de algo opresivo e incómodo, provocado por figuras masculinas que las arrinconan, las persiguen o las exasperan.

La temática vuelve a ser muy sencilla. Kim Min-hee interpreta a una mujer que, después de cinco años, puede tener un tiempo para ella misma. Se explica porque su marido está de viaje de negocios y en lo que lleva de relación, él siempre se ha mostrado muy posesivo. Aprovecha entonces para visitar a viejas amigas con las que comparte un tiempo para conversar, comer y beber alcohol. Durante el transcurso de estas reuniones, salen a relucir asuntos relacionados con las pasiones humanas y otros temas en apariencia triviales. Vamos, Hong Sang-soo en estado puro. Sin embargo, el realizador de En la playa sola de noche se muestra con una agudeza y olfato inusuales en la construcción de oratorias. En la superficie no es una película que destaque especialmente. Pero si se entienden sus segundas lecturas, es uno de los retratos más certeros de la contemporaneidad que ha dirigido.

Sabemos que la idea de contemporáneo solo puede concebirse en clave femenina y feminista. ¿A alguien le queda alguna duda? A Sang-soo parece que no. Y su cambio de registro, desde sus primeros filmes a los últimos, es abismal. Quizás algunos tengan que repasar su repertorio para advertirlo. Aunque su lógica es increíble y es reconocible su estilo a golpe de zoom, hay que agradecerle su flexibilidad para con los tiempos. Esta permeabilidad lo convierte en uno de los cineastas más fidedignos para con una realidad surcoreana que trasciende hacia lo universal. Su capacidad de adaptarse a las dinámicas actuales, atendiendo a cotidianidades, es insólita. Así como el ritmo de producción que sostiene, lo que le lleva a crear piezas de consumo rápido, para sus crecientes audiencias.
 

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