D. Díaz

Enmarcando elementos de la literatura juvenil bajo una estructura propia del relato de aventuras, Agustí Villaronga firma con ‘Loli Tormenta’ una comedia que rebosa optimismo

Loli Tormenta | Película | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película Loli Tormenta | StyleFeelFree. SFF magazine

Abordar un tema delicado en clave de comedia puede ser arriesgado, pero ha demostrado ser una buena fórmula para atraer el éxito comercial. Respecto al cine español, encontramos ejemplos cercanos a este concepto en obras como Campeones, que salen más que airosas de su atrevimiento. Asimismo, en la que pasará a la historia como su última película, Agustí Villaronga parte en busca de un largometraje premeditadamente abierto a todos los públicos. Al final de ese viaje, ha encontrado una obra intergeneracional, con un enfoque juvenil y positivo. Loli Tormenta luce una paleta de color brillante, incluso en la más oscura de sus noches. Está claro que, girando en torno a un tema como el Alzheimer, bien podría haberse tratado de un drama desolador. Sin embargo, evitando tomarse demasiado a pecho a sí misma, el relato opta por afrontar con humor los problemas, en lugar de nadar en ellos.

Su estética plasma perfectamente ese ambiente propio de la novela juvenil. Al mismo tiempo, también presenta motivos pertinentes al género de aventuras. Los problemas que los nietos de Loli tienen que superar abarcan dos dimensiones, la física y la simbólica. En otras palabras, pese a que persiguen un objetivo tangible, —el dinero que saldará sus deudas— este tiene un fin moral volcado en cuidar de su abuela. Este objetivo simbólico es lo que, en la estructura clásica del relato de aventuras, se conoce como “el vellocino de oro”. Para que el héroe sienta la llamada de esta acción, hace falta un motivo que mueva a los protagonistas. En este caso, el motivo sería múltiple. Por un lado, la amenaza de desahucio del banco. Por otro, el estado mental de Loli. Rodeados de problemas, sus nietos se encuentran a sí mismos sorteando vallas, igual que ella hacía durante sus años como atleta.

Volviendo a su dimensión como comedia, Loli Tormenta rebosa un humor ácido, propio de una mujer que ha perdido los pelos en la lengua. En general, los personajes adultos de la obra reflejan una actitud desenfadada, como si fuesen niños grandes. Este es un rasgo estilístico genuinamente heredado de la literatura juvenil clásica. Cuando el estado de Loli empieza a empeorar, esos comentarios, tan conscientemente inapropiados para una película apta para todas las edades, se disipan. A partir de entonces, el punto de vista pasa a recaer casi exclusivamente en sus dos hijos. Es aquí cuando, debido a la corta edad de los protagonistas, la obra pierde parcialmente el interés del público más maduro. Sin embargo, sí lo recupera en los valores morales que la obra defiende, con los que todos nos podríamos identificar.
 

Consulta los ESTRENOS DE LA CARTELERA DE CINE DEL 2023 con valoraciones de películas