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Con gran responsabilidad humanista, en ‘Madres verdaderas’, la cineasta japonesa Naomi Kawase vuelve a dirigir una película de gran impacto emocional
La directora japonesa Naomi Kawase nos tiene acostumbrados a envolventes y psicológicos dramas que buscan despertar las emociones de la audiencia. Para ello, sabe cómo tocar la fibra sensible y no suele escatimar en recursos que adoptan técnicas narrativas del melodrama. En cintas, por otra parte, muy trabajadas desde el punto de vista artístico. Con un estudio de la luz que en Madres verdaderas, su último proyecto, recuerda al trabajo de Terrence Malick en gran parte de su filmografía, su esfuerzo, generalmente, consigue su objetivo. Salvo cuando su manierismo emocional excede la cuota permitida. Lo veíamos por ejemplo en la secuencia final de Aguas Tranquilas, una cinta, por lo demás, llena de metáforas existenciales muy evocadoras.
Madres verdaderas no es una excepción en su producción. Es una película que recoge sus preocupaciones condensándolas en una trama bien estructurada para mantener el suspense. Algo que suele hacer muy bien Kawase. Después de la libertad creativa que experimentó en Viaje a Nara, su anterior proyecto cinematográfico, este último título asegura su cuota de mercado. Para ello, recurre a una historia con buen ritmo, bien dirigida e interpretada. Si bien, hay que tener en cuenta que las interpretaciones se ven afectadas por decisiones estilísticas que interfieren en su desarrollo. Se tiende a cierto buenismo marca de Kawase. Pero también hay que considerar que la autora japonesa tiene un sexto sentido en la forma de traer a la superficie ideas que explotan en un lienzo de existencialidades. Y aquí, vuelve a hacerlo, alcanzando a desarrollar un filme que plantea muchas cuestiones en torno a la maternidad.
Este es el relato de una pareja que, no pudiendo tener hijos, se decide por la adopción. Adaptación de una novela, la cinta aprovecha la idea original para entrar en disyuntivas que la directora japonesa hila con maestría. En un mundo global repleto de excesos y deficiencias, en el que los seres humanos podemos complementarnos para aliviar sufrimientos innecesarios, ¿por qué complicarnos la vida o la de los demás, si hay formas de aliviar la ansiedad y aflicciones generadas artificialmente por un mundo que social y económicamente tiende a no dejarnos alternativa? La responsabilidad humanista de Naomi Kawase se destila en cada fotograma, toma y secuencia. Solo por eso, Madres verdaderas cumple todas las expectativas.