J.Q.L

El documental de Mark Cousin, ‘Jeremy Thomas, una vida de cine’ se cimenta en coches, sexo y política para hacernos conscientes de una de la grandes verdades del cine

Jeremy Thomas, una vida de cine | StyleFeelFree
Imagen de la película Jeremy Thomas, una vida de cine | StyleFeelFree

El cine nace y muere a manos de productores como Jeremy Thomas. Así lo deja claro Mark Cousin en su nuevo documental, Jeremy Thomas, una vida de cine. De este modo, personas como él no solo actúan de mecenas sino, también, de artistas y motor. Hacen posible obras como Crash. Largometraje que reniega de la aceptación vacía del público mostrando una trama en la que se entremezclan sexo y accidentes de tráfico. De esta forma, establecen qué es financiable y qué no. Alimentando al sector en base a una demanda que les sugiere en vez de exigirles. Dicho brevemente, la figura del productor no está para complacer, está para escuchar y orientar, ofrecer al espectador experiencias nuevas.

El instante antes de ver un documental genera miedo. En este tipo de proyectos es frecuente caer en la sobreexposición. Con ello, se deja de lado el lenguaje del cine convirtiendo la cinta en una charla insípida. Este no es el caso. El largometraje es profundamente cinematográfico y entretenido. De esta manera, Mark Cousins, en solitario, acompaña a Jeremy Thomas en un viaje en coche al festival de Cannes. Una travesía en la que se combinan biopic y road movie. Una fusión de géneros donde impera un estilo muy próximo al de John Wilson en How to with John Wilson. Se logra así un método de cámara en mano muy cercano al del videoblog en el que se combina la calidad técnica de un padre de vacaciones con la visión metafórica de los grandes directores. En suma, una elección maestra junto al otro punto fuerte de la película, el contraste.

El contraste vertebra el filme. De ahí que, a lo largo de la cinta, la concatenación de metraje del productor llene el documental de ventajas. Pasamos de planos de El pequeño emperador en los que se engrandece la figura de Jeremy Thomas a tiros de cámara en los que ronca boquiabierto. A su vez, esta alternancia potencia las imágenes, haciendo su trabajo pasado más magnánimo y las tomas propias de Cousins más desenfadadas y ligeras. Por último, también añade dinamismo. Despliega recursos de todo tipo como grabaciones de la juventud de Thomas, videos de internet o imágenes escaneadas. Esto es, emplea un lenguaje profundamente artístico y repleto de ingenio. Una cadena de recursos en los que compone un panorama distendido y personal. Una oda a la altura de la vida y obra del productor.
 

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