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Claustrofóbica y asfixiante, en ‘La traición de Huda’ Hany Abu-Assad hila un thriller político en femenino con el silencio como mayor castigo

La traición de Huda | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película La traición de Huda | StyleFeelFree. SFF magazine

Es un día cualquiera en el salón de belleza que lleva Huda al que por fin Reem puede escaparse de su nueva vida de casada para ver a su amiga. De tal forma, a través de una toma larga y dinámica, se presentan a ambas mujeres a la vez que comparten quejas sobre la actualidad y la vida en matrimonio. Así empieza La traición de Huda, una historia basada en hechos reales en la que Hany Abu-Assad consigue atraparnos desde la primera escena. Y es que, la cotidianeidad de los primeros minutos acaba transformándose en un ambiente oscuro y peligroso que recuerda la vulnerabilidad de las mujeres palestinas. En cuestión de segundos, la recién casada comienza a desvanecerse en su propia silla. Ese estado de indefensión facilitará el plan de Huda, que la arrastrará hacia un entramado de extorsión llevado a cabo por el servicio secreto israelí.

En La traición de Huda la omisión de los hechos políticos consigue introducir la situación femenina del país y la vulnerabilidad que presentan las mujeres. Ciertamente, ninguna tiene una posición tranquila, estable o segura. Por un lado, Reem, ahogada por su matrimonio posesivo y contaminado por los celos, se ha convertido en un blanco fácil para cualquier agresión. Por el contrario, Huda, una divorciada a la que sus hijos reniegan por haber abandonado su familia, ya no tiene nada que perder. Por otra parte, es consciente de la fragilidad de su situación. Consecuentemente, las dos están acorraladas y a ojos del Estado han traicionado a su país por haber caído en las manos del servicio secreto, aunque fuera contra su voluntad. A partir de ese hecho, el metraje es una cuenta atrás que poco a poco va ahogando a las protagonistas en un callejón sin salida desvelando sus personalidades.

La una es el reflejo de la otra y además, sin ni siquiera haber buscado serlo. Tan sólo son víctimas de algo que se escapa de sus manos y el ritmo del filme recalca la sensación de ahogo. De tal manera, el tema de la traición se desarrolla como un hecho inevitable que resulta de la mera supervivencia. Por este motivo, el ritmo del largometraje simula esa asfixiante cuenta atrás, ya que al final es lo que ambas viven. A ello se le suman los seguimientos de cámara que transmiten la sensación de estar siendo vigiladas constantemente por esas organizaciones que las han sometido a esa encrucijada. El conjunto de los elementos eleva la historia hacia la realidad obligando al espectador a empatizar no sólo con sus posiciones, sino con su silencio. Ciertamente, su peor castigo no será la amenaza de muerte, sino la incapacidad de ser escuchadas.
 

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