J.Q.L

Treinta gramos de droga en Irán implica pena de muerte, una realidad que, en ‘La ley de Teherán’ de Saeed Roustayi, queda denunciada a través de persecuciones y acción

La ley de Teherán | StyleFeelFree
Imagen de la película La ley de Teherán | StyleFeelFree

La ley de Teherán es un acercamiento dinámico a la situación política de la ley antidrogas en Irán. Una aproximación que emplea los recursos del thriller de acción. Su director, Saeed Roustayi, emplea varias tramas que implican tanto a policías como a narcotraficantes para crear una experiencia concienciadora y entretenida. Una cinta en la que un grupo de inspectores luchan por resolver el misterio del tráfico de sustancias ilegales. De esta forma, se llevan a cabo infinitas persecuciones a lo largo de unas calles, en Irán, desprovistas de esperanza. En un ciclo de suspense e intensidad escrito por el propio Saeed Roustayi.

En el thriller el movimiento de cámara es vital. Amplifica la percepción de avance de la trama. Si esta no permanece quieta crea la sensación de una obra en constante evolución. Sin embargo, esta característica puede no mantenerse siempre. Un mal uso de la técnica puede terminar desencadenando un mareo. Así, el punto clave para su desempeño es la composición de cuadros mayores. En este caso, aprovechando el movimiento perpetuo, el camarógrafo sigue la maleta en mano de un personaje en mitad de una habitación atestada. Después, un hombre se cruza en mitad del plano. La cámara lo sigue. Se trata de un hombre nervioso. Otro individuo cruza por la imagen. Es el protagonista ordenando silencio en la sala. El punto de vista se aleja. El maletín en mitad de la habitación, rodeado de policías, está a punto de ser abierto. El hombre nervioso se aleja corriendo.

La ley de Teherán emplea un acercamiento especial que hace de su visionado una experiencia entretenida a la vez que concienciadora. Todo ello se refleja a la perfección en su escena introductoria. En ella, el grupo protagonista de policías desarrollan una intervención en un posible laboratorio de sustancias ilegales. La secuencia inicia con tensión y cortes rápidos en los que los personajes cruzan de lado a lado del encuadre. Energía y misterio se combinan en imágenes de sombras sospechosas y puertas infinitas. Seguidamente, el enigma policial termina en una persecución y un giro de guion de gran potencia. Este, sin duda, es un inicio prometedor. A pesar de ello, a medida que avanza el visionado, la película parece perderse. Sobre todo, en su segunda mitad. Da la sensación de que las escenas, hasta el momento enérgicas, se ralentizan. Por otra parte, las tramas secundarias se hacen demasiado presentes.
 

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