Alex Vargas
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Tan desternillante como autocomplaciente, ‘Sisu’, de Jalmari Helander, es un festival del gore ajeno a las complicaciones y centrada principalmente en sacarnos una sonrisa

Sisu | Película | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película Sisu | StyleFeelFree. SFF magazine

Sisu es una palabra finlandesa imposible de traducir a nuestra lengua. Un sentimiento de carácter nacionalista que hace referencia a la tenacidad y resiliencia necesaria para enfrentar una adversidad que parece insuperable. El sisu es lo que queda cuando todo está perdido. La última posesión de un hombre que se niega a morir y que lucha porque en batalla encuentra un sentido a la vida. En su contraparte cinematográfica, encontramos precisamente este épico desafío a la muerte. Un viaje cargado de testosterona al más puro estilo John Wick en el que acompañamos a un soldado sin nombre en su vuelta a casa tras hallar una montaña de oro. Sin embargo, esta no es una marcha cualquiera, y cuando el hombre se encuentra con un convoy nazi en forzosa retirada, nadie está a salvo.

Los páramos de una Finlandia arrasada por la Segunda Guerra Mundial se convierten entonces en un escenario perfecto para el juego de gato y ratón que presenta Helander. Un territorio tan bello como agonizante en cuya fotografía encontramos el único trazo de seriedad presente en toda la cinta. Sin embargo, este magnífico retrato es opacado por la brillante interpretación de un Jorma Tomilla al que le sobran las palabras. Literalmente, su personaje es mudo hasta los últimos segundos de la película. Un hombre tan duro que no le hace falta ni respirar, y en el que, sin duda, algunos encontrarán un nuevo modelo para aquel argumento tan antiguo que habla de aquellos hombres de los que ya no quedan. Así, el trabajo detrás de su interpretación es excepcional, y el actor encuentra en su silencio la capacidad de transmitir sus emociones sin mediar palabra.

De esta manera, Sisu presenta un relato tan ferviente como sangriento y que parece terminar en un suspiro. Una oda a lo tradicionalmente masculino que, no obstante, peca de paternalista al tratar a su elenco femenino de princesas en apuros, pretendiendo salvar su participación a última hora. Sin embargo, la película cumple magistralmente su función y su deseo de entretener, dejando atrás cualquier aspiración o mensaje escondido. Una cinta positivamente despreocupada, laxa en narrativa y cargada de una destrucción que recalca la excelente puesta en escena. Así, encontramos en Sisu un regalo para los amantes de una buena masacre que busquen soltar una carcajada sin mayor complicación. Una película entretenida y cautivadora capaz de encumbrar a su director desde su Finlandia natal hasta nuestro propio festival de Sitges, donde su nombre ya resuena con un merecido respeto.
 

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