Alex Vargas
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Aunando el coming-of-age con una propuesta narrativa cercana al terror moderno, ‘Nada’ plantea una mirada perturbadora respecto al proceso de maduración

Nada | Película | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película Nada | StyleFeelFree. SFF magazine

Cuando hablamos de sociopatía normalmente lo hacemos con una imagen clara en la cabeza. Un ser humano propenso a la soledad, reacio a la empatía e incapaz de desarrollar relaciones interpersonales no propiciadas por el más puro interés. Sin embargo, esta imagen es quizá mitificada, y las violentas cualidades que definen a un sociópata pueden (y suelen) aparecer entre niños aún en proceso de crecimiento. Así, a pesar de que podemos hablar sobre jóvenes con tendencias sociopáticas, a nivel clínico, estos no pueden ser clasificados con dicha condición. Por supuesto, esto no significa que un adolescente no pueda convertirse en un sociópata, sino que, a pesar de que todo apunta a ello, existe la posibilidad de que estas tendencias desaparezcan antes de que el joven alcance la adultez. El sociopata es peligroso, más cuando esta rodeado de personas vulnerables a las que influenciar. Personas vulnerables. ¿Quizá, un grupo de adolescentes?

La película de Trine Piil Christensen y Seamus McNally ahonda en el efecto que las tendencias violentas tienen sobre un grupo de jóvenes indecisos y carentes de alguien que los guíe. La cinta presenta una trama peculiar y que, en cierto modo, puede parecer entrañable en un principio. Un estudiante de secundaria decide que la vida no tiene sentido ya que la muerte llegará tarde o temprano. En consecuencia, sus compañeros de clase deciden hacer todo lo posible para devolverle la esperanza, planteando un experimento en el que cada uno sacrificará algo con un gran valor sentimental. Las ofrendas son tan variadas como quienes las entregan. Desde un Hámster mascota, unas sandalias, una bandera o el cadáver de un hermano. Aquí recae el truco del juego. Quizá, si nada importa en la vida, todo vale. Y, si todo vale, ¿qué nos impide causar dolor por diversión?

Las tendencias sociopáticas de los jóvenes participantes se van desarrollando poco a poco y son potenciadas retroactivamente. La unión hace la fuerza, al fin y al cabo, y, cuando no existen límites, nada nos impide mostrar quienes somos en realidad. Sin embargo, Nada no solo destaca por su irreverente premisa. La película plantea una aceptación de las claves del terror moderno, unificando un Señor de las moscas de la generación Z con el gore característico de películas como Would You Rather o Killing of a Sacred Deer. A esta última, Christensen y McNally le deben mucho. Desde esa fotografía pulcra, que esconde algo perturbador, hasta una interpretación actoral propensa a robotizar sentimientos. De esta manera, uno puede llegar a pensar que lo que está presenciando es el trabajo de máquinas y no de personas. La frialdad con la que los jugadores observan las ofrendas exigidas a sus compañeros es francamente aterradora. A todo el mundo le gusta cobrar pero, cuando llega la hora de pagar, ¿cuántos lo harán con la misma indiferencia?
 

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