Alex Vargas
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Revisitando una historia real adaptada al clima político moderno, ‘El caso Braibanti’ expone la presencia de instrumentos gubernamentales opuestos a la libertad individual

El caso Braibanti | Película | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película El caso Braibanti | StyleFeelFree. SFF magazine

A finales de la década de los cincuenta, Europa aún se recuperaba de los estragos causados por la Segunda Guerra Mundial. El clima político estaba cambiando, y con él las dictaduras dejaban paso a un movimiento universal centrado en el deseo de maximizar las libertades individuales. Sin embargo, en Italia, el fin de la segunda gran guerra dio pie a un conflicto a menor escala. El entonces reino italiano se sumió en una guerra civil que terminaría con la monarquía y daría pie a la república que a día de hoy conocemos. Aun así, la llegada de un nuevo gobierno tardaría años en eliminar la sombra del fascismo de sus instituciones. La dictadura de Mussolini era cosa del pasado, pero las leyes de su mandato aún yacían muy presentes en el código penal, propiciando un juicio que cambiaría el rumbo del país para siempre.

La película de Gianni Amelio nos sitúa en la catarsis reveladora de un secreto a voces. El famoso poeta y dramaturgo Aldo Braibanti ha sido acusado y denunciado por sus vecinos por corromper moral y sexualmente a sus alumnos. De lo último, Braibanti es culpable. El poeta es un homosexual reconocido, poseedor de una condición que aún muchos consideraban enfermedad y condenaban con la vehemente intransigencia de una cristiandad conservadora. Sin embargo, de la noche a la mañana, el juicio de Braibanti se convierte en un podio perfecto para una Italia moderna que rechaza la homofobia de regímenes pasados. El dramaturgo se convierte sin comerlo ni beberlo en una especie de mártir para la causa democrática, poniendo en duda la validez de su acusación. Así, la película unifica su mensaje político en pos del amor libre con un protagonista de dudosa moral, reforzando la importancia de la opinión del espectador.

El Caso Braibanti presenta una trama de blancos y negros acompañada de una fotografía sensacional. La cinta de Amelio recuerda a ratos a un Call Me by Your Name capaz de convertir el rural italiano en un páramo alejado de la realidad. El costumbrismo es central para la historia, alternando la seguridad que este parece evocar con la frialdad y el peligro que la ciudad esconde. De hecho, los personajes que se adentrar en el medio urbano no terminan bien parados. Braibanti lo hace para ser juzgado, siendo expuesto nacionalmente como un desviado y lapidando su carrera profesional. Así, la ciudad es un enemigo más a lo largo de la película, encarnando un conjunto de ideas que choca de frente con las representadas por el campo. La libertad muere cuando los personajes abandonan su hogar, en cierto modo, estos dejan atrás sus raíces. En consecuencia, el paralelismo que la película trata de ejemplificar es claro, Italia puede cambiar, pero no lo hará olvidando de donde viene, sino construyendo con orgullo su camino hacia delante.
 

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