Rosana G. Alonso
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Ladj Ly con ‘Los Miserables’, película inspirada en los disturbios de 2005 en un suburbio cercano a París, aspira a convertirse en el Spike Lee francés

Los miserables | StyleFeelFree
Imagen de Los miserables | StyleFeelFree

Pasan los años, las décadas, incluso los siglos. Los miserables siguen siendo los mismos que retrató Victor Hugo en 1862. De hecho, Los miserables de Ladj Ly son los mismos que retrató Spike Lee en Do the Right Thing dos décadas atrás, en el Brooklyn de Nueva York. Son los que conviven en los entornos más desfavorables. La película francesa que lleva el mismo título que la obra clave de Victor Hugo está inspirada en los disturbios que ocurrieron en 2005 en el barrio de Montfermeil. Está precedida del corto homónimo que Ladj Ly realizó en 2017, una década después del documental 365 días en Clicy Montfermeil que rodó también con motivo de los mismas turbulencias que pusieron a les banlieues de Paris en el punto de mira de todo el mundo.

A partir de aquellos hechos los suburbios comenzaron a reclamar una voz. No obstante, Ziad Doueiri, un año atrás de las revueltas, ya había entrado en un barrio popular, pero de Marsella, para retratar la monotonía salpicada por el recuerdo del primer amor en Lila dice (Lila dit ça). Película inspirada en el libro del mismo título publicado a mediados de los noventa por un tal Chimo, una voz anónima, imbuida por una poética de barrio, entre la ternura infantil y el desgarro del que se siente invisible. Hablaba ya de los márgenes vinculados a los migrantes de las antiguas colonias francesas. Lugares en donde cualquier anécdota o incidente podía acabar en tragedia. También las cineastas, desde Claire Denis, dieron voz a los más frágiles del sistema. Ahí está el trabajo de Céline Sciamma en La banda de las chicas o el de Emmanuelle Bercot en La cabeza alta.

Los miserables tiene un ímpetu y un ritmo centrado en una narración en crescendo que sin embargo, guarda más parentesco con el Slumdog Millionaire de Danny Boyle, que con los filmes mencionados. Si por ejemplo en Do the Right Thing de Spike Lee había un interés por contar el relato desde una intimidad colorista que contempla la obra como ensayo, en la película de Ladj Ly hay una notable intención de ser más grandilocuente para llegar a un público amplio que sin duda disfrutará con la vivacidad de la acción, la puesta en escena, los memorables personajes y los trepidantes diálogos. Por otra parte, la amplitud de mira de Ly pasa de ver el banlieu a vista de pájaro, a situarse en el epicentro del suburbio, descubriendo la raíz del problema desde dentro, desde la perspectiva de un realizador que conoce en primera persona la dinámica de vida en Montfermeil.

En todo esto, solo veo un pequeño desliz que no puedo pasar por alto. Se evidencia una intención paternalista que enturbia, en cierta forma, un trabajo encomiable y que se hace patente en la conversación que mantiene el policía que llega nuevo a la brigada de Montferneuil con el veterano, tras el incidente que será el revulsivo de la historia. El novato se advierte aquí como la voz narrativa que media para orientar la mirada del espectador, a pesar de que se evita polarizar un argumento en el que todos son víctimas y culpables del mismo sistema. Spike Lee en Do the Right Thing también bordeó un discurso similar para subjetivar la voz, pero lo hizo con más desenvoltura y con una destreza que consiguió que pasara desapercibido, transformándolo en un mensaje catalizador del momento presente que desembocó, sin ir más lejos, en los disturbios de Los Ángeles de 1992.

De todas formas también tengo que mencionar que Los miserables es la apuesta del cine francés de este año, pasando por encima del buen hacer de Retrato de una mujer en llamas, tras saberse que es la película elegida por La Academia de cine francés para representar a Francia en los premios Oscar. Después de salir victoriosa en Cannes donde se llevó el Premio del Jurado en la última edición, está también entre las más aclamadas de los Premios de Cine Europeo de este año, donde competirá con La favorita de Yorgos Lanthimos y Dolor y gloria de Pedro Almodóvar. No deja de ser sorprendente cuando es la ópera prima de ficción de un realizador, que hay que tener en cuenta que está desarrollando una labor importante como activista en los barrios, contando con subvenciones públicas e importantes colaboradores.
 

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