Maudie, el color de la vida | Las olvidadas 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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La actriz Sally Hawkings vuelve en ‘Maudie, el color de la vida’ a reclamar el lugar que le corresponde, el de principal. Con este papel también demuestra, una vez más, que lejos de las caracterizaciones frívolas, hay lugar para los personajes femeninos de altura

En el 2008 bajo la dirección de Mike Leigh, uno de los directores europeos más sobresalientes y sensibles de su generación, Sallly Hawkings sobresalió en Happy, un cuento sobre la felicidad [Happy-Go-Lucky] interpretando a un memorable personaje femenino que le sentó como un traje a medida. Sin embargo, en adelante ha sido una actriz que en general, salvo en contadas ocasiones como en su encomiable interpretación en Pago justo [Made in Dagenham], ha quedado a la sombra de otros principales, valiéndose, eso sí, de sus recursos naturales que en Blue Jasmine de Woody Allen, volvían a recordarnos a su interpretación de Poppy a las órdenes de Leigh.

La ocasión que le brinda la realizadora irlandesa Aisling Walsh a Sally Hawkings en Maudie, el color de la vida de demostrar sus dotes como actriz principal, es una oportunidad también de dar color a unos papeles femeninos no pocas veces coloreados a blanco y negro. No obstante, la biografía de la artista Maud Lewis, uno de esos gloriosos nombres femeninos de segunda fila para la historiografía que sin embargo es una pieza clave para entender el arte naíf, resulta ser una oportunidad única de sacar a relucir sus mejores armas que en esta sazón, le permiten demostrar que el canon de star-system, en la mayoría de personajes femeninos, está quedando obsoleto en la cinematografía actual de cierto criterio.

Junto a Hawkings su partner en la gran pantalla, Ethan Hawke, también ayuda a hacer creíble un relato sencillo y natural que convierten a Maudie, el color de la vida en una historia de personajes que indaga en lo emocional, para acercarse a la biografía de una artista que es importante recobrar en una época en la que se comienzan a recuperar esos nombres femeninos poco aprovechados, para hacer hincapié en la necesidad de un cambio real hacia un camino por la igualdad sembrado de trampas. Y no hay trampa más evidente que la que se nutre de una necesidad, no para saciarla con fines altruistas, sino como estrategia de mercado. Por suerte Maudie, el color de la vida, no tiene trampantojos. Es tan espontánea, incluso naíf y radiante, como una pintura de la auténtica Maud Lewis. Tan sencilla, tan primordial.
 

Tráiler de Maudie, el color de la vida | StyleFeelFree Youtube