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Con motivo de su presencia en Madrid para presentar ‘Sisi & I’, película inaugural del German Film Fest Madrid, conversamos con Frauke Finsterwalder, una cineasta que desmantela todas las ideas preconcebidas en torno a la emperatriz Sisi y el siglo XIX
Con Sisi & I, la película inaugural del German Film Fest Madrid, Frauke Finsterwalder sorprende por muchos motivos. Para empezar, porque hace un retrato de la emperatriz Sisi a través de los ojos de otra mujer, Irma Sztáray, su dama de compañía. Lo hace con la intención de deconstruir el mito. Y para ello, no escatima recursos con los que se posiciona como una autora que no teme arriesgar, incluso rompiendo con los paradigmas del siglo XIX.
Con un vestuario de ensueño inspirado en el Valentino de los años sesenta y setenta, y una banda sonora que rescata piezas icónicas de intérpretes femeninas, no solo filma, sino que reconstruye la historia. No solo mira, sino que imprime carácter a cada plano. Aún con ese ojo subjetivo que todo lo ve y analiza, en Sisi & I no hay mediación. El espectador se puede sentir libre para interpretar la historia y adecuarla a sus expectativas o necesidades vitales. Para ella, lo importante es no mirar a sus personajes desde arriba, sino acercarlos a los públicos para que puedan reconocerse en sus virtudes y defectos.
En tu anterior trabajo de ficción, Finsterworld, ya se establecen muchas de las dinámicas que vemos ahora en Sisi & I como es la ironía y un humor muy sutil que cuestiona todo a su paso. Además, me llama la atención que en este trabajo precedente uno de los personajes, que es cineasta, habla del cine que le interesa y nombra a Ulrich Seidl y Michael Haneke. Este personaje, interpretado por Sandra Hüller, actriz con la que vuelves a trabajar, puede servirte como alterego para reflexionar sobre tu posición como creadora. Para empezar, me gustaría que pudieses poner en contexto tu forma de entender el cine, ¿hacia dónde miras y qué te interesa?
(Frauke Finsterwalder) Con respecto a Haneke y Ulrich Seidl, los dos que mencioné entonces, se ocupan de contar historias que ponen al ser humano en el centro, pero les interesan más las facetas negras de esos personajes. Yo creo que, a diferencia de los directores masculinos que se dejan llevar más por el cinismo, a mi me interesa más la perspectiva del humor y la risa. No me gusta que se sirvan a los personajes como reflejados ante un espejo. Personalmente, amo a mis protagonistas y por eso intento no enjuiciarlos ni mirarlos desde arriba. Intento estar a su mismo nivel porque creo que todas las personas, incluso las más terribles, tienen un lado bueno.
Creo que estoy muy influenciada por el cine de Miyazaki, el director japonés de anime. Pienso que es fascinante que, en todas sus películas, incluso los malos tienen un lado bueno. Eso puede ser mucho más realista, quizás, que los personajes de Ulrich Seidl.
En general el cine occidental, sobre todo se puede ver en las películas de Disney, desde un principio te obliga a elegir entre el bien y el mal. Yo no quiero tener que elegir porque todos los personajes tienen algo interesante y no me quiero colocar por encima de ellos, no quiero enjuiciarlos.
Esta forma de hacer es perceptible ya en tu primera película de ficción en la que podría considerarse que inicias un camino que siguen otras cineastas como puede ser Maren Aden en Toni Erdman. En realidad, a principios de la década del diez, apenas se conocía a mujeres cineastas alemanas. Estaba Margarethe von Trotta, pero como una excepción en un mundo de hombres. En este sentido, cuando comienzas a hacer cine, ¿te sentías sola o quizás eso te permitía tener más libertad como creadora que podía tener voz propia?
(Frauke Finsterwalder) En realidad, me siento muy libre porque aunque crecí en Alemania, llevo 15 años viviendo fuera y ello me permite estar muy sola a la hora de crear. No formo parte de esta comunidad de cineastas alemanes. Solo cuando voy a Berlín, como por ejemplo a la Berlinale o eventos similares, es cuando coincido con todos. Pero tengo una mirada sobre mi propia cultura desde fuera y eso me hace sentir más libre porque no estoy mirando lo que hacen los demás, ni escuchando siempre lo que están preparando. Mi mirada es más foránea. Por otra parte, estoy rodeada de gente, de un equipo que me apoya y me permite esa libertad, que confía en mí. Si estuviera viviendo en Alemania, rodeada de otros cineastas, quizás estaría más influenciada. Pero, realmente, lo que me influye es el cine internacional. Y no solamente el cine, sino todas las artes. Me influye la Psicología, la Moda, el Arte, es decir, todas las disciplinas.
Entrando ya de lleno en Sisi & I, que acabas de presentar en el German Film Fest, ¿podrías explicarnos cómo surge el proyecto y por qué te interesaba el personaje de Sisi?
(Frauke Finsterwalder) Yo quería hacer una película sobre Isabel de Austria, Sisi, pero en seguida me di cuenta que realmente no me interesaba nada el personaje histórico. Ya se habían hecho otras películas y, por otra parte, tenía un acuerdo con Sandra Hüller para que fuera protagonista y no la veía en este personaje. Por eso, descarté a Sisi y empecé a investigar a sus damas de compañía. De ahí que la figura de Sisi esté retratada a través de la mirada de otra mujer, Irma, que es la que interpreta Sandra Hüller como su dama de honor.
Irma, su dama de compañía, es la que te permite deconstruir toda la mitología en torno a Sisi. ¿Es una forma de hacer justicia a este personaje y hablar de muchas problemáticas que tenían, quizás, en ese momento las mujeres y que, en realidad, seguimos teniendo?
(Frauke Finsterwalder) Yo creo realmente que las mujeres en el s. XIX eran más libres, en muchos casos, que las mujeres de hoy en día. Por lo menos, las mujeres del XIX, de la nobleza. Esas mujeres podían montar a caballo, podían viajar, podían aprender idiomas, podían tener sexo con quien quisieran. No en público, pero sí en privado. Además, como es el caso de Sisi, tenían el dinero para ello. Y yo creo que faltan estas historias por contar. Las historias que se cuentan del siglo XIX, en el caso de las que tienen que ver con Sisi, siempre se presenta a la mujer como alguien que sufre, cuando en su vida privada no era así. Y creo que, en contrapartida, hoy en día las mujeres luchamos por algo que las mujeres del XIX, por lo menos las de la nobleza, ya tenían. La revolución burguesa, en el fondo, nos ha quitada muchas cosas por las que tenemos que volver a luchar.
¿Tienes alguna fuente de investigación que corrobore esto? No deja de ser algo que puede resultar, en cierto sentido, desconcertante.
(Frauke Finsterwalder) No soy historiadora, así que tampoco puedo ahora certificarlo con determinadas fuentes, pero sí que he leído muchas biografías sobre las mujeres de la nobleza de esa época y creo que es bastante evidente que viajaban mucho, por lo menos, las que tenían dinero, las mujeres de la nobleza. Y las mujeres pobres, si lo miras, tampoco estaban ausentes de la vida social o sometidas a lo que dijeran sus maridos. Eran mujeres que trabajaban, que podían estudiar y aprender cosas. No quiero decir que no hubiera mujeres que no estuvieran sometidas y sufrieran, pero no necesariamente sometidas a lo que dijeran los hombres. Eran mujeres que, en cualquier caso, participaban mucho de la vida. Y sí creo que con la revolución burguesa llega esa disgregación. A partir de entonces, se les dice a las mujeres que quizás no deben hacer determinadas cosas, que no deben trabajar sino hacer lo que dice el hombre. En ese sentido, sí que creo que a lo mejor en el siglo XIX vivían con más libertad que muchas mujeres después de la revolución burguesa.
Realmente a ti te interesa esa confrontación entre pasado y presente, y por eso tu mirada del pasado es una forma de proyectar el presente. Para ello, el guion es clave ya que, a través de él, logras encadenar muchas temáticas. Más allá de los personajes y los vínculos entre ellos, ¿qué era lo que más te interesaba o tenías en mente?
(FF) Me interesaba investigar la relación entre Sisi e Irma, investigar si es una historia de amor o de dependencia, qué pasa entre esas dos mujeres y cómo la relación de amistad se transforma en una relación tóxica.
Y prefieres dejarlo abierto, ¿quizás tampoco tenías claro si era amor o amistad lo que unía a estas mujeres?
(Frauke Finsterwalder) Para mi está claro, para el espectador creo que no está tan claro.
Pero si lo tenías claro, estaría bien que desvelaras el misterio.
(Frauke Finsterwalder) Me gusta retar al espectador con las imágenes y las fotografías que son como cuadros. Para mí, es importante que el espectador se vaya a casa pensando, reflexionando a cerca de la película. No hay necesariamente claridad, pero sí tengo que decir que yo también he tenido una relación con una mujer, lo he experimentado a lo largo de mi vida y a mí misma me sorprendió esa relación porque creo que soy una persona segura de mí misma, que tengo las cosas claras. Aún así, estuve en una relación de dependencia en la que te das cuenta que no es posible la amistad. Es posible el amor, pero no la amistad en esos términos. Y el amor es posible, pero es un amor desigual.
Lo que me parece bonito de esta historia es que hay amor en ambas direcciones. Antes de que Sisi muera, es cuando realmente toma en serio a Irma y es el momento en el que hay de todo. Hay amor, hay amistad y hay complicidad entre las dos mujeres, así que sí, es posible.
Además de estas relaciones en las que claramente hay mucho abuso, no solo entre Sisi y su dama de honor, también hay otros asuntos de interés como son los trastornos alimentarios y la depresión, que parecen subyacentes, pero acaban siendo de gran calado. ¿De qué forma enfrentas algo tan complejo?
(Frauke Finsterwalder) Los trastornos alimentarios creo que son un intento de recuperar el control en las relaciones, en personas que no pueden controlar determinados aspectos de su vida. Son personas que tienen madres o padres muy controladores, muy fuertes. Por ejemplo, esto se ve mucho en el deporte de alto rendimiento, en deportistas de élite. En el caso de Sisi, la obligan a casarse con 16 años, la noche de bodas es un evento público, tiene una madre controladora. Es decir, vive bajo un control permanente y eso de intentar controlar cada gramo de su cuerpo es una forma de retomar el control de una vida que está controlada desde fuera. Y eso es algo que quería dejar claro, su forma de querer recuperar el control sobre su cuerpo.
Es importante resaltar también que, en este caso, no es un control de su propio cuerpo por seguir unos cánones de belleza o para entrar en un determinado vestido, sino que es efecto del control en sí. Pero no lo hace para un público, es sencillamente una cuestión de recuperar el control.
Entonces, estos temas eran importantes para describir al personaje.
(Frauke Finsterwalder) También quería desmontar el mito de Sisi, de una mujer muy presumida, que hasta el final de su vida quería entrar en un corset para el que tenía que tener una cintura de 50 cm. Creo que es importante contar que no tiene que ver con su afán de belleza, sino con la necesidad de controlar su vida.
Una deconstrucción en la que colaboran todos los departamentos artísticos contribuyendo también a una reescritura a través de lo visual. ¿Cómo fue la coordinación de todos estos departamentos?
(Frauke Finsterwalder) Lo cierto es que trabajo con determinada gente ya desde hace mucho tiempo, conocen mi proceso de creación, y en general les doy bastante libertad. Además, tengo un secreto y es que la noche previa a empezar el rodaje me reúno con todos los jefes de los distintos departamentos y leemos conjuntamente el guion. En ese momento ya todo el mundo está pensando en su departamento, en qué luz voy a poner aquí y qué tipo de vestuario voy a utilizar allí. En este sentido, esta lectura conjunta, la víspera de empezar la película, creo que es necesaria para contagiar el espíritu de la historia sin que piensen únicamente en su departamento.
Una mención aparte la merece el vestuario, que es maravilloso y rompe los moldes del siglo XIX.
(Frauke Finsterwalder) Investigando el vestuario de la época me di cuenta que los corsés y los aros victorianos no encajaban nada con la Sisi que yo imaginaba interpretada por Susanne Wolff. No podría tomarme en serio a este personaje con esa indumentaria. No me podía imaginar a una mujer segura de sí misma, que monta a caballo, que hace tantas actividades, enfundada en ese tipo de ropa. Y cuando pensé en diseñadores que hayan vestido a lo largo de la historia a mujeres fuertes, a mujeres vigorosas, se me ocurrió enseguida Valentino y sus trajes de los años sesenta y setenta. Con esto en mente me dirigí a Tanja Hausner, que es diseñadora y austríaca y lo primero que hizo, cuando le propuse hacer el vestuario de mi película, fue fruncir el ceño porque en Austria hay demasiadas películas sobre Sisi. Pero entonces, le enseñé los libros de Valentino y empezamos a buscar cosas que nos gustaran a las dos. Así es como surgió la colección que fue una de las partes más divertidas de la película.