Rosana G. Alonso
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Acaba de presentar su última película, ‘All Light, Everywhere’, en la sección competitiva internacional del Documenta Madrid 2021 y hablamos con él para saber su posicionamiento sobre las claves de la película

All Light, Everywhere de Theo Anthony | StyleFeelFree
Imagen de la película All Light, Everywhere de Theo Anthony | StyleFeelFree

Muy posiblemente con All Light, Everywhere Theo Anthony supiera de antemano que no iba a poder dar respuesta a todo. En este fascinante ensayo documental sobre la poca fiabilidad de la imagen que sin embargo sirve de prueba ejecutora para esclarecer un hecho, el estadounidense encuentra muchas evidencias, aunque nunca las utiliza como arma arrojadiza para dar por probada una hipótesis. Según él mismo explica es el espectador el que debe completar el circuito propuesto, el que tiene que hilar los numerosos retazos que quedan sin engarzar. “En mis películas trato de invitar al espectador a aprender un tema conmigo, a juntar las piezas conmigo”, argumenta. Por eso, aunque anticipa muchas teorías y establece vínculos, por ejemplo, el que conecta la fotografía con el militarismo, no duda al declarar que “la clave para mí es que en ningún momento pretendo ser un experto en lo que estoy hablando”.

Pero entonces, ¿cuál es el origen y qué pretende con esta película, que a grandes rasgos cuestiona la vigilancia en los EEUU, trazando un complejo y meticuloso mapa que mira dentro y fuera del marco de la imagen? Al respecto considera que todo es mucho más sencillo de lo que pudiera parecer. “Intento buscar siempre conexiones y dejar que estas crezcan orgánicamente”, aclara. Y prosigue razonando que “todos los sistemas complejos comienzan con elementos simples. Realmente, comienzo con una sola imagen, una idea, algo que escuché decir a alguien o un recorte de un artículo que he leído”, especifica.

Algunos de los rastros que sigue para enfocar el control al que está sometida especialmente la población más desfavorecida de Baltimore, donde se ubica esta cinta, son un poco escalofriantes. Conceptos como vigilancia, control y distopía continuamente salen a colación. No obstante, el cineasta prefiere ser precavido con estas nociones. “Trato de tener cuidado con palabras tan grandes como vigilancia y distopía porque pueden significar muchas cosas diferentes para diferentes personas. Creo que una conversación mucho más productiva es separar lo que queremos decir con estos conceptos y tratar de comprender las ideas y las prácticas detrás de ellos, juzgando por nosotros mismos a quiénes benefician estos sistemas y a quiénes perjudican”. Claramente los beneficiados son grandes corporaciones como Axon Entreprise que fabrica el arma eléctrica Taser o las cámaras corporales que utilizan las fuerzas del orden en los EEUU. En el otro extremo, están las comunidades afroamericanas más desfavorecidas sobre las que pesa siempre una sospecha.

Con unos y otros se encuentra Theo Anthony en All Light, Everywhere sin entrar en juicios de valor. “Creo que es complicado posicionarse porque tanto lo bueno como lo malo conviven todo el tiempo. Es un ejemplo reductivo, pero tanto los gobiernos como los anunciantes utilizan la vigilancia de manera invasiva en nuestra experiencia diaria. Pero ciertas formas de vigilancia, como por ejemplo para el rastreo del COVID, son esenciales”, sentencia. De esta forma, se convierte en el ojo subjetivo que mira y lo vemos detrás de la cámara en muchas ocasiones para delimitar un campo de acción impreciso. Tiene acceso a una reunión de residentes negros de Baltimore con Ross McNutt, fundador de Persistent Suveillance Systems, a un seminario del Departamento de Policía de Baltimore para presentar el uso de las cámaras que llevarán al pecho, y acceso total a Axon donde entrevista y graba a Steve Tuttle, ejecutivo de la compañía, convertido ante los ojos del espectador en un meme muy seguro de sus hazañas.

Las pistas que sigue Anthony son diversas porque sus pesquisas e interpelaciones también lo son. Algunas de ellas las plantea para tratar de esclarecer la ecuación que tiene en la cabeza y que nos lanza, invitándonos también a formular preguntas. “¿Qué está sucediendo realmente aquí? ¿Con qué aspectos de esto queremos vivir? ¿Quién usa estos sistemas? ¿Para qué se están optimizando? ¿Cuáles son sus externalidades? ¿Cómo podemos intervenir para que estos sistemas (y sus arquitectos) permitan un mayor sentido de humildad ante la complejidad de la experiencia?”. Esta última cuestión que formula, y que atañe a la experiencia, a todas luces parece ser la clave. El autor de Rat Film es consciente de que la práctica de mirar es subjetiva. Incluso las cámaras Axon que se colocan en el pecho de los oficiales y se usan como prueba fehaciente en los juicios, no es que estén trucadas, pero sí que contienen una lente gran angular que distorsiona el campo de visión. Entonces, ¿qué es verdad? ¿Se puede usar una representación de la realidad como algo verídico?

A pesar de todo, Theo Anthony no demoniza la tecnología. “No soy un ludita cuando se trata de tecnología”, asegura. Aunque igualmente puntualiza, “creo que se puede lograr un progreso social al mismo tiempo que se aumenta la desigualdad social”. Por esa razón, prefiere ser precavido y observar con detalle sus tentativas. “Realmente me gusta abogar por mirar ejemplos específicos, para comprender cómo estos sistemas interactúan con un contexto local único”, reconoce. Prefiere no caer en el sesgo tampoco al hablar, pero a pesar de ello acaba por tomar posición. “Una cosa que diré es que siempre debemos ser escépticos sobre las formas en que la tecnología usa constantemente el lenguaje de lo nuevo para expresar deseos y miedos eternos: el deseo de controlar, el miedo a la incertidumbre, a la muerte, a estar solo. Siento que, en un nivel profundo, el miedo al fracaso de satisfacer estas necesidades humanas básicas es lo que a menudo conduce a estos violentos abusos de poder en todos los niveles de la organización social”.

Sobre el avance tecnológico también reconoce que “es un problema muy antiguo, que me hace sentir esperanza y pesimismo al mismo tiempo. Esperanza, porque está aquí justo frente a nosotros y es algo que podemos estar haciendo todo el tiempo. Y pesimismo porque el trabajo ha estado sucediendo desde siempre y todavía no podemos resolverlo”. Y cierra esta entrevista con una frase que le define y define su obra, “pesimismo en el intelecto, optimismo en la voluntad”.