Adrián Lavandera

Hablamos con Igor Legarreta y Josean Bengoetxea sobre religión, literatura, guion de cine y ADN vasco, a propósito del estreno de‘Todas las lunas’.

Todas las lunas | Igor Legarreta | StyleFeelFree
Fotografía del rodaje de Ilardi Guztiak. Todas las lunas de Igor Legarreta | StyleFeelFree

A tres bandas, entrevistamos al director Igor Legarreta y al actor Josean Bengoetxea con motivo del estreno nacional de Todas las lunas. El director nos asegura, que a pesar del toque fantástico, el tema principal de la película es la aceptación. Igor tiene respuestas a todo lo que le preguntamos. Y si no, responde Josean, que parece desenvolverse fenomenal tanto en clave cómica, como en el saxo, según él mismo comenta entre risas.

(Adrián Lavandera) Conversamos un poco si os parece. Serán preguntas muy sencillas

(Josean Bengoetxea) Igual tenemos hasta las respuestas por anticipado…

(Igor Legarreta) ¡¿Has visto la peli?!

(AL) ¡Claro, claro! Cómo no la voy a ver… La que no he visto ha sido la primera.

(Igor Legarreta) Esa está en RTVE.

(AL) Es un thriller, ¿no?

(Igor) Es un thriller que no sé quien me decía «¡qué de diferente esta segunda película de la primera ¿no?» Y yo contestaba, «sí, pero no». Son diferentes. La primera es un thriller, esta es fantástica, pero yo creo que hay una mezcla de tono. Un jugueteo con él. Vendía la primera peli diciendo que era un drama con clave de thriller, y con esta digo que es un drama fantástico. Es como que el drama tiene más peso en las dos historias que lo que presumiblemente tiene de género, tanto de thriller como fantástico

(AL) Lo que he visto en la segunda, sobre todo, ha sido un toque de hibridación. Si la primera tenía un toque dramático de thriller, con cultura vasca en acento argentino…

(Igor) Y había humor, había humor también…

(AL) la segunda por ejemplo tiene…

(Igor) No tiene argentinos… (risas)

(AL) Pero mezcla géneros ¿no? Hibrida un poco el terror con lo fantástico, sin llevarlo meramente al terror, ni solamente a la fantasía. En esta nos cuentas la historia de una niña vampiro que no genera terror, y que no comete actos malos.

(Igor Legarreta) Claro, es que nosotros empezamos tratando el mito del vampiro nada más. Pero poco a poco, lo que más nos interesaba, donde vimos que había un conflicto potencial, era en el tema de la inmortalidad. Esa característica del vampiro que le hace trascender la muerte, no morir de causas naturales etc, no es un tema super original, pero tiene un punto diferente. Lo que vimos enseguida es que nuestra protagonista no era un monstruo como Drácula. Es un personaje que mata, que necesita matar para alimentarse, que tiene su perfil de monstruo, pero nosotros intentamos que no lo fuese. Queríamos que fuese un personaje consciente de lo que conlleva la inmortalidad y que quisiese revertir ese proceso. Por tanto los colmillos afilados, la sangre, los asesinatos… eso se fue quedando por el camino y nos ha permitido alejarnos de los tópicos del género. En alguna ocasión lo he contado de hecho, el personaje protagonista es un concentrado de humanidad. Está desesperadamente necesitando volver a sentirse humana, volver a sentir la muerte y recuperar un proceso.

(Josean Bengoetxea) La diferencia con otras historias es que nace humana…

(Igor) Además, sus doce primeros años de humana tampoco han sido muy felices ni saludables. Es huérfana, pobre…

(Josean) Claro, pero la diferencia es eso, que a diferencia de otros clásicos aquí se narra el proceso entero.

(AL) La marca personal se nota. Y da pie, de hecho, a imaginar motivos por los que la película se ha creado. En la anterior, por ejemplo, no se hablaba euskera. Pero en esta sí. Además, he visto un pequeño guiño a caperucita roja que me ha dado pie a imaginar que quizás narrábais una historia mitológica vasca.

(Igor Legarreta) Pues hay mucho del imaginario del cuento clásico. Que también es lo que te decía antes, que es muy difícil abstraerte de lo que has mamao desde niño. Respecto a la mitología, me pasó por ejemplo que en un pase privado, una chica me dijo que le había encantado la película porque tenía todo el rato la sensación de estar viendo una película basada en un hecho mitológico real vasco. Pero no, porque luego te das cuenta de que está todo inventado. Entonces ese verismo creo que es bonito. La peli rezuma ADN vasco.

(Josean Bengoetxea) Bebe mucho sí.

(Igor) A mí eso me gusta eh. El no haber hecho una película sobre algún ser mitológico vasco y hacer una película sobre el mito del vampiro, pero llevada hacia nuestro territorio.

(Josean) Estamos influidos…

(Igor) Te doy un ejemplo, el diseño de vestuario de Itziar Ituño es un diseño real basado en un vestuario real, de gente que utiliza la ropa para taparse del sol. Lo hacían en el valle de Salazar, si no me equivoco, y llevan una doble falda para esto mismo que te digo. Nosotros hemos construido todo el relato a partir de la tierra en la que anclamos la historia. Pero hemos partido del mito universal. Yo creo que eso es muy atractivo, como lo que decíamos del euskera. Es que ¿en qué idioma van a hablar estos personajes en el norte de Navarra a finales del siglo XIX? Pues van a hablar en euskera. Eso es lo que le va a dar verdad al relato por encima de otro idioma. Pero estás contando un relato que no existió, que es fantasía. Esa mezcla en la que tu corazón siente que eso es verdadero y tu cabeza dice «no, no lo es», creo que es, que es bonito.

(Josean) Claro, es que básicamente estás jugando con el inconsciente mitológico del que bebes y después está tu cabeza repleta de todo lo que has visto y leído en el cine y la literatura.

(Igor) Se pregunta mucho últimamente, por ejemplo, por el auge del cine rodado en euskera. Es una pregunta que surge. Yo creo que, a parte de que seguro que habrá otros motivos, al espectador le apetecen historias… no sé si deslocalizadas, pero al fin y al cabo, historias que hablen de universos y microcosmos más realistas. Un día igual me apetece ver una película rodada en Polonia por un director polaco, y en polaco. Si la historia luego es atractiva y tiene ese corazón que la hace universal, da igual. De hecho, agradeces que no sea una película estadounidense rodada o en Nueva York o en Los Ángeles. O una película española rodada en Madrid. Durante mucho tiempo parece que la ficción española ha pasado por rodar en Madrid. Yo recuerdo escribir mis primeros guiones hace veintipico años y había una inercia que te llevaba a Madrid, porque se rodaba en Madrid. Y eso es falso, porque hay otras realidades.

(AL) Es curioso, porque de hecho tenía apuntadas dos referencias de tu peli, y son las dos americanas. Una es El bosque de Shyamalan y otra es La bruja de Eggers.

(Igor Legarreta) Sí. Pueden ser referencias, sin duda. Pero hay una película que es referencial y que es Déjame entrar de Tomas Alfredson. Es sueca, y trata el tema del vampiro, con la prota que es niña. Además es una película más clásica de vampiros, pero con temática social, que trata el bullying. Entrevista con el vampiro también, que habla de la maldición de vivir para siempre. Esa niña ¿no? Que siente en un momento dado que es una mujer atrapada en un cuerpo infantil. Esas son referencias evidentes, como los Viajeros de la noche… o sea, son muy diferentes, pero pelis que tienen elementos que han caído al caldero donde hemos cocinado la película. Pero también la tiene Tasio, Shyamalan, incluso Antía… todas son películas muy referenciales.

(AL) ¿Y de literatura? ¿No os habéis basado en el romanticismo gótico del XIX? He llegado a ver a la niña alrededor de un lago, como a los poetas ingleses.

(Igor Legarreta) Literatura… el Romanticismo en general está muy presente en la película. Ese aspecto trágico, el amor como catalizador… Me puedo poner pedante, hablar de Drácula también, pero mira, yo me leí un libro que se titula El alma del ateísmo que es de un escritor francés llamado André Comte-Sponville… Me encantó, y te diría que tiene más de ese libro que de cualquier otro, incluso frases basadas en ese libro. En cuanto a cómo hemos vivido la religión, cómo nos ha influido… Hay un momento muy sencillito pero muy significativo en la película, sobre la necesidad que se crea con la niña, de decidir si es un ángel o un demonio. Todas estas cosas de decidir entre blanco o negro, cielo o infierno, condena o paraíso… ¡Y estamos en el medio! ¡No somos eso! Somos humanos, llenos de miserias, llenos de virtudes, llenos de oscuridad y llenos de luz. La guerra, que es un elemento que aparece en la película, es un elemento que actúa de telón de fondo pero desaparece. Y viene un poco a traernos eso. Esa oscuridad que creamos y provocamos nosotros, que no es un invento de nadie más que de nuestra humanidad. Y mira, de hecho esa es una referencia literaria que me acaba de venir así, un poco intensita, pero que es un librazo, así que si alguien lo quiere leer, pues maravilloso.

(AL) Has dicho amor y religión, pero diría que el tema principal de la película es otro. Lo veo más enfocado a la vida y la muerte.

(Igor) El tema… ¿el tema? ¿el tema de la peli? ¡¿el temazo?! (risas) Pues mira, yo creo que la peli toca diversos conceptos. Pero para mí el tema, si tengo que escoger uno, sería la aceptación. ¡Toma ya!

(Josean) ¡Lo acepto!

(Igor Legarreta) La película habla sobre una niña que vive en algo que es oscuro. Y de repente, llegan unas luces, que en este caso son las luces de guerra, y que además vienen acompañadas del miedo. A partir de ahí el miedo a la muerte, el miedo al dolor, el miedo a la oscuridad, a lo desconocido, que está todo el rato presente en la película. El miedo a morir, que le lleva a ella a ser ayudada por ese personaje que le llega del bosque. Y todo el viaje es un proceso de ir interiorizando todo eso terrible de la vida, que estos vampiros han querido postergar o sortear, que es lo que también vende la religión. La religión se nutre principalmente del miedo a la muerte. Nos ha traído una solución al miedo primigenio de tener miedo a morir o a que mueran nuestros seres queridos. La religión nos ha dicho «no os preocupéis que hay un plan, y hay una vida que no acaba nunca». Una vez que mueras, si eres del club, estarás con tus seres queridos, que te están esperando allí. El personaje de Cándido en ese sentido, yo lo veo clarísimo. A él le han vendido una moto que no acaba de comprar, porque no le llena, porque no puede, porque la vida es así y le ha golpeado con dureza. Entonces la película termina con una niña que recupera una muerte arrebatada, sintiendo que es la única forma que tiene para poder disfrutar de una vida con sus luces y sus sombras. Ella lo acepta, acepta como es la vida. Pero bueno, se puede hablar del amor, de la fe, de la muerte… ¿Para ti cual es el tema Josean?

(Josean Bengoetxea) Bueno, para mi lo que hemos hablado estos días, la inmortalidad, la muerte y la vida sobre todo.

(AL) Yo he tenido la sensación de que la protagonista sentía al final que la vida sin muerte no es vida.

(Igor Legarreta) Otra frase clásica es «La muerte te da perspectiva respecto a la vida». Es la que te hace disfrutar de lo que te gusta. Inconscientemente hay una sensación de que esto va a terminar. El personaje de Cándido tiene una frase en su proceso de muerte, la cual yo veo como una muerte natural y apacible además, y claro, como él ha tenido el regalo de poder despedirse de su hija esta vez, le dice «ahora sé que el paraíso cabe en una mano». Ahora me doy cuenta de qué va esto. El paraíso está en el amor, en el estar vivo, en las relaciones. Lo demás es una moto.

(AL) ¿Esa frase salió de primeras en el guion? Porque he visto una cosa muy chula en la peli, y es que la protagonista pasa por diferentes fases hasta encontrar a Cándido, casi a la mitad de la cinta. Eso la hace muy dinámica. Uno siente que pasa por diferentes procesos hasta que llega al tema principal. Ese toque, para mí, es lo que la hace más literaria, y lo que me hace pensar en Dickens o Mary Shelley de referencias.

(Igor Legarreta) Mmmmmmm… jo… pues mira, la verdad es que no lo había pensado. Con la estructura del guion siempre tuve un poco de respeto. Simplemente decidimos acompañar a la niña en su viaje, de la mano. Está viva, está a punto de morir, aparece una señora, la señora le cura… pero tú descubres con ella. Cuando estábamos en el proceso alguien planteó que quizás era mejor saber antes que la niña es un vampiro. Pero para mí es más chulo descubrirlo con la niña, con ella de la mano, a ver que siente cuando mata a un animal en una madriguera. Cuando llegamos con Cándido hay un poco de ruptura en el punto de vista, solo algo, pero es un viaje con la niña. Es verdad que la estructura es un poco particular, y yo tenía miedo de que la película nos quedase partida. Porque hay una primera parte, y después hay otra segunda que es cuando llega Cándido.

(Josean) Yo siempre sentí en la primera parte que la niña estaba huyendo, que había un proceso de huida. Todo el rato escapándose, sobreviviendo… Y después hay un proceso de búsqueda, de aprendizaje, consciente además.

(Igor) El punto de inflexión es la cueva. Es cuando se vuelve activa diría yo. Y quemándose además, insistiendo. Es el salto de fe de la historia. Esa es la apuesta que pusimos sobre la mesa. Yo siempre he dicho una cosa. Si esta peli la hubiese hecho Shyamalan, Cándido sería el protagonista, y la historia empezaría con un señor en un castillo, triste y apagado. Entenderías que algo le ha pasado. Entenderías que ha colgado un cepo para los lobos, y que de repente ¡boom!, encuentra a una niña. Ahí dices… ¡hostia! ¿ahora qué? Ahora a averiguar que la niña no es normal… Habría más misterio diría yo, pero no habría viaje. ¡Espero que no me diga nada Shyamalan…! (risas otra vez)

(AL) ¿Solo escribes guiones o también literatura? He visto en otras entrevistas que mencionabas el tema de la fábula. Y sin duda la decisión de no ser Shyamalan creo que es lo que aporta este toque.

(Igor Legarreta) Solo guiones. Y siempre me he sentido obligado a ello. Porque cuando empecé hace años yo me tenía por director. Empecé a hacer los primeros cortos pero había que escribir una historia para rodar… entonces bueno, escribí las primeras historias. Después, a la hora de hacer largos no los encontraba suficientemente estimulantes y dije ¡voy a hacerlo yo! Y aquí estamos… pero también te digo que sufro mucho en el proceso. Me gusta mucho, pero sufro en él. Por eso me gusta escribir en equipo con Jon Sagalá, en este caso, compañero de la facultad.

(AL) ¿Qué disfrutaste más en tu caso, la escritura o el rodaje?

(Igor) La escritura fue muy muy dura. Y muy larga. Escribimos una primera historia que sirvió de embrión de esta. Pero después no tenía nada que ver. El problema principal fue que nos costó encontrar el tono. Empezamos a darle vueltas al vampirismo pero bueno… nos costó. Y el rodaje también fue duro. Yo creo que es mucho más disfrutable el rodaje. Ya sabes que la película se va a hacer y que la estás haciendo con el equipazo que hemos tenido.

(Josean Bengoetxea) Sí… Nos pilló el COVID. Tuvimos que parar dos meses. Y a nivel dirección y producción lo saben ellos más pero… tomar la decisión de rodar o no rodar… era duro. Además la niña crecía… (risas) ¡Y es que además siendo vampiro en la película, que no puede cambiar físicamente! (risas otra vez)

(Igor) Yo estaba agobiao, porque con doce años los niños crecen mucho. Paramos el rodaje y ahora lo ves con distancia y dices bueno… dos meses de parón vale. Pero en las primeras semanas había todo tipo de planes. Yo llegué a escuchar que igual teníamos que rodar en febrero de 2021. Y yo… ¡pero si estamos en marzo! No hay racord. Además nos consta que fue el primer largometraje en España que reanudó el rodaje después del estado de alarma.

(Josean) Y luego ya sabes cómo es el norte… todo el rato en exteriores. No se aprecia bien en la película toda la lluvia que cayó, créeme. Hubo un día durísimo que casi tuvimos que parar por la lluvia, con la niña por ahí, diluviando…

(AL) Supongo que os lo preguntarán mucho pero ¿qué tal fue rodar con la niña (Haizea Carneros)?

(Josean) La niña es una maravilla. La niña te enamora. Le ha dado todo el corazón que necesitaba a la película. Ha hecho que todo el equipo se haya involucrado porque ella también lo estaba dando todo, y fallar a una niña… Nosotros antes de empezar a rodar nos autoconfinamos con sus padres, la coach, dirección y foto ¿no? Como ocho personas en un caserío durante doce días y bueno… fue un Gran Hermano antes de empezar a rodar. Se estableció una relación muy potente. Ella ya se ve que es muy humana en la película, tiene magnetismo.

(Igor) Es la joya de la corona.

(Josean) Aprendió muy rápido. Porque ya sabes que los niños no tienen experiencia, son niños… y ella además ¡no quería ir a la audición! Fue a acompañar a sus amigas porque todas iban. Y al final se empezó a animar y mira… la típica historia. Pero es que uf, aprendió muy rápido. Pasó por un viaje entero. Por un montón de emociones. Si a mí me costó veintipico años aprender, luego la ves a ella y mira… en un mes. Y lo hizo. Con la magia del director y la coach.

(Igor) Ella no había hecho nada anterior, y creamos un grupito de coach con ella. Todo genial.

(Josean) Cada uno tiene sus propios problemas para actuar. Ella por ejemplo, como anécdota, cuando tenía que sacar la rabia le daba la risa. Porque claro, con todo el mundo alrededor y siendo tan dulce… (risas) Es muy valiente.

(AL) ¿Tenéis pensado próximos proyectos juntos, tanto vosotros juntos como con ella?

(Igor Legarreta) Yo ahora tengo dos proyectos sobre la mesa. Y nada cien por cien claro. Tengo una comedia de corazón dramático, una dramedy. Y luego un drama de verdad por los cuatro costados. Pero no. Quiero estar en calma primero después de todo el proceso.

(Josean) Yo sigo con el saxo ¡escribe eso en la entrevista!