Hablamos con Lucas Bolaño, mejor conocido como Estrella Fugaz, sobre los paisajes a los que transporta en tiempo, sonido y espacio su recién publicado segundo álbum ‘Luminosa’

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En la fotografía (de izq a der): Ricardo Ramos, Lucas Bolaño, Javier Carrasco | Foto: © Sergio Albert | StyleFeelFree

Lucas Bolaño (Toledo, 1981) es músico, productor, padre, licenciado en Bellas Artes, guitarra en La Estrella de David y encabeza el proyecto musical Estrella Fugaz. Un proyecto a veces dúo junto a Ricardo Ramos, que le acompaña a la batería desde los inicios de su carrera musical. El verano pasado se les sumó Javier Carrasco (Betacam) para tocar como trío en directo, y todo les va sobre ruedas. Prueba de ello es Luminosa, el segundo LP de Estrella Fugaz publicado hoy, 18 de febrero, de la mano de la discográfica Sonido Muchacho. Precisamente sus oficinas fueron donde, unos días antes de esta fecha tan esperada, nos reuníamos con Lucas para conversar acerca de su nuevo álbum. Aunque se llama como una de las canciones de su anterior disco, éste va varios pasos más allá y deja atrás toda limitación creativa. Una entrega fenomenalmente críptica —pero nada hermética— y muy electrónica.

(Jaime G.) Da la sensación de que, en comparación con el anterior —Un Sendero Fluorescente (Caballito Records, 2019)—, este álbum es más heterogéneo en cuanto a estilo. Sobre todo, este es mucho menos sosegado y, aunque el eje central sigue siendo el pop, cada canción transporta a un universo sonoro distinto…

(Lucas Bolaño) Quizá el otro álbum era un poco más folky, ¿No? Había un poco más de guitarra española, aunque aquí también. En realidad me pierdo un poco ya, porque entre que lo hago y cómo lo llevo a directo, que siempre cambia un poco… La temática del otro estaba más enfocada en la paternidad y la post-paternidad. Echando cuentas de las letras, te diría que éste es un poco menos sentimental y quizá tiene más humor.

(JG) En un tema, Las Plantas, sorprende una base un poco reggae. Y en el caso de No soy Colombiano también navegas por derroteros lejanos. ¿Qué te llevó a ello?

«Yo he escuchado mucho reggae y, de hecho, escucho música indie, pero diría que es lo que menos»

(LB) Sí, No soy Colombiano tiene un rollito world music (risas). Es verdad que en Un Sendero Fluorescente la canción que más se iba por otros lados quizá era Luminosa. Tenía un final menos pop, por así decirlo. En éste creo que es más descarado el cómo aparecen ciertas músicas que escucho. Al igual que en el Sendero había guiños al dub, en éste es más obvio. Yo he escuchado mucho reggae y, de hecho, escucho música indie, pero diría que es lo que menos. En No soy Colombiano intenté hacer un acercamiento a la cumbia. Soy hijo de colombiano y es música que he escuchado desde pequeñajo. No es algo que quiera hacer y me parecía ridículo intentar algo estilo cumbia roots, así que hice unas pruebas y derivó en esto. Algo de electrónica, un poco de drum&bass, breakbeat… no sé, una mezcla.

(JG) En su conjunto, el LP se siente como un viaje por distintos sonidos, pero también por la cotidianeidad de lugares y momentos muy concretos. El altillo de la casa de tus padres —en la que también mezclas estilos— es un viaje al pasado algo más lejano. Ahí aparecen la infancia en los ochenta y la adolescencia en los noventa en clave autobiográfica pero también nostálgica. Sin embargo, la nostalgia es algo que parece que dejas atrás, en esta segunda entrega, en comparación con la anterior.

(LB) Creo que Un Sendero Fluorescente era más nostálgico y un poco más ñoño. Quizá este disco mira más hacia delante y rompe con ciertas cosas. Aunque siempre me gusta tirar de imágenes del pasado, sumergirme en lo cotidiano, intentar unir mis sentimientos con la peña que lo vaya a escuchar. Buscar ese punto de encuentro. Pero al mismo tiempo, sí que rompe un poco con el pasado porque no habla demasiado del tema de la paternidad y demás.

(JG) ¿Cuánto cambia una canción de Estrella Fugaz desde el momento en el que se te ocurre hasta que está terminada y lista para publicarse?

(Lucas Bolaño) Pues depende. Por ejemplo, el tema tres de este disco, que creo que es Mortadela y Filemona, lo empecé tal cual y así más o menos acabó. Excepto en el final, que hace como un rollo dub. Pero hay otras, como la de Uhura y Sulu, que tienen muchísimas vueltas. En esa empecé trabajando sobre una base que hizo Betacam con modulares y es la canción del disco que más ha cambiado sin duda alguna. Justo ahora estoy exportando unos proyectos para ensayar este fin de semana y hay tela ahí, mucha variación…

(JG) Justamente Mortadela y Filemona teletransporta a ese espacio tan extraño y sepultado de nieve en el que se convirtió Madrid por unos días en 2021. ¿La escribiste entonces?

(LB) Fue justo cuando se estaba yendo la nieve o un poco después, durante ese tiempo. Esa es como muy inmediata. Me apetecía transmitir una imagen no tan idílica de la nieve. A mucha gente le gusta toda esa historia, y yo la odio. Pero sí, esa sensación y ese entorno que se generó, ese frío, esa destrucción de todo, coincidiendo justo con el rollo de la pandemia… No sé, me gustaba esa imagen. Pero bueno, las canciones cambian. Lo que más me cuesta de todo el proceso son las letras. Intento hacer letras con las que me quede realmente contento y es lo que más me cuesta en realidad.

(JG) ¿Suelen ir primero las letras o la música?

(LB) Un poco a la par. No tengo la típica libreta. Hay gente que tiene una libreta en la que escribe y luego eso lo aplica a una base, pero yo no tengo cosas prescritas. Algunas veces apunto ideas, pero siempre me parecen una basura después, así que suelo abordarlo sobre riffs que ya tengo. Y bueno, suelto ideas que me resultan atractivas o cosas que me preocupan en el momento y parto de ahí para elaborarlo.

(JG) Entonces te sientes mucho más músico que escritor o compositor

«Me tomo muy en serio las letras, pero no diría que soy una persona de letras»

(Lucas Bolaño) Pues sí, o sea, no sé. Me tomo muy en serio las letras, pero no diría que soy una persona de letras. No soy demasiado lector, pero sí que me las curro y me preocupo cada vez más de eso. Me preocupa no hacerlo bien. Pero bueno, sí, soy más músico en realidad. Es lo que más me gusta, lo que menos me cuesta y con lo que más disfruto. Pero me gustan las dos, ¿eh? Me gusta hacer una letra con la que esté satisfecho, obviamente.

(JG) Al igual que en tu anterior LP, la ciencia ficción vuelve a estar muy presente en Luminosa. ¿De dónde viene tu fascinación por este tipo de narrativas y el deseo de incorporarlas a tus letras?

(LB) Sobre todo, porque me mola. Yo soy de los ochenta, y entonces se hizo mucho cine de ciencia ficción y además de bastante calidad. Me gustan las pelis antiguas de ciencia ficción y es el género que más me llama. Supongo que lo irreal y lo raro me gusta. Siempre aparece, siempre en forma de guiños a series o a lo que sea. Aquí [en el nuevo álbum] hablo de Star Trek, por ejemplo.

(JG) Decía la escritora Ursula K. Le Guin (EE. UU, 1929 – 2018) que “la ciencia ficción es una gran metáfora de la vida”. Es algo en lo que no puedo evitar pensar al escuchar los que probablemente son mis versos favoritos de todo el álbum. “Mascarilla y patinete en el futuro / Un planeta gobernado por señores con puros / Yo esperaba otra cosa, te lo juro”, cantas justamente en el tema Uhura y Sulu en una nave de blancos. ¿Vivimos ya en la peor de las distopías futuristas?

«Es un futuro de mierda que nos hemos labrado frente a lo que esperábamos que podía ser»

(LB) Pienso mucho en esa imagen del futuro de Regreso al Futuro, con la gente viajando en monopatines aéreos y llevando esas zapatillas. Y realmente a lo que hemos llegado es a un patinete, una mochila de Glovo y sueldos precarios. Es un futuro de mierda que nos hemos labrado frente a lo que esperábamos que podía ser. Sí, creo que vivimos en una distopía total. Ahora más que nunca.

(JG) Esto me lo comentaba un amigo hace tiempo y me resulta gracioso. En la canción La revolución será de pago, de tu anterior álbum, hiciste una predicción accidental de lo que fue el confinamiento. En concreto cuando dices “La calle está cerrada / Abierto el centro comercial”, y luego “De pasear por los parques / A pasear por Amazon”.

(LB) Tuve un sueño (risas). No, pero creo que es una realidad que incluso antes del encierro es así. Es decir, está prohibido hacer un picnic en una plaza y te puede llegar a echar de ahí la policía. No puedes habitar lo que es un espacio público, pero te lo ponen todo a huevo para que vayas a un centro comercial. No vas a pasear por los parques o porque no tienes tiempo, ¿Y cómo lo suples? Pues metiéndote en Amazon y comprando cosas que luego no tienes tiempo para usar.

(JG) Los protagonistas de Uhura y Sulu en una nave de blancos, que mencionábamos antes, son Nyota Uhura y Hikaru Sulu, dos personajes de Star Trek. Podría decirse que son a este álbum lo que Max y Ellen —Max Rockatansky (Mad Max) y Ellen Ripley (Alien)— fueron al anterior. ¿A qué otros dos personajes les tocará en el siguiente LP?

(LB) Pues la verdad es que no lo había pensado así. Al igual que en Max y Ellen eran personajes que admiraba, en este caso Uhura y Sulu son la minoría étnica de la nave Enterprise. Me hacía gracia compararlo a la gente de a pie trabajando para los bancos, que los tienen subyugados y aplastados. Aquí no se trata tanto de una admiración hacia los dos personajes como de una crítica así, jocosa. Y respecto a los personajes que metería pues no lo sé, no lo he pensado. No sabría decirte… me has pillado ahí.

(JG) Siguiendo con el tema de las referencias, ya solo la letra de UNA DDH Y EL ELECTR-O-PURA es un océano de alusiones de todo tipo. La Nochesfera es de la serie Hora de Aventuras, el Electr-O-Pura es un álbum de Yo La Tengo, DDH es un tipo de cerveza… ¿Cómo llega todo esto hasta tus canciones?

(Lucas Bolaño) Muchas veces hago como una especie de ejercicio estético. No es como que esté rapeando, pero bueno, te sueltas unas barras hablando de cosas que te molan. En este caso eran dibujos, discos, cosas que consumo… yo que sé. Las meto porque son familiares para mí y es como decorar tu cuarto a tu gusto. Así también acabo conectando con gente a la que le gusta lo mismo y que luego te acaba escribiendo. Me gusta ese rollo. De hecho, en UNA DDH Y EL ELECTR-O-PURA sí que pretendía hacer una especie de rap, o rapear más, pero pensé que no quedaba bien. No me gustaba como estaba quedando. Sí que hice como esas barras de rapero, pero más cantadas, y me gustó el resultado.

(JG) ¿Entonces dirías que tu proceso se parece más a lo que sería escribir rap que a escribir pop?

(LB) No sé, tampoco escucho mucho rap. Me mola mucho por ejemplo Mucho Muchacho, pero tampoco es que sea un género que escuche. En este caso era un ejercicio estético y quería hablar de cosas con las que me siento cómodo, preocupaciones… Lo suelo hacer así, a veces es como autoayuda, otras para quitarte mierda de encima.

(JG) Para esta canción unes fuerzas con la artista madrileña Valdivia. ¿Cómo os conocisteis? ¿Cómo surgió esta colaboración?

«Me apetece colaborar, más que con otros músicos, con otras voces»

(Lucas Bolaño) Conocí a Valdivia porque en ese momento los dos estábamos en la misma agencia de contratación. La fui a ver a un concierto y tocamos juntos en el Microsonidos de Murcia. Hicimos un viaje Estrella Fugaz y Valdivia, y ahí surge una relación de amistad. Después le hice la producción de cuatro temas de los que han salido un par y el resto saldrán en breve. Y en ese tiempo se me ocurrió que podíamos colaborar. Tiene una voz que es muy guay, me flipa como canta y cuando grabas ves la facilidad que tiene. Sobre todo, me apetece colaborar, más que con otros músicos, con otras voces. Al final, tenía la oportunidad de trabajar con amigos, y qué mejor manera.

(JG) Luminosa figura como grabado, producido y mezclado por ti en Casita Fugaz Estudio, tu casa. ¿Cómo quieres llevar tu propio estudio?

(LB) Pues la verdad es que no lo sé. Yo grabo en casa de toda la vida, al principio porque no tenía otro sitio y ahora porque es más cómodo, también económicamente. Puedo estar trabajando un día hasta las dos de la mañana y en diez minutos estar en la cama. A veces es un poco demasiado, porque no desconectas, pero al final puedo hacerlo en cualquier momento, en pijama, a cualquier hora… Ahora estoy haciendo curros con otra gente: he grabado a Valdivia, mañana mismo tengo un curro de producción y otras cosas están en marcha. Quiero que funcione como trabajo también. Realmente yo trabajo un poco en todo, supongo que como mucha gente.

(JG) Hoy en día hacer música está al alcance de todo el mundo, pero dedicarse a ello profesionalmente en condiciones respetables no es tan sencillo. Creo que a menudo se confunde democratización con precarización…

«Obviamente, ahora vivimos en una precariedad generalizada y no creo que en la música sea algo diferente»

(LB) Si hablamos a nivel de grabación creo que existe una democratización real, hay muchísimo equipo muy barato que antes no existía. También hay más oportunidades a la hora de grabar, y un montón de plataformas en las que de una manera súper inmediata puedes colgarlo. Y si hablamos de que a nivel bolos y directos todo es más precario que antes… pues no sabría decirte. Yo siempre he vivido en la precariedad de la música. Obviamente ahora vivimos en una precariedad generalizada y no creo que en la música sea algo diferente. Pero vamos, creo que ahora hay mucha más facilidad para hacer cosas que antes.

(JG) Tu anterior álbum, Un Sendero Fluorescente, salió adelante fruto del programa de Residencias Artísticas de Matadero, en Madrid. Iniciativas como estas apuestan por la cultura en común y favorecen la creación artística y musical fuera de las lógicas comerciales. Sin embargo, no se valoran desde la política institucional, por lo que sobreviven a duras penas o terminan por desaparecer. ¿Están la cultura y la música independiente en crisis?

(LB) Yo creo que la cultura verdaderamente independiente siempre vive en el underground y en la precariedad, y no creo que eso haya cambiado. Sí que es cierto que con la beca de Matadero promovían propuestas que de otra manera no hubieran tenido cabida. La mía por ejemplo era mucho más pop, pero la de mi compañera en ese momento, Ivankovà, era una propuesta experimental. Algo por lo que nadie con dinero habría apostado porque no es algo que vaya a generar un beneficio económico. Son músicas que yo llamo marginales y que me flipan, pero que no son para todo el mundo y no generan dinero. Para mí fue un bombazo que me dieran esa beca, porque, de hecho, estaba súper perdido, no sabía qué hacer. Estaba totalmente desilusionado, así que fue un poco el petardo en el culo que necesitaba para poder arrancar. Si no, hubiera seguido haciendo música, pero de una forma mucho más precaria. En Matadero tenía pasta para producir, un espacio, tiempo… era increíble. Por allí han pasado propuestas como Caliza u Ojo Último que se han aprovechado guay y que son muy interesantes. Era un soplo de aire que se han acabado cargando, como pasó con las Residencias de Red Bull. En fin.

(JG) Creo que lo mejor del momento que está viviendo la música independiente es la cantidad de proyectos que han nacido en la última media década. También las iniciativas autogestionadas como el Madrid PopFest, en el que actúas a finales de este marzo. ¿Qué te parece el panorama actual?

«Siempre hay gente que tiene necesidad de hacer cosas y mientras unos se van hundiendo, otros van saliendo a flote»

(Lucas Bolaño) Te diría que no estoy muy dentro de la escena, quizá porque no tengo tanto ocio nocturno como antes. Si me preguntaras hace unos años sí que te diría espacios autogestionados a los que iba que tenían bastante movimiento. Igualmente, eso es algo que siempre está ahí. Siempre hay gente que tiene necesidad de hacer cosas y mientras unos se van hundiendo, otros van saliendo a flote. Independientemente del poco dinero que haya, eso no creo que cambie nunca. El Madrid PopFest tiene bastantes años y es una iniciativa que hacen muy por amor al arte, pero por otro lado hacen sold-out siempre. Tienen mucho apoyo.

(JG) Ya por último, resulta intrigante ese último corte de apenas un minuto con el que termina el álbum, La canción secreta. ¿Qué secreto esconde?

(Lucas Bolaño) Claro, a no ser que entiendas chino, no entiendes lo que dice la letra. Quien canta es una colega de Taiwán. Nos conocimos en la época de MySpace, cuando yo tenía otro proyecto que se llama Experimental Little Monkey (ELM). Nos mandábamos archivos de audio y yo le pedía que me tradujese cosas o que grabara otras en inglés, en chino… O incluso que me hiciera grabaciones de campo de Taipéi. Ella colaboraba en todos los discos de ELM y, aunque realmente no nos conocemos en persona, es alguien que siempre ha estado presente. Me pareció divertido meter esa canción que en principio iba a ser un corte que iba a ir escondido, pero finalmente se quedó así. Tampoco tenía claro cómo hacer eso en digital así que bueno, acabó con ese nombre. En La canción secreta ella recita unas líneas que yo le pasé y que hablan sobre el concepto del disco. Ese ya lo tendréis que descubrir vosotros.