Rosana G. Alonso
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Acompañada de Raül Refree, Marta Lallana ha pasado por el Festival de Cine de Gijón para presentar ‘Muyeres’, una película que sigue el rastro de las últimas guardianas de los romances y cantares populares asturianos

Marta Lallana | Entrevista por Muyeres | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de Muyeres de Marta Lallana | StyleFeelFree. SFF magazine

“Ahora solo hay naturaleza, casi como que devora el paisaje”. Con esta frase define Marta Lallana (Zaragoza, 1994), directora de Muyeres, el espacio que transita su primera película dirigida íntegramente por ella y grabada en Asturias en las localidades de Cangas de Narcea; Trasmonte, en Las Regueras; y Salas, en Tineo. Anteriormente, compartió la autoría de su primer largometraje, Ojos negros, con Sandra García, Iván Alarcón e Ivet Castelo. En solitario, pero con la determinante presencia de Raül Refree, que ha participado activamente como compositor de la banda sonora e intérprete que vaga por el metraje en su condición de conductor de un relato que franquea hasta confundirse con él, Lallana pone su sello en una cinta que va encontrado su propio acomodo. Puesto que el proyecto surgió con el ímpetu que provoca el primer alumbramiento, según fue avanzando la investigación esta fue abriéndose a su propia realidad. Si el germen se gestó en 2019, el primer contacto real con las fuentes fue en enero de 2020. Aún así, no fue hasta junio de 2021 cuando se cerró el casting. Entre medias, la pandemia del COVID paralizó el proceso durante un tiempo dejando testimonio de algo que estaba a punto de desaparecer: el cantar popular asturiano que propiciaba la sororidad entre mujeres en una atmósfera de trabajo —los quehaceres del campo— y fraternidad.

Todo comienza con un viaje que hizo Refree por Asturias en compañía de Rodrigo Cuevas en la búsqueda de materiales para Manual de cortejo, el disco del asturiano. Cuando regresó a Barcelona no dudó en compartir impresiones con Marta Lallana. Amigos desde Ojos negros, cuando Refree realizó la banda sonora de la película que esta co-dirigió, instantáneamente le contagió su conmoción por la experiencia. Estaba entusiasmado con lo que se había encontrado en las aldeas asturianas. “Yo llegué a Barcelona completamente enamorado de Asturias. Del territorio, de las muyeres, de lo que había visto”, explica en conversación con SFF durante la 61 edición del FICX donde presentaba Muyeres junto a Marta Lallana. “Lo que había visto me parecía algo que se estaba extinguiendo, aunque aún se podía ver y vivir”, detalla. Así que, con la euforia todavía en el cuerpo, era fácil contagiar su estado de ánimo a su amiga. “Se lo conté tan apasionadamente que ella confió en mí, de algún modo, y escribió una peli fantástica”, concluye.

Lallana no solo escribió una peli, que en realidad fueron dos porque en un momento determinado tuvo que reescribirla, sino que contó con Refree como protagonista. Él aparece como una especie de narrador silencioso que atraviesa el paisaje buscando encontrar puntos de conexión entre este y lo que evoca. Esto es, entre el paisaje y el escenario que configura como manifiesto inequívoco de un cambio estructural. De esta forma, ensambla el pasado al presente haciendo evidente un contexto: las mujeres, las muyeres del filme que conservan los últimos romances asturianos recogidos por la tradición oral, estaban desapareciendo. Y con ellas, el patrimonio cultural ligado a una región. Por eso, el título, más que dejar seña de su existencia, es un homenaje. A las que están y participan, pero sobre todo, a las que ya no están. Una vez puesto en marcha el proyecto, la película da un giro cuando una de estas mujeres fallece y la idea inicial se interrumpe. Había que volver a empezar. Y en ese volver a empezar, el itinerario que se configura anuncia un relato urgente. Uno que dibuja un presente que remite a conceptos permeables en nuestro tiempo. A saber: el abandono, la soledad, la memoria, la desmemoria, la vejez, los cuidados o la migración.

Para ponernos en situación: el proyecto parte de un viaje a Asturias que Raül Refree realiza. De ahí, comienzas a pensar en la posibilidad de llevar a cabo un proyecto que acaba resultando en Muyeres.

(Marta Lallana) Sí, claro. Para mí, lo que me cuenta Raül era totalmente desconocido. Fue a raíz de que él comenzara a trabajar con Rodrigo Cuevas que yo comenzase a investigar desde mi habitación en Barcelona. No fue hasta medio año más tarde que yo hice mi primer viaje al terreno.

Pero, ¿era tu primer contacto con Asturias?

(Marta) No, ya había venido, pero, claro no de esta forma.

No a zonas rurales.

(Marta Lallana) Claro, no en este sentido. Y fue en este primer viaje cuando, bueno, resulta que algunas mujeres de las que Raül me había hablado no pude conocerlas porque en ese tiempo que hubo entre medias, algunas habían fallecido.

Habían pasado seis meses, ¿no?

(Marta) Sí, incluso es posible que más.

(Raül Refree) Yo ahora estoy recordando que justo fue llegar a Barcelona y ponerte unos materiales [dirigiéndose a Marta], incluso algunos que había grabado con el móvil. Y hablar. Y tú entusiasmarte muy rápido. Creo que pasó tiempo, sí. Y hay algo importante y es que lo que yo le conté a Marta y lo que ella se encontró ya era distinto. Muchas de las mujeres ya no estaban o estaban muy enfermas.

Pero tú, Raül, las conociste y las oíste cantar.

(Raül Refree) Sí, por ejemplo, Gelita que era una de las mujeres que pude visitar, y que me entusiasmó, tenía que estar en la película y, al final, no pudo ser. Es que son gente muy mayor y además viven en aldeas muy pequeñas, muy remotas. Es difícil acceder a ellas y necesitas tiempo. Y todo cambia muy rápido porque, a esa edad, a lo mejor de un día para otro ya no pueden desplazarse.

(Marta Lallana) Claro, él las conoció después de este viaje de investigación con Rodrigo. Luego, por recapitular, cuando yo hice mi primer viaje es cuando intento encontrar a estas mujeres que Raül había conocido y a otras que había visto a través de un programa que emitían en RTPA, el canal regional de Asturias. Era un programa que presentaba Xoxé Ambás que es etnomusicólogo. Para mi significaba mucho porque podía hacer como una especie de casting a distancia viendo videos y entrevistas a todas estas muyeres. Y ya cuando viajo en 2020 con ese casting previo que tenía, pues la lista que yo tenía…

Se te cae.

(Marta) Se me cae, sí. Y ahí es cuando me doy cuenta de esto. Me doy cuenta que estaba en la búsqueda de algo que estaba dejando de existir. Y esta idea acaba siendo bastante matriz y de génesis del guion.

Bueno, tú imaginabas una peli, pero te encuentras con otra realidad. Y acabas haciendo una película que quizás no era la que querías hacer, pero es la que tenías que hacer, creo yo.

(Marta) Si, sí, sí

Porque te encuentras con otra realidad ¿no? Independientemente de las mujeres ¿Cómo te imaginabas tú esa Asturias y con qué te encuentras?

(Marta Lallana) Sí, yo lo había romantizado muchísimo. Creo que como haría cualquier mirada extranjera. Es un mundo que no es el tuyo, y, al final, conoces solo una parte. Entonces, pensaba que iba a llegar y me iba a encontrar a las mujeres, en las aldeas, haciendo labores en el huerto cantando. Todo esto que pasaba hace diez o quince años atrás. Y bueno, sí que pensaba que habría muchas más mujeres, tampoco muchísimas, pero sí más. Realmente, cuando decimos que las mujeres de la película son los últimos resquicios de toda esta tradición, es que realmente es así, son las últimas. Igual hay cuatro o cinco más en toda Asturias, pero no más.

Pero más allá de que el paisaje humano que esperabas encontrarte no pudo ser. ¿Tenías también idealizado cómo iba a ser esta Asturias rural? ¿Aquí también te cambia la perspectiva?

(Marta) No, a nivel de paisaje, de mitología y en general de la esencia casi espiritual, al revés, fue mucho mejor y mi acercamiento fue mucho más profundo. De pronto estabas como perdido en estos paisajes, y conocer a esta gente, conocerla de verdad. Conocerla de estar muchas horas hablando con ellas y haciendo muchas horas de carreteras, de arriba abajo. Esto que había intuido leyendo sobre Asturias y su mitología, su folclore y sobre las mascaradas, pues ya cuando lo ves…

Visualmente tampoco te decepciona con respecto a lo que habías imaginado.

(Marta Lallana) Al contrario. No sé si esto que te voy a contar es muy interesante, pero me acuerdo que en una ocasión estando con Toni, el director de foto, y con Andrés, decidimos bajar a un pueblecito que nos hacía mucha gracia porque las casas parecían tortugas. Era la zona ya cerca de León y los tejados de las casas eran de piedra. Yo venía con la idea de las mascaradas y dando un paseo vimos a una mujer joven con la que empezamos a hablar. Pues resulta que se llamaba Lidia que era la encargada de las mascaradas en Fonteta. De pronto nos abre la escuela del pueblo y tenía allí todos los trajes y fue algo mágico. Este tipo de cosas son las que fueron haciendo de la peli una experiencia muy vital.

Y es que además la escena de las mascaradas es brutal. Creo que es el punto más álgido de la película. Y tu presencia ahí [a Raül] es determinante.

(Raül) Fue una escena dura de rodar, porque en realidad no teníamos claro cuanto duraría y cómo sería de agresiva. Y yo, cuando estuve dentro, viví momentos agresivos que es que tenían que ser así. Se ve en la película, pero es que realmente fue así.

Pero, ¿cómo se realizó esta escena? ¿Es improvisada? O sea, se percibe muy orgánica, da la sensación que no puede estar guionizada. Pero, al mismo tiempo, supongo que sí.

(Marta Lallana) Es como todo en la peli, que hay un equilibrio porque todo es bastante orgánico, sí. Sí que hay unas líneas básicas que están guionizadas. La escena era un clímax de la película donde el pueblo que se acerca al personaje de Raül, le expulsa. Para mí esto era clave por la condición de extranjero que compartíamos los dos. Y sí que había una planificación larguísima de cómo iba a ser esa secuencia. Ya en el rodaje se trataba de juntar a mucha gente, a modo de celebración. La cámara tenía que cazar momentos, pero las líneas de guion estaban escritas.

(Raül Refree) Es muy importante esta escena, igual que otras también de mi personaje, porque es alguien que está buscando algo que le rechaza y que no lo encuentra, y que todo el rato se le escapa. Ese era el momento en que él ya se siente agredido y decide irse. Y recuerdo así, a modo de anécdota, que Marta había montado ya con toda la gente las mascaradas. Realmente estas mascaradas que hay en la peli son una recolección de varias mascaradas de distintos lugares. Bueno, lo importante es que, de alguna manera, había que mostrar este rechazo. Y, claro, ellos respetaban que estaban en una peli y me respetaban a mí también como persona. No querían agredirme porque ellos no son así. Lo que hacían era bailar alrededor mío. Pero Marta y yo les íbamos diciendo que no se cortasen, que tenían que ser más agresivos, hasta que llegó un momento en el que tuvimos que pedirles que pararan, que ya habían sido bastante agresivos.

(Marta) [risas] Sí, sí, te llevaste un golpetazo en la espalda.

(Raül) Hubo un momento ya de daño, de dolor físico.

Es que tu personaje, de todas formas, es muy sorprendente porque aunque puedes tener esta condición de extranjero, no queda muy claro. Jugáis, en cierta forma, creo, a que no se sepa quién es en realidad este personaje. También es verdad que tiene una presencia como muy fantasmal, es como un conductor que va presentando esta Asturias casi mitológica que se está perdiendo. Sin embargo, hay un momento en el que dice que tiene una cinta que le grabó su abuelo. Aquí es donde, como espectador, no me queda clara su relación con Asturias.

(Raül) Sí que me gustaría decir que en realidad esta ambigüedad del personaje es buscada al 100% porque nos gustaba mucho y esto es algo que desde el principio lo hablamos cuando Marta me propuso formar parte actoral y estar en un papel de una película, cosa que yo creo que no hubiera hecho con nadie más. Lo hice con Marta porque había confianza y porque, realmente, tenía muy claro que lo que quería de mi es que fuera yo. Pues esta línea muy fina nos gustaba mucho. No saber quién es esta persona. Si es el Raül que hace discos y lo has visto tocar con gente, o es otro Raül, o es el productor de la banda sonora. Jugamos a que no se supiera bien quién es la persona que estás viendo.

Está claro que la ambigüedad es pretendida, pero me parecía importante que lo aclaraseis. De hecho, para matizarlo más, me gustaría saber si tienes alguna relación con Asturias, quizás algún familiar.

(Raül) Es que soy yo, y no soy yo. Marta tampoco me pedía que hiciera un gesto concreto, más bien me planteaba situaciones y me decía que hiciese lo que yo haría. En el fondo es un personaje que puedo encarnar, que puedo sentir que soy yo y, al mismo tiempo, no lo soy. Hablo de esto: “mi abuelo grababa cintas”. No, mi abuelo no grababa cintas. Aunque, por ejemplo, el reproductor de cintas que llevamos era de mi abuelo que sí que le encantaba grabar poesía y lo usaba para grabarse. O sea, que de alguna manera todo está entre que sí y que no.

No, si funciona excelentemente. O sea, como espectador no te crea ningún conflicto esta ambigüedad pero sí que, inevitablemente, te plantea preguntas.

(Marta Lallana) Que a mí me parece algo bueno, también. Como que no te lo den todo hecho y tengas que rellenar.

A parte, el personaje es un hilo conductor maravilloso, muy bien planteado y tiene mucho mérito porque pasa como muy sigiloso. Es como que forma parte, casi, del ambiente y lo que es la atmósfera de la película. Es casi como un viento, como una ráfaga de aire que está ahí…

(Raül Refree) Y hay una cosa muy poética al final que es cuando mi personaje está conduciendo que acaba fusionándose con las hojas y los árboles. Al final, tiene mucha relación con lo que estás diciendo, que es casi como parte del paisaje.

Sí, exactamente. Y que hayáis conseguido esta textura que lo envuelve todo es lo más sobresaliente. La película puede ser muy compleja, pero también es muy nítida porque todo se toca y se relaciona entre sí. Vais componiendo un paisaje de Asturias que, yo creo, es muy interesante. Y entonces, también os tengo que preguntar más allá de vuestras conexiones con Asturias que ya están aclaradas, ¿qué relación tenéis con lo rural? Tú, Marta, en el trabajo anterior, en Ojos negros, ya tenías un personaje que volvía al pueblo de sus padres. ¿Qué relación tienes en realidad con lo rural y por qué te interesa?

(Marta) Para mí lo rural tiene mucho que ver con la identidad y las raíces. Y tiene mucho que ver con el hecho de haberme ido muy joven de casa y de mi tierra.

De Zaragoza, ¿verdad?

(Marta Lallana) Yo nazco en Zaragoza, sí, pero mi padre es de la zona del Pirineo y mi madre de la zona de Teruel. Aragonesa cien por cien [risas]. Y no creo que sea casualidad el haberme ido tan joven a Cataluña porque es una comunidad en la que la identidad y las raíces están muy marcadas, más que en Aragón, al menos. Eso está clarísimo. Estando en Cataluña es cuando empiezo a darme cuenta de lo importante que es estar vinculada a tus raíces. Empiezo a pensar en cosas en las que hasta entonces no había pensado y es cuando te entra la nostalgia.

Entonces, creo que es algo que, a mí, personalmente, me atraviesa. Y todo el tema de la memoria es un tema que me preocupa mucho por razones familiares. Son temas que me preocupan y todo acaba desembocando en la identidad y las raíces. Y Ojos negro pues es también un viaje de una niña que no conocía su pasado, sus raíces. Y de pronto ella llega al pueblo materno y al conocer a sus familiares se da cuenta del paso del tiempo. Se da cuenta que se está haciendo mayor, que está creciendo, que sus padres han tenido su edad y que forma parte de una familia. De repente, a esa edad temprana como que se te abre la mente. Y esto, pese a hablar de cosas muy distintas también, al final, es la historia de alguien que vuelve al sitio del que procede.

Pero tus vivencias personales como tal, ¿están vinculadas a lo rural?

(Marta) Sí y no.

¿Es un cuestionamiento que te haces referente a tu árbol genealógico?

(Marta) No solo. Por ejemplo, la historia de Ojos negros, de esta niña, está inspirada 100% en lo que he vivido.

¿Ibas a pasar las vacaciones a algún pueblito de familiares, a la casa de tus abuelos?

(Marta) Sí, Ojos negros es el pueblo de mi madre. Es un pueblito en Teruel de unos 300 o 400 habitantes.

Vale, me aclaras muchas cosas.

(Marta Lallana) Ahora igual creo que todo tiene más sentido. Entonces, todo lo que he hecho va un poco vinculado con esto, con la identidad, con lo rural… sí que forma parte, al final, de mi identidad. No vivo en un pueblo pero…

Ya claro, es una forma de descubrirte e indagar en un pasado que es también una herencia.

(Marta) Sí, pero me cuestiono cosas y, en ese sentido, sí que forma parte de mí.

Y en tu caso, Raül, ¿qué relación tienes con lo rural? ¿Tienes alguna o es un descubrimiento para ti?

(Raül Refree) Yo creo que no sería justo decir que he tenido una relación. Mis padres viven en Lleida que es una zona de campo de manzanas y peras, sobre todo. Y sí que mis abuelos tenían una masía y yo iba cada verano y cogía fruta. Pero no creo que esa sea una razón determinante. Esto estaría más cerca de una peli como Alcarràs, que lo retrata perfectamente.

Yo creo que a lo rural, al final, llego por mi relación con la música tradicional. Y podrías preguntar si me ha interesado siempre la música tradicional. Pues la verdad es que a pesar de que me ha emocionado desde el principio, nunca había hecho una búsqueda hasta que conocí a gente que me ha conducido hasta ahí. Lo que es seguro, es que llevo toda mi vida eligiendo con quién trabajar, eso siempre. Si de algo me siento orgulloso es que creo que he podido trabajar con gente muy buena porque han venido y les he dicho que sí. O sea, he visto claro con quién sí y con quién no. Y Rodrigo, pues sin duda, es uno de ellos. Y nos vamos a visitar un territorio y unas mujeres. Y de golpe aprendo, de la mano de los mejores, lo que significa la tradición.

Entonces, al final lo rural tiene una relación alucinante con la tradición porque en las ciudades, por muchas razones, por las dinámicas que tienen, se pierden las tradiciones. En cambio, en lo rural se mantienen. Por el tipo de gente que hay, por la incomunicación en la que están, y porque la música es mucho más necesaria en lo rural. Pues para mantener el ánimo alto, para trabajar y para muchas cosas.

Esto no deja de ser un primer acercamiento temático, pero tuvo que haber una importante investigación detrás. Supongo, Marta, que esto tuvo que ser muy importante porque no deja de ser para ti un entorno nuevo. Es que además cuentas con material de archivo en la película. ¿Podrías contarme cómo fue este proceso?

(Marta Lallana) Pues sí que el universo estaba claro. Raül había abierto este cajón y, de repente, todo este mundo existe y existen las ganas y el deseo de filmarlo y hacer algo. Entonces, a partir de aquí es cuando todo se viene abajo, como comentaba antes. A partir de aquí es cuando contacto con Xosé Ambás que es el que tiene el programa que te decía, Carmín de Cantares, en la televisión asturiana. Era el que siempre nos hacía el primer contacto. Como es una persona a la que todas las mujeres, todas las abuelas, conocen porque es muy conocido por salir en la tele, pues tenía la confianza de llamar a las puertas y explicar que venía con nosotros que queríamos hacer una película y querían conocer a la gente del lugar. Fue así como comenzó nuestro proceso de casting. Yendo con él de la mano a las casas de estas señoras y conociéndolas. También, como no solo es el presentador del programa, sino que es etnomusicólogo, pues tiene un archivo de la tradición oral que lo ha creado desde que empezó a grabar a su abuela siendo todavía adolescente. Tiene muchas grabaciones de hace como treinta años atrás. Y muchas de estas nos las ha cedido para utilizarlas en la película. La investigación y toda la película no hubiera sido posible si no hubiera una persona como él que era como una llave que abría todas las puertas. Y bueno, también Rodrigo nos ayudó mucho.

Pero supongo que esta investigación tuvo que generar demasiado material, ¿cómo te enfrentas a todo esto y filtras lo que te interesa? ¿Cómo fue en realidad este trabajo de depuración?

(Marta Lallana) Sí, básicamente fue un trabajo de depurar, de ir ya a lo concreto para, a partir de ahí, entablar una relación profunda con cada una de ellas que fue el tiempo que duró el casting, a lo largo de un año y medio. Conociendo a estas mujeres y haciendo un acceso muy documental, hablando con ellas sobre qué tesoros guardaban y cuáles podían servir, porque hay romances muy distintos, pues iba viendo qué me podía aportar cada una.

A raíz de esto, cuando ya tenía claro a las mujeres que quería filmar fue cuando fui adaptando el guion para hablar de ciertos genéricos, de unos temas muy clave que me interesaban. Por ejemplo, sabía perfectamente que la historia de Constantina y Nadia —Nadia es un nombre ficticio— sería la historia de una cuidadora migrante que era la que, al final, se queda con el romance de esta mujer que al principio, de algún modo, la rechazaba. Al final, al conocer a los personajes reales fue cuando la historia empezó a amoldarse.

La película diría que trata temas como la soledad, el abandono, la memoria, la desmemoria, la vejez, los cuidados, la migración. Bueno, en realidad, son muchos. ¿Qué piensas al respecto?

(Marta) Sí, es lo que has dicho. En una relación como la de Nadia y Constantina es todo lo que acabas de decir. La vejez, que lleva implícita la soledad, los cuidados que llevan implícita una mirada de género, de quiénes son las que cuidan…

A los ancianos, sí.

(Marta Lallana) Sí, quienes cuidan a los ancianos son normalmente las mujeres. También es importante la procedencia de estas cuidadoras, porque si nosotros no podemos cuidar de nuestros mayores era importante tener un personaje extranjero. También me gustaba esa especie de conflicto entre la mujer que no la identifica como de la familia porque la ve de fuera. Pero las cosas, como la música, son las que unen. Porque ambas tienen recuerdos muy similares que son de ese otro mundo que ya se está acabando. Entonces, todo esto yo lo tenía muy claro. Había un guion escrito, lo que pasa es que no estaba dialogado. Y a partir de ahí, cuando di con estas mujeres finales, sí que perfilé, por así decirlo, cada historia para que no tuvieran que actuar. Sobre todo, quería que no fueran personajes que se alejaran mucho de sí mismas.

¿La historia de Nadia y Carmina qué relación tiene con la realidad?

(Marta) Es algo que yo escribí. Carmina no tiene cuidadora. Pero esa trama era muy importante para mí en la película, por eso busqué una cuidadora que fuera migrante en Asturias. Quería conocer un poco su historia.

Además eso es lo que hace que la película sea más contemporánea. Toda esa dialéctica de gente que viene de países, generalmente del Este, a cuidar a los mayores es algo que no ocurría hace, no sé, 20 o 30 años atrás.

(Marta) Sí, sí, totalmente.

Hemos hablado de muchos temas, pero creo que hay alguno más, ¿no?

(Marta Lallana) Cosas como la historia o la poética del paisaje, eso era de lo quería hablar desde el principio. Es tanto el tema de los ciclos, como de la permanencia, como una poética, casi de los espacios. La idea de que los paisajes siempre van a permanecer. Eso sí que estaba en la película desde el inicio. Y, ya te digo, luego fueron cosas que fueron dándole más vida al propio guion. Pero se partía de una base de tramas que tocaban estos temas de los que estamos hablando, que eran muy importantes para mí.

Y esto va acompañado de un tratamiento visual muy lírico y una yuxtaposición de géneros. No sé si para este acercamiento partías de alguna referencia concreta. A mí me parece que puede haber reminiscencias a Bèla Tarr o incluso, hay cine asiático que indaga mucho en el paisaje.

(Marta) Yo me acuerdo de una peli que me impactó mucho en el proceso, cuando todavía estaba pensando en ella, que es This Is Not a Burial, It’s a Resurrection.

Esa peli es maravillosa.

(Marta Lallana) Yo recuerdo que fue como poner cara y ojos a lo que yo tenía en mente, a lo que quería hacer. Esa sí fue como una gran referencia. Luego está el cine de Alice Rohrwacher pese a que quizás, a nivel de personajes y temática, no tiene nada que ver, pero si ha podido ser un referente. O gente en España como Isaki Lacuesta que trabaja con actores no profesionales, o Carla Simón también.

Sobre el paisaje del cine asiático, no tenía nada en mente, pero puede ser que haya influido algo Apichatpong Weerasethakul. Pero, no sé, es que tampoco trabajo en base a volver a ver estas películas, son más bien películas que, en algún momento me han atravesado.

Yo creo que Muyeres es tan personal que, al final, ni siquiera veo la relación con estas películas y autores que mencionas. Lo cual creo que es algo muy bueno. Está claro que todo influye, pero al final se percibe que hay un trabajo de observación en el terreno puro y duro.

(Marta) Y, para bien o para mal, creo que es una película bastante distinta a todas las películas que se están haciendo ahora. Para mal, porque resulta más difícil moverla, colocarla. Y para bien, porque creo que se sale bastante del tipo de cine que estamos más acostumbrados a ver.

Y ya entrando en el terreno de lo simbólico, me llama la atención que comienzas con una puerta que se abre. ¿Puede ser una puerta al pasado? Luego escuchamos la lluvia y vamos penetrando en la casa a través de una ventana. Hay muchos símbolos. Está la puerta, pero está también la ventana, que ayudan también a entender todas estas temáticas de las que hablábamos.

(Marta Lallana) Para mí era muy importante la presencia de los interiores. Al final, son como pequeñas murallas que retienen ahí a los personajes. Todos los personajes hacen vida en los interiores y el paisaje es como demasiado grande. En este sentido, y es algo que ya estaba en el guion, sí que me interesaba mucho enmarcar la presencia de las casas, y de los interiores, y de la vista de dentro hacia afuera. Era algo así como que el mundo ya no les pertenece, de alguna manera, que los personajes están en un cuadro y solo lo ven pasar. Ellos están en un cuadro y solo lo ven pasar. Lo interesante era lo que estaba sucediendo mientras estaban allí.

Es como que los personajes no pueden abarcarlo.

(Marta) Sí, para mi esta idea estuvo durante toda la peli… Bueno, yo me ponía en la piel de los personajes, de estas mujeres mayores, y suponía que ellas pensaban que el mundo de ahí fuera ya no les pertenecía, que ya no sabían relacionarse con él. Algo así como que pensaban que ellas tenían otra visión, otra manera de haber hecho las cosas, y por eso tendían a quedarse como más recluidas dentro de esos espacios.

Entiendo que es una forma de abrirse a la nostalgia. A través de esa ventana por la que miran.

(Marta) Claro, toda esa mirada al pasado. Para mi esa mirada es una mirada al pasado que está presente, siempre, en sus recuerdos cuando piensan que antes se cantaba más. Ahora solo hay naturaleza, casi como que devora el paisaje.