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“Me interesa llegar a un punto en el que mi arte me pueda sorprender a mí misma” afirma Carmen Argote durante la conversación que mantuvimos con motivo de su presencia en ARCO 2019
Retrato de Carmen Argote durante su presencia en ARCO 2019 | Foto: © Rosana G. Alonso para © StyleFeelFree
A la obra Las Cargadas (2019) de Carmen Argote (2 de junio de 1981. Zapopan, México) le vendría bien la célebre cita que aparece en On the Road (En el camino, 1957) de Jack Kerouac que formula así: “Nothing behind me, everything ahead of me, as is ever so on the road” (“Nada detrás de mí, todo delante de mí, como siempre en el camino”). Esta pieza fue la que me puso, en la última edición de ARCO 2019, tras la pista de la artista afincada en Los Ángeles desde 1984. Colorista y vital, Las Cargadas me llevó a recordar, en un primer momento, los ensamblajes de artistas de la costa oeste americana. Tal es el caso de George Herms o Bruce Conner, que conformaron una extraordinaria imaginería con objetos encontrados.
De hecho, esta obra de Argote, resultado de un viaje épico que la mexicana realizó con su madre recientemente por Madrid y Toledo, también está ejecutada con objetos encontrados, incluso regalados, comprados, y material desechable. Adornados, muchos de ellos, con pasamanería que otorga al conjunto un adorable aspecto kitsch que, además, me trae al recuerdo los dekotoras de la India y Pakistán, son, con toda la ceremonia de su apariencia, “el reflejo del peso de nuestras historias y traumas compartidos, nuestros lenguajes visuales, interpretaciones y transformaciones”. Así lo interpreta la artista que durante quince días, en colaboración de su madre, fue cubriendo poco a poco el exterior de dos mochilas vacías que compró de segunda mano por internet y que ambas portaron, recreando al mismo tiempo una performance que modificaba el paisaje urbano. “Colgadas a nuestros cuerpos, las mochilas actuaban activando la imaginación tanto para mí como para mi madre y para las personas que nos veían en la calle. Al instante, éramos asociadas como viajeras, mochileras, peregrinas, vendedoras ambulantes, nómadas o seres efímeros dentro de la ciudad”, explica Argote.
Seducida por esta pieza charlé con su galerista, Beatriz López, directora de Instituto de visión; y poco después, en un espléndido día de finales de invierno, volví a subir a ARCO para mantener una conversación con Carmen Argote, a punto de ser interrumpida, en contadas ocasiones, por los viandantes que se paseaban bulliciosos por los aledaños a los recintos feriales. Un diálogo que no obstante, me aclaró muchas de las cuestiones que me surgieron investigando detenidamente en cada uno de sus proyectos, de un cuerpo contundente, a pesar de su todavía corta trayectoria, que ha ido formalizando desde que finalizara su máster en Bellas Artes en La Universidad de California (Los Ángeles) y más adelante en la Skowhegan School of Painting & Sculpture (Maine) donde realizaría una residencia en 2009.
Mi interés, a fin de cuentas, consciente de la imposibilidad de abarcar cada una de sus series, estaba centrado en dilucidar los aspectos que han ido marcando su investigación. Tan conectada a la idea de aprendizaje que busca resolver las cuestiones básicas de la existencia ligadas al entorno, la lengua, la herencia, la memoria, el abrigo… Inmigrante mexicana en la ciudad de Los Ángeles, todo su itinerario ha estado centrado en dotar de significado el concepto de hogar, en el sentido más amplio de la palabra, atravesando lo arquitectónico para llenar de significado lo escultural. Una noción que, por otra parte, ha sido el motor de la exposición Home-So Different, So Appealing que el LACMA realizó en 2017 y en la que junto a Carmen Argote tenían presencia algunos artistas consagrados. Entre otros, Daniel Joseph Martínez, Gordon Matta-Clark o Doris Salcedo, que recientemente ocupó el Palacio de Cristal del Museo Reina Sofía con la instalación Palimpsesto.
De padre arquitecto, para Argote la arquitectura entra en el terreno de lo psicológico y a través de ella comienza una investigación incesante que no se detiene en la somera respuesta. En cuanto ha llegado a un punto de conocimiento, se lanza intrépida a una nueva batida de la realidad que la rodea. Forma parte de una generación nómada que no teme poner los pies en el camino, haciendo senda al andar. Precisamente, en estos días, desde Madrid, está viajando a California y de ahí, a su país natal, México, donde estará en dos residencias simultáneas. Por un lado, en la Casa Taller José Clemente Orozco, donde este tenía su estudio. Por otra, en el Taller Los Guayabos, donde hará la producción de su nueva obra. Otra vez, con la mochila vacía, esperando volver a cargarla de significado. Lo que me lleva a reflexionar en algo sobre lo que estos días de ferias de arte, entre tanto trajín, no podía quitarme de la cabeza, como si fuera mantra. Los verdaderos artistas contemporáneos, que habitan el presente, no temen la inseguridad. Por el contrario, la buscan, porque evitan caer en su propio canon. Las zonas cómodas son parte de un pasado adscrito a las etiquetas, a determinados medios y formas de proceder, que poco tienen que expresar sobre la experiencia líquida a la que nos obliga la ambigua estructura socio-económica actual.
Obra perteneciente a la serie Mansión Magnolia de © Carmen Argote | Foto cortesía de Carmen Argote | StyleFeelFree
(Rosana G.Alonso) Tus padres emigran desde México a Los Ángeles, imagino que porque buscaban un futuro mejor, ¿qué edad tenías tú y qué proyecto de vida planeaban ellos?
(Carmen Argote) Yo entonces tenía 3 o 4 años y la historia que me contaron es que fue debido a la crisis. No obstante, parte de mi familia materna ya se había mudado a Los Ángeles, por lo que mis padres vieron que era un buen momento para establecer nuestra residencia allí, en el área de Picon-Union.
(RGA) Estas circunstancias son cruciales en tu trabajo. El tema de la inmigración, sin ir más lejos, está muy presente. ¿Cómo viviste esta situación, siendo como eras tan pequeña, y qué tan diferente fue para tus padres adaptarse a un nuevo entorno?
(Carmen Argote) Mis padres, ambos nacieron y crecieron en México con lo cual es muy diferente su experiencia a la mía. De todas formas ellos tampoco se adaptaron de igual forma. Para mi madre, que tenía a su propia madre viviendo ya en Los Ángeles, no supuso ningún problema de adaptación. Su idea era tal que, ok, aquí nos instalaremos y comenzaremos un nuevo futuro. Para mi padre fue muy diferente. Él siempre tenía en mente regresar a México. El plan de regreso de mi padre siempre ha formado parte de su narrativa. Él se veía volviendo a Guadalajara (México), tenía los planos de la casa que iba a construir y se imaginaba trabajando en Mansión Magnolia [una antigua casa señorial reconvertida en salón para eventos sociales que perteneció a la familia]. Por ello, la tensión ha sido permanente y de alguna manera yo crecí con esas dos perspectivas, con un futuro incierto entre los Ángeles y México que por supuesto, afecta a todo.
(RGA) Hasta tal punto que tus padres se separan. Tu padre vuelve a México y esto supone para ti un golpe bastante duro que proyectas en tu trabajo [al mismo tiempo que planteaba esta cuestión y mientras escuchaba su respuesta, no podía evitar recordar el filme Aquí y allá de Antonio Méndez Esparza que habla justamente de un hombre que emigra a EEUU y luego vuelve a México, experimentando cierto drama asociado a este escenario]
(Carmen Argote) Él regresó a Guadalajara en el año 2000 pero lo que ocurrió entonces es que según intuí se encontró con una ciudad cambiada, que no reconocía. Lo que él había dejado, ya no estaba igual. He hablado con él sobre esto y mi impresión es que la ciudad ya no era la misma.
(RGA) Trabajas sobre esta idea en tu obra
(Carmen Argote) Sí, en 2014 decidí ir a Guadalajara por esta razón. Quería tener una idea de esto. No estaba segura qué iba a encontrar, pero sabía que quería estar allí por algún tiempo. Le pedí a mi tía, que es la dueña de Mansión Magnolia, la posibilidad de vivir durante algún tiempo en este lugar. Mansión Magnolia había sido un sitio que siempre había estado presente en mi imaginario porque era parte de mi historia, el lugar donde mi padre se veía trabajando. Fui allí y el sitio me resultó interesante porque estaba como de residencia en la casa, en la que permanecí durante tres meses. Mi única intención era habitar como proceso. Y el trabajo que surgió me apuntó a la experiencia de que puedes ser de un lugar, pero cuando llegas a él después de mucho tiempo, el lugar como que ya no te encaja, hay algo que no se acopla. Tengo también una pieza My father’s side of home que comenzó como un ejercicio de un mapa. Tracé los objetos que estaban en la pared sobre una manta y luego pinté la manta, pero tras pintarla, la manta encogió, y los objetos ya no encajaban. En ese momento la obra me habló y tuve como una revelación.
(RGA) Me hablas sobre Mansión Magnolia, que de hecho es central en tu trabajo, pero ya habías tenido una experiencia similar en un proyecto anterior, ¿no es cierto?
(Carmen Argote) Ciertamente, fue en el 2009 cuando tuve una residencia en Maine, en la Skowhegan School of Painting and Sculpture. Ahí fue cuando mi práctica realmente cambió. Entonces tenía un interés especial en la arquitectura pero no sabía realmente por qué estaba tan interesada en este concepto. Mi padre había estudiado arquitectura, pero yo todavía no lo podía conectar. Después de esa residencia y teniendo tiempo para pensar sobre estos temas, decidí que tenía que trabajar con espacios que yo realmente conocía, espacios con los que tenía que tener o bien una conexión personal, o que me permitiesen establecer yo esa conexión.
(RGA) Fue un punto de inflexión en tu trayectoria.
(Carmen Argote) Sí, cuando regresé de la residencia hice la pieza que se llama 720 Sq. Feet: Household Mutations que usa la alfombra de la casa donde crecí. Ese fue un acto de trabajar con espacios, apuntando a las formas que me han contenido. Esa fue la pieza que considero fue la primera de mi práctica. En este proyecto, la historia estaba en la alfombra, porque era como 20 años de habitar en ella. Lo que hice fue que pinté toda la alfombra de mi casa menos la orilla, así pude ver la silueta. La primera parte fue dentro del recinto; y luego, la segunda parte, se trataba de quitar la alfombra y presentarla como pintura, pero también como tapiz o plan arquitectónico, que estuviera entre una cosa y otra.
Luego, a partir de las piezas de Mansión Magnolia fue cuando empecé a buscar una manera de trabajar así. Habitar un espacio comenzó a ser un proceso que implementaba.
Obra perteneciente a la serie 720 sq. ft.: Household Mutations de © Carmen Argote | Foto cortesía de Carmen Argote | StyleFeelFree
(RGA) Concretamente sobre el concepto de habitar gira gran parte de tu investigación. A este concepto le das un sentido nuevo ya que para ti habitar no es solamente algo físico sino perceptivo.
(Carmen Argote) Es algo psicológico, algo que se digiere con el cuerpo. Bajo mi punto de vista la arquitectura te informa sobre quién eres y como ves a otras personas. Por ejemplo, a través del tamaño de las puertas o las estructuras de economía.
Para mí, el hecho de habitar un espacio te informa sobre el material, te informa sobre el medio. Si va a ser vídeo, fotografía, escultura… Realmente ahí comienza la búsqueda.
(RGA) Es evidente que no tienes limitaciones a la hora de elegir el formato. Has realizado fotografía, vídeo, escultura, instalación, performance… entonces, es realmente el espacio el que te indica el modo por lo que comentas…
(Carmen Argote) Exacto.
(RGA) ¿No tienes preferencias a la hora de trabajar con un medio u otro?
(Carmen Argote) Bueno, para mí realmente no se trata de preferencias, sino de qué es lo que mejor va a comunicar la idea. Hay materiales como por ejemplo la manta, que he usado en diferentes piezas. Pero usualmente no me limito a una idea preconcebida. Sí veo que mi práctica usualmente es escultural. Incluso si es fotografía, el pensamiento en cierta manera es de escultura. Pero puede ser cualquier material.
(RGA) Por otra parte es llamativo como involucras a tu familia en tu práctica. Imagino que lo haces porque da sentido a los espacios vacíos que quieres llenar en un trabajo que además, es muy autobiográfico.
(Carmen Argote) En realidad hay varios motivos. Primero, porque me pregunté cuáles eran los recursos de los que disponía a mi alcance, cuáles eran los espacios a los que tenía acceso y que gente podría hacer esto conmigo. Comienza así. Me hago estas preguntas y entonces a veces surge la necesidad de apuntar a mi hermana, o a mi madre. Otras veces parto de ideas que mi padre formó en mí. Todas estas cosas entran en la conversación. Por ejemplo, hay un proyecto con una moto…
(RGA) Te refieres a If only it were that easy… Una obra que en cierta forma buscaba reconectar con tu padre. La idea, corrígeme si me equivoco, era hacer el mismo trayecto que hizo él [su padre se fue de California en una moto Guzzi V11 EV]. Pero en esta ocasión, al revés, conducirías la moto de Guadalajara a Los Ángeles. Entiendo que era un modo de ocupar una ausencia que te dejó en cierta forma este episodio de tu vida. Así como una táctica para superarlo.
(Carmen Argote) Sí, quería hacer el mismo trayecto que él. Esa era la idea original, sin embargo lo que resultó fue la idea de enseñanza, de aprender a conducir la moto en la ausencia del padre. En este sentido, tuve que aprender de otros. Entonces el medio cambió. El medio era el aprendizaje y la moto se puso en una posición secundaria.
(RGA) ¿Pero este proyecto sigue en proceso, no es cierto?
(Carmen Argote) Sí, es un proyecto a largo plazo. Pero la relación con mi padre es también parte del proceso, la que está dándole forma.
Obra perteneciente a la serie Alex’s Room de © Carmen Argote | Foto cortesía de Carmen Argote | StyleFeelFree
(RGA) Volviendo a esa presencia tan significativa de tu familia en tu trabajo, me interesaría saber cómo reaccionan a esto. He visto el vídeo con motivo de Alex’s Room, en el que interviene tu hermana, y es impresionante la naturalidad con la que está delante de la cámara. Grabas algo muy íntimo y ella parece estar realmente cómoda. ¿Qué motivó esta iniciativa?
(Carmen Argote) Alex’s Room fue una serie interesante porque ahí comencé a pensar en la imposibilidad de cambiar la arquitectura. ¿Qué haces si no puedes cambiarla? Pues la transformas con juegos de rol, o fantasías, o mundos inventados. Con esa obra es cuando en cierta forma pude separar la arquitectura de la estructura y pensar en ella como algo psicológico y del cuerpo. Con cada pieza he estado dialogando con la idea de qué es la arquitectura y cómo me puedo relacionar con ella. A veces esa relación es con la familia; bien sea lo que acabo de hacer con mi madre en Las Cargadas, o los dibujos arquitectónicos de mi padre, que siempre han sido parte de mi lenguaje visual. Son muy diferentes en materia estética, pero son parte del lenguaje que uso para comunicarme. La arquitectura puede estar presente en la dualidad de las cosas, o la historia personal [720 Sq. Feet: Household Mutations], o con la idea de habitar [My father’s side] o por ejemplo con Alex’s Room es lo psicológico. Con cada pieza trato de buscar diferentes maneras de relacionarme con las estructuras y con el mundo que habito. Trato de comprender como son esas estructuras que están activamente diciéndome quién soy y formando mi percepción.
(RGA) Estas estructuras son los edificios en los que comúnmente trabajas. ¿Cómo llegas a ellos, surgen en la exploración, o los buscas premeditadamente esperando que sean de una forma determinada?
(Carmen Argote) En principio fueron los que estaban disponibles, a mi alcance. Esto fue así hasta Mansión Magnolia y la casa donde crecí. Luego en Alex’s Room fue porque mi hermana estaba viviendo ahí.
(RGA) ¿Estaba independizada del núcleo familiar?
(Carmen Argote) Sí, vivía ella sola y ocurrió que cuando iba a visitarla estaba pasando algo que no comprendía…
(RGA) Porque el lugar que habitaba era un poco extraño…
(Carmen Argote) Era una habitación que estaba alquilando con un cuarto que era al mismo tiempo cocina y baño, muy compacto. Y estaba trabajando todo el tiempo por lo que también en todo esto había como una cierta economía…
(RGA) ¿Precaria?
(Carmen Argote) Sí, como conectado con eso. En un primer momento, estaba como preocupada por ella. Le decía tal que, Alejandra este apartamento es un poquito… ya sabes. Pero al mismo tiempo, cuando la visitaba, ella estaba haciendo algo, arreglando sus cosas…
(RGA) ¿A qué se dedica tu hermana?
(Carmen Argote) Es estudiante de arte y ha tenido distintos intereses como teatro y cosas así, creativas. Siempre ha estado, de algún modo, formando parte de mi práctica. Como asistenta, colaboradora…
(RGA) ¿Es mayor o menor que tú?
(Carmen Argote) Es menor, siete años menor.
(RGA) Y en cierta forma es como si usases su cuerpo, que es más fácil para no exponerte tanto y evitar hablar en primera persona. Trasladas su experiencia a la tuya entrando en un espacio íntimo e imaginario que es como un juego de espejos, por decirlo de alguna manera
(Carmen Argote) Sí, exactamente, porque como es mi hermana es como una extensión de mi misma. Por eso me interesa trabajar con familia. En Alex’s Room, no sabía muy bien qué era lo que me interesaba. Pero cuando le pedí si podía hacer una residencia dentro de su cuarto, me di cuenta de que tenía que hacer vídeo porque en este formato podía captar algo psicológico. También había unos objetos que relacionaban la habitación en su espacio con nosotras dos. La intimidad se extiende, además, a nuestra relación como hermanas. Hay mucho amor y una apreciación por como ella está transformando los espacios aunque sean difíciles.
Obra perteneciente a la serie Workbook/Notebook de © Carmen Argote | Foto cortesía de Carmen Argote | StyleFeelFree
(RGA) Cambiando de serie, me parece muy interesante una noción que escribías a propósito de Workbook/Notebook. Aquí cuestionas “lo que se pierde, en un intento de volver sobre lo que se ha hecho antes”. Esta idea me da la sensación de que es muy constante en tu trabajo. Entiendo que, por el contrario, intentas volver sobre lo que has hecho para recuperar lo que pierdes en el camino.
(Carmen Argote) La pieza de Workbook/Notebook fue interesante porque justamente no empiezo con la idea de trabajar en familia. La hice en un sitio que se llama La Casita en Pasadena. No tenía conexión con el sitio antes. Es una casa que quitaron todo lo que tenía en su interior y lo usan como oficina. Entre oficina y lugar donde se imparten clases de inglés para adultos. Me preguntaba cómo me conectaría con este sitio, cuál era la relación. Entonces fui y caminé por el barrio. Pero fue cuando entré cuando vi que era un sitio de clases de ESL (inglés como segunda lengua). Yo tengo cierta relación con eso y mi experiencia pues no había sido muy positiva. Sin embargo, sentía curiosidad porque pensé en mi abuela que había tomado clases de inglés durante cinco años y para ella es como parte de su comunidad. Sus amigas están ahí y ella es como mentora de todo esto. En ese instante pensé en preguntarle a ella como había sido su experiencia porque este es un sitio para adultos y yo había tomado clases de niña. Así que vino y me mostró su cuaderno de clases. Al verlo vi la estructura, sus respuestas, y me resultó muy interesante. Me conmovía solo con leer sus respuestas porque leía como poesía. Entonces decidí separar la estructura, la rigidez que sentía de las clases de inglés y dejar que las palabras vinieran al frente sin cambiar donde estaban en la página. Solo quité las preguntas, la estructura de la clase. Al ver el resultado sentí realmente que todo apuntaba al proceso de enseñar, de aprender; que esos poemas surgían del proceso de aprendizaje que es lo más valioso que existe. Cuando pienso en mi abuela que todavía no habla bien inglés, pienso en que al fin y al cabo eso no importa porque lo realmente importante es el proceso de aprender y ese espacio que la deja a ella existir de esa manera. Me planteé también la idea de ESL. Esto de primer lenguaje – segundo lenguaje, siempre ha sido muy confuso para mí porque mi primer lenguaje técnicamente es el español, pero realmente no lo es, bueno, el inglés, a lo mejor.
(RGA) ¿Con tu familia te comunicas en inglés?
(Carmen Argote) Sí, usualmente en inglés, de vez en cuando en español. Con mi abuela en español. Y siempre he tenido esa sensación de que no hay un primer y segundo lenguaje.
(RGA) El tema de los materiales también es muy interesante en tu práctica. Utilizas materiales muy pobres que se relacionan con el arte povera. Es una forma de usar elementos cercanos, pero más allá de esto hay una connotación claramente política
(Carmen Argote) Sí, es una forma de conectar que tiene que ver con la economía de cosas. Aunque yo no sé, esa idea de materiales pobres…
(RGA) Bueno, digamos cotidianos.
(Carmen Argote) Más bien cotidianos, o que son accesibles y que la mayoría de la gente puede reconocer como algo también que ellos han tocado, han visto.
(RGA) En cierta forma vuelves sobre lo familiar porque es una forma de hablar de la economía con estas elecciones que haces.
(Carmen Argote) Sí, me interesa mucho hablar de las situaciones económicas, de las estructuras que hay, como en Alex’s Room. Ella estaba viviendo ahí por una situación económica, por un sistema que como que la atrapa ahí. Eso estaba presente en mi trabajo. También con la alfombra que uso [720 Sq. Feet: Household Mutations], que es una alfombra de oficina que compramos, cuando nos movimos a EEUU, porque era la más barata. No es una alfombra de lujo, es la más básica, empleada para oficinas. Por lo tanto cuando pienso en materiales me interesa su accesibilidad, porque son más cercanos a la realidad que vivo y que vive la gente que conozco.
Obra perteneciente a la serie Place On-Fold de © Carmen Argote | Foto cortesía de Carmen Argote | StyleFeelFree
(RGA) Hay otro tema muy característico en tu obra que me resulta muy sugerente. Es la relación con el cuerpo femenino y con la moda. El cuerpo femenino tiene unas implicaciones culturales muy fuertes que se han instrumentalizado mucho. ¿Cómo canalizas esto?
(Carmen Argote) El cuerpo entra en mi trabajo de diferentes maneras. Por ejemplo, en arquitectura, el cuerpo es el vehículo que procesa la información. La arquitectura en sí misma está a la escala del cuerpo. Por esta razón empiezo a pensar en la escala del cuerpo. He usado prendas que van sobre el cuerpo. Eso tiene que ver con el lenguaje visual de hacer patrones porque mi abuela y mi madre fueron costureras, trabajaban en la industria del vestir y hacían patrones. Eso es algo que siempre me ha rodeado. Cuando pensaba en cómo se organiza el cuerpo, el lenguaje de los patrones estaba ahí. Y el cuerpo femenino entra, por supuesto, porque es el cuerpo con el que me identifico. Lo tengo en cuenta por mi relación personal, como vehículo que procesa la información.
(RGA) Además es una forma de rescatar algo que se desestimó mucho en el arte porque el trabajo textil estaba confinado a las labores domésticas, poco valoradas. Por eso mismo el vestir siempre ha estado en un segundo cajón que tú pones en alza. Es una forma de darle voz a algo que hasta ahora ha tenido muy poca presencia en el arte.
(Carmen Argote) Yo lo veo igual que los planos de arquitectura de mi padre. Son como el lenguaje que vi desde niña. Esa información visual es como veo las cosas. También la industria del vestir que ha cambiado en Los Ángeles, porque cuando llegamos en los ochenta había como más industria y así era como las mujeres podían salir adelante. Además, cada persona sabía cómo hacerlo todo, algo que ya ha cambiado porque todo está segmentado. La industria del vestir, por ejemplo, ya solo necesita a personas que hagan una pieza determinada.
(RGA) Ahora todo funciona en cadena…
(Carmen Argote) Y es muy diferente cuando las cosas están en cadena que cuando puedes hacer una prenda desde el comienzo hasta el fin y decir, yo la hice completa.
(RGA) ¿Tu madre y tu abuela empezaron a trabajar en costura en Los Ángeles?
(Carmen Argote) Bueno, mi abuela comenzó desde Guadalajara y mi madre se incorporó después ya en Los Ángeles.
(RGA) En fábricas que luego cerraron con la liberalización del comercio en el sector textil y de la confección…
(Carmen Argote) Es como parte de la economía, porque mi lenguaje visual tiene esa historia de Los Ángeles, esa historia de la economía.
(RGA) Esto es, al final no solo hablas del cuerpo femenino y el vestir, sino de la economía en Los Ángeles, como ha cambiado. Al mismo tiempo, das voz a tu madre y abuela y a su trabajo que tiene que ver con prácticas poco valoradas en realidad, a pesar de su complejidad.
(Carmen Argote) Y aunque no los uso siempre, los trabajos de mi madre y abuela siempre están ahí como parte del lenguaje, ocupando la misma importancia que las cosas que aprendí en la escuela de arte. Es todo una combinación, y refleja la persona que soy en diferentes aspectos.
(RGA) Nos estamos refiriendo especialmente a tu trabajo en Place-On-Fold. ¿Tienes alguno más que esté relacionado con la moda y el cuerpo femenino?
(Carmen Argote) Hice un trabajo Tierra. Sangre. Oro que eran unas prendas que se ponían y en cierta forma te transformaban en el cielo. La idea era cambiar la escala. El cielo, que a veces es tan inmenso, se puede traer así a la escala humana. Me gusta pensar en los patrones como métodos para traer algo, para referir a la escala humana.
(RGA) ¿El patronaje lo haces tú?
(Carmen Argote) Usualmente trabajo con mi madre para hacer los patrones. He hecho algunos pero ellas (mi madre y mi abuela) son mucho mejores que yo haciendo patrones, que es algo muy complicado. Trabajamos juntas en el proyecto.
(RGA) Franz Erhard Walther decía que “no es que la obra sea la idea sino lo que generamos cuando la usamos”. En tu caso, tu obra está relacionada con la implicación de un espacio conectado con la memoria. Pero en realidad apuntas a la idea de Walther porque al entrar en el proceso de la obra, generas un nuevo significado. En el momento en el que trabajas sobre algo, produces otro significado contribuyendo a que igual ese peso de la memoria sea más leve. No sé si es así, ¿sientes que tu trabajo te libera?
(Carmen Argote) Siempre hay como una búsqueda. Me gusta que el trabajo me dé cierto elemento de sorpresa, que me diga lo que es. Me gusta entrar en un trabajo sin tener todas las respuestas. Yo me expongo al proceso y dejo que ese mismo proceso efectúe sus relaciones e interrelaciones para ver hacia donde va.
(RGA) Pero tengo la sensación de que hay algo que tiene que ver con la liberación. Parece como si tuvieses un peso porque en cierta medida todo es muy autobiográfico, ¿se convierte en una forma de sanación?
(Carmen Argote) En realidad nunca entro con la idea de sanación. Solo con el proyecto de la moto [If only it were that easy…] había una búsqueda de sanación pero al final se transformó en otra cosa. Puedo entrar con una idea, pero trato de dejar un espacio para que la obra me enseñe realmente qué es. Y esa obra de mi padre con la moto sigue en proceso. Pero esa primera parte me sorprendió porque pensé que iba a ser de sanación y aunque fue en ciertos aspectos de sanación, ya que al menos tengo algo de qué hablar con él, y eso siempre ayuda, fue más el proceso de aprender y el proceso de aprendizaje como material, que es algo que me interesa mucho. A partir de ahí, está creciendo la obra. Son como cosas que no puedo saber al principio.
(RGA) Te dejas llevar por lo que la obra, el material te dicte.
(Carmen Argote) Sí porque ahí es como voy a encontrar algo que va a tener las poéticas que más me interesan. Es como el cambio de lo que es a lo que va a ser, y eso es lo que me interesa.
(RGA) Al final es la misma idea de Erhard Walter. Lo que te interesa es lo que se genera en la práctica. Entras en tu trabajo esperando lo que se va a generar sin saber realmente a dónde te va a llevar.
(Carmen Argote) Y es esa sorpresa lo que a veces digo, wow, eso no lo sabía. Y eso es lo que me lleva al próximo trabajo porque es como una curiosidad de saber más allá de lo que puedo saber en un principio.
(RGA) Más que liberación se trata de conocimiento al fin y al cabo
(Carmen Argote) Sí
(RGA) Coexiste junto a todo esto que hemos estado hablando, otra idea que me atrae mucho en tu obra. Es la idea de fracaso. Me parece muy interesante a este respecto la serie de Selig Zoo. Es curiosa porque se puede asociar con el tema de la migración, de cómo los migrantes buscan un sueño que muchas veces se queda truncado. No sé cómo interpretas tú esta idea del fracaso. ¿Está siempre presente en tus trabajos?
(Carmen Argote) Esa serie fue interesante porque comencé a buscar información sobre el sitio cercano a donde vivo y tengo el estudio. Donde vivo es al mismo tiempo mi estudio y resulta que cerca había estado el Selig zoo que era como un sitio de ensueño. Cuando luego traté de hacer las esculturas sobre este tema, me encontré con un problema porque estaba tratando de hacer las esculturas en el estudio, por lo que realmente no estaba en el sitio. Entonces para mí esa búsqueda fue un fracaso que me enseñó mucho. Me enseñó a que si voy a trabajar con un lugar, realmente tengo que entrar en él. No puede ser nada más que una investigación, así no es mi práctica. Tengo que procesarla con el cuerpo. Por eso cuando recuerdo esa serie que me llevó como un año y medio en realizarla, recuerdo la dificultad porque había un enfrentamiento sobre qué tipo de artista soy, cual es el proceso, qué es lo que busco.
(RGA) Es natural, fue uno de tus primeros trabajos…
(Carmen Argote) Sí, después de Selig Zoo fue cuando realmente decidí ir a Guadalajara.
(RGA) A hacer Mansión Magnolia.
(Carmen Argote) Me dije, tengo que ir. Realmente estar ahí, habitar como proceso y conocer.
(RGA) ¿Y qué pasa con la idea de fracaso que te comentaba? ¿Siguió presente en los siguientes trabajos?
(Carmen Argote) Bueno, realmente siempre hay como una posición de vulnerabilidad. Algo que me ocurrió cuando recientemente me fui a Bogotá y Nueva York. Especialmente con el trabajo en Bogotá [Deterioro Y Poder] no tenía ni idea de qué iba a resultar. Pero sabía que iba a ir, iba a procesar la ciudad y el sitio; y de ahí me iba a exponer completamente a fracasar porque el tiempo es corto. Sí, es como exponerse, sabiendo al mismo tiempo que hay cierta fe en la práctica y en la búsqueda, que los materiales y el proceso van a surgir de esa situación donde la posibilidad de fracaso es muy real. Entonces hay como un juego con eso.
(RGA) Partes efectivamente de la idea de fracaso, quizás porque está en tu adn de migrante. ¿Consideras que puede tener que ver con eso?
(Carmen Argote) Realmente comienzo ahí. Comienzo con que me gusta tener esa vulnerabilidad porque pienso que desde esta posición puedo llegar a algo más que si ya tengo el plan hecho. No me interesa pensar que puedo visualizarlo y luego hacerlo. Eso es, en cierta forma, por lo que ya no trabajo con cerámica tanto. Me gusta no saber y entrar en ello. Dejar que las cosas vayan surgiendo y poder responder a ello. Es en esa vulnerabilidad donde la posibilidad de trabajo es muy real. Eso es lo que da miedo. Sentir que las ideas se están arrancando de mi cuerpo, así como el proceso, y todo. Esa es la única manera de llegar a donde quiero llegar, a un punto en el que mi arte me pueda sorprender a mí misma. Así como, wow, no sabía que estaba buscando esto, pero esto realmente es una reflexión que estaba procesando, y está hecho en un material que no me esperaba. Así fue como comencé, por ejemplo, a trabajar con tintes naturales o aluminio. Lo que sea, así como aguacate. Es una búsqueda que no está planificada. A veces, me llevo un rollo de papel por si acaso, o una acuarela por si acaso, nada más.
(RGA) Ya distanciándonos de tu práctica específica, ¿cómo ves a los latinos en EEUU? ¿Consideras que tenéis un peso importante dentro del arte o estáis comenzando a tener más presencia? ¿Cómo lo sitúas?
(Carmen Argote) Para tener una idea más clara de eso, es por lo que estoy tratando de conocer diferentes lugares y partes del mundo porque es muy difícil para mí contestar a esta pregunta ya que no he viajado mucho. Teniendo solo el conocimiento de Los Ángeles empecé a pensar en que era como muy insular. Porque ser latina en Los Ángeles es muy específico, igual que es diferente ser latina americana o española, es diferente ser latina en México…
(RGA) Pero en los EEUU, ¿crees que ha crecido el arte de los latinos? ¿Te parece qué está más o menos aceptado? ¿Cómo lo ves? ¿Te sientes integrada en la escena artística? ¿Notas más o menos dificultades por ser latina?
(Carmen Argote) Claro que no es fácil y no hay un mapa que seguir. Todas las personas, las latinas especialmente que estoy admirando a una distancia, estamos navegando a nuestra propia manera, y eso para mí es interesante. Y claro que necesita crecer la presencia de mujeres de color, y claro que se nota. Lo he notado por ser latina. Lo he notado por ser mujer. Pero al final del día cada quién va a navegar con su práctica de una forma diferente. Lo difícil es que no hay un mapa de carretera, y al mismo tiempo lo difícil es que muchos artistas que a mí me interesan, que yo he conocido en la historia del arte, pues no son mujeres latinas
(RGA) No son mujeres porque no hay. Quiero decir, al menos, no han tenido mucha presencia en la historia oficial del arte internacional…
(Carmen Argote) Claro, si hay, pero no han sido parte de exhibiciones en museos, ¿sabes? Cuando yo era adolescente e iba a los museos no estaban presentes.
(RGA) ¿A qué mujeres artistas veías entonces?
(Carmen Argote) Bueno, cuando me gradué ¿qué mujeres veía? Ahora es cuando estoy empezando a enterarme de más mujeres arquitectas, por ejemplo, que me impresionan. Estoy en un momento en que tengo que hacer mi propia investigación y poner más atención a los diálogos.
(RGA) ¿Para ver qué camino han seguido?
(Carmen Argote) Sí, establecer ese tipo de diálogo. Como con las curadoras. Está Pilar Tompkins Rivas que ha como navegado a su propia manera; o Rita González que ahora la nombraron curadora de Arte contemporáneo en Los Angeles Country Museum of Art (LACMA). No quiero pensar en las montañas que habrán tenido que mover para llegar ahí.
(RGA) Es importante para que artistas como tú, ahora, podáis tener cierta visibilidad.
(Carmen Argote) Sí, están además las artistas chicanas que aunque muchas veces nuestro trabajo no se parezca, hay como toda una historia, que es como tiene que ser. Cada artista tiene que tener sus propias prioridades en su práctica. Pero ahí va, poco a poquito y creo que cuanto más diversas sean las curadoras de arte, y cuantas más voces se crucen, mejor. No solo latinas, tiene que ser más amplio, ir más allá.
(RGA) Tiene que haber espacio para todos…
(Carmen Argote) Sí, menos así de seccionar y más de ponernos en diálogo con las ideas que estamos trabajando.
(RGA) No obstante ¿En Los Ángeles tienes contacto o estás en relación con otras artistas latinas que tengan una práctica con la que puedas entablar un diálogo?
(Carmen Argote) Sí, pero también no tienen por qué ser exclusivamente latinas, más que latinas, las artistas de color para mí están en primer lugar. Porque además hay muchos tipos diferentes de latinidad y eso es muy interesante, la verdad. Por eso surgió en mí la necesidad de conocer Latinoamérica mucho más. Tengo que conocer Latinoamérica mucho más.
(RGA) En realidad cuando empiezas tu práctica, ¿qué artistas te interesaban? ¿Hacia dónde mirabas o qué era lo que te llamaba la atención? Dame algún nombre.
(Carmen Argote) Cuando yo era estudiante veía artistas que tenían como prácticas extensivas que usaban como muchos materiales diferentes. Artistas como Mike Kelley, Blinky Palermo… Vi una muestra de Bruce Nauman que me gustó. Generalmente eran hombres y concretamente hombres norteamericanos o europeos que eran los que veía en los museos muchas veces. A veces veía a artistas mujeres pero conectaba con su trabajo o no.
(RGA) De las pocas mujeres que veías en los museos o galerías ¿resaltarías alguna práctica que te impresionó?
(Carmen Argote) Vi un show de Louise Bourgeois que me gustó mucho. También de Lee Bontecou. Pero más que de otros artistas, mi lenguaje visual surgió de mi familia, de los trabajos manuales que hacía mi madre por ejemplo, las costuras de mi abuela y los dibujos de mi padre. También de las estéticas de la ciudad, así como las imágenes a mi alrededor. No todo venía de los museos. Los museos eran parte de muchas otras partes que realmente conforman como uno se puede comunicar en el arte.
Las Cargadas (2019)
Warm is a Black (2018)
Deterioro y poder (2018)
Filtration System for a Process Based Practice (2018)
If only it were that easy… (ongoing) (2018)
Pyramides (2017)
Tierra. Sangre. Oro (2017)
Place On-Fold (2017)
Arragement of Wares: Paintings (2017)
Folding Structures (2017)
Workbook / Notebook (2016)
live/work (2008-2016)
Alex’s Room (2016)
Staircase Dresses and other clothes-like sculptures
Mansión Magnolia (2016)
Houses he wanted to build / Folding Structures (2015)
A Vast Furniture (2015)
Mantas (2015)
Handball Painting (2014)
On Inhabiting (2014)
Polyscapes (2013)
Selig Zoo (2013)
Recent Performances and Explorations (2012)
Formal Explorations (2011-2012)
Portraits of Spaces (2011)
720 Sq.Feet: Household Mutations (2010)
MFA Series (2007)