Rosana G. Alonso
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Respondiendo a dinámicas contemporáneas sustentadas por un ejercicio de estilo impecable y una revisión histórica, el mito de Elisabeth de Austria y Hungría, en ‘Sisi & I’, supera su iconicidad con un guion que clarifica los desafíos a los que se enfrenta

Sisi & I | Película | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película Sisi & I | StyleFeelFree. SFF magazine

Cuando todavía es muy reciente el impacto de Corsage: la emperatriz rebelde con una Vicky Krieps más icónica que tangible, deidad que trasciende lo humano para convertirse en algo meramente simbólico, la alemana Frauke Finsterwalder, con Sisi & I, da un salto de fe que obra con refinada y consistencia voluntad de estilo. Desde la perspectiva de la condesa Irma, dama de honor de Elisabeth de Austria, el mito de Sisi no solo se amplifica sino que transita por espacios insospechados para contemporanizar el relato histórico. De esta forma, el tópico de la amistad, de erótica queer, de amor que evita lo obvio enfrentado a una retórica que aclara muchas de las problemáticas de lo femenino, reconstruye una leyenda que ahora se vuelve diáfana y deslumbrante a cada paso. Al menos, en su indagación de conceptos que dejan de ser abstractos al descubrirlos vulnerables y consustanciales a la existencia atravesada por una lógica de género.

Para empezar, Sisi & I rompe con el paradigma cinematográfico de la pulcritud y el decoro, aplicado a lo histórico, haciendo una declaración de intenciones. No solo estilísticas. La condesa Irma, interpretada por una brillante Sandra Hüller, es sometida a un acondicionamiento físico y examen que probará si es apta o no para ser dama de honor de la emperatriz Sisi. No hay contemplaciones, ni piedad, en esta mirada que busca hacer efectiva la dialéctica entre lo bello y lo monstruoso. Este enfoque, que observa sin maternalismos lo empírico, adquiere un cariz muy fassbinderiano. También porque la relación de poder que se establece entre las dos mujeres protagonistas tiene ecos de Las amargas lágrimas de Petra von Kant. Desde este lugar común Frauke Finsterwalder juega continuamente demostrando su habilidad para hacer deshaciendo clichés, reinventando y adaptando la historia a las circunstancias de un presente que estalla haciendo de esta película un lugar donde mirarnos y reconocernos.

Con una banda sonora en la que todas las voces son femeninas, con temas de Portishead, Le Tigre o Nico, Sisi & I redefine la forma de acercarse a lo histórico superando todo tipo de limitaciones para conectar con las demandas sociales que buscan dilucidar el hoy. Con este propósito, otro de los elementos que contribuyen a recrear el mito, para descubrirlo bajo un prisma feminista que amplía la dimensión histórica, es el vestuario a cargo de Tanja Hausner. La estilista no solo viste a los personajes sino que los dota de personalidad y dibuja la relación entre ellos. En realidad, todos los recursos artísticos, lejos de hacer de esta película una foto fija, establecen entre sí concordancias que apoyan una idea primigenia repleta de intenciones. Justicia, empatía y belleza no devienen inconmensurables. A estas nociones se le suman dinámicas que tensionan la narración favoreciendo su agudeza y propósito. Esclarecer lo humano, desde lo psicológico y sociológico, que busca comprender, más allá del hecho, la acción que nos subjetiviza.