Impulsada por su implacable actitud de banda emergente, La Paloma iza el vuelo con ‘Una idea, pero es triste’, el primer EP de los madrileños

La paloma | Una idea, pero es triste | StyleFeelFree
Portada del álbum Una idea, pero es triste de La paloma | StyleFeelFree

Si pensando en estos últimos meses notas que has aprovechado el otoño, ya tienes algo en común con La Paloma. A este cuarteto —el grupo nacional emergente, de ahora mismo, por antonomasia— le ha venido de lujo la vuelta de los conciertos de pie. De hecho, puede que hasta ya los hayas visto sobre las tablas del Festival Brillante o del Monkey Week. También es probable que se hayan colado en tu móvil a través de las historias de Instagram de tus amigos de Madrid, Valencia o Sevilla. Y si no es el caso, la banda todavía tiene un par de bolos pendientes antes de fin de año. Allí presentarán Una idea, pero es triste, su EP debut. “En una terraza de Bravo Murillo espero a la muerte”, cantan en el segundo tema. El distrito madrileño de Tetuán y sus bares les unieron, pero su hábitat natural son los escenarios.

La Paloma es parte de la última promoción de una escuela que no lleva ni media década atravesando una de sus épocas más brillantes. Lo heterogéneo de los grupos que la componen escapa de etiquetas formales, pero todas llevan por bandera la sinceridad y las ganas de hacer ruido. Diamante Negro, La Trinidad, Carolina Durante o Medalla son tan solo algunos, pero muy buenos ejemplos de este fenómeno patrio. Lo mejor del rock o el pop de guitarras de toda la vida es, precisamente, que no tiene fecha de caducidad. En este caso, han sido Nico, Rubén, Lucas y Juan los que —como otros tantos han hecho y harán— un día se juntaron y terminaron montando una banda.

En su primer trabajo, la formación encadena frases a cada cual más lapidaria, pensamientos que pesan hasta que uno se atreve a darles voz. La mejor manera, por supuesto, es gritarlos a pleno pulmón. En canciones como Ya está o Siempre así, al dolor y a la sensación de haber tocado fondo los acompaña cierta esperanza agridulce. Por un lado, “Aprendamos a no esperar”; por otro, “Vendrán tiempos mejores / Pero estamos mejor que antes”. Contradicciones no resueltas, pero siempre con solución. Un Momento Oportuno y Palos funcionan a la perfección como primera y última pista, otorgando al EP un tono absolutamente catártico. “Quiero que me vuelvas a explicar lo que ha pasado”, es el único verso cantado —gritado— una y otra vez a lo largo del tema final. De fondo, una línea de bajo que, aunque es interrumpida a medio camino por una batería explosiva, termina despidiendo el disco.

El rollo garajero que, en los dos mil, traían escuchado de casa buena parte de los pioneros del indie nacional menos comercial ya quedó atrás. Seguramente todavía sea demasiado pronto para afirmarlo, pero las influencias de muchos grupos debutantes de nuestros años veinte apuntan hacia una misma dirección: el shoegaze. Al menos esa sería la respuesta sencilla. Otra más concreta sería el sonido de la banda liderada por Kevin Shields, My Bloody Valentine, en su disco de culto Loveless (Creation Records, 1991). Es cierto que lo que hace La Paloma dista de ser shoegaze, pero las guitarras distorsionadas de las dos primeras pistas de Una idea, pero es triste son puro Shields. Homenajes y referencias a parte, a los madrileños les han bastado cinco canciones para —a casi un mes de despedir 2021— colarse entre los mejores descubrimientos del año.
 


 

DATOS DE INTERÉS DEL DISCO

Nombre de artista o grupo musical: La Paloma
Título del álbum, ep, single: Una idea, pero es triste
Sello: La Castanya
Mezcla: Hans Kruger Montreal Studios
Masterización: Ultramarinos (Costa Brava, Barcelona)
Portada: Paula Yubero
Fecha de lanzamiento: 26 de noviembre de 2021