Editrix dan la bienvenida al apocalipsis en su álbum debut ‘Tell Me I’m Bad’ 

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La banda de Massachusetts Editrix se estrenan con ‘Tell Me I’m Bad’, un primer disco con el que prometen toneladas de ruido

Editrix llevan componiendo y experimentando con distintos estilos desde que Wendy Eisenberg (guitarra/voz), Steve Cameron (bajo) y Josh Daniel (batería) se juntaron en 2018. Tres años después, las letras afiladas y la habilidad a los instrumentos del trío ven la luz en Tell Me I’m Bad. Un LP de presentación que amenaza con destruir los pilares del indie-rock más anticuado a base de explosiones retumbantes de guitarra. Sin temor a jugar con una variedad de ritmos, a menudo discordantes, demuestran destreza cuando se trata de navegar los cauces del noise rock.

No faltan tampoco las letras de alto voltaje político con las que la banda dispara directamente contra los abusos del capitalismo. Torture, el segundo tema del álbum, está dedicada a uno de los episodios recientes más oscuros consecuencia del imperialismo estadounidense. En una entrevista para Talkhouse, el grupo afirma que hace referencia a las torturas perpetradas por la CIA a los presos iraquíes de Abu Ghraib. El registro agudo de la voz de Wendy contrasta con el estruendo de las baquetas contra los platillos y las potentes líneas de bajo. Los cambios de tono repentinos aportan cierto grado de dinamismo al disco, y al tiempo, lo vuelven impredecible.

Chelsea, que como single conquistó a muchos oyentes el año pasado, vuelve para marcar el comienzo de la segunda mitad de Tell Me I’m Bad. Es el momento de desatar la rabia, pero también de pasarlo bien. Anna K retoma el alboroto de Chelsea y lo eleva al cuadrado, cerrando el tema con un final abrupto. Confiando en que los instrumentos aún sigan de una pieza, el grupo prosigue con She Wants to Go and Party y The History of Dance. Primero caos y ritmos acelerados y después una exhibición de puro ingenio, cortesía de punteos perfectamente coordinados. Y para despedir el disco, nada mejor que una pequeña dosis del sintetizador que acompaña a Chillwave. No puede sonar mal si, como la banda afirma en su Bandcamp, el instrumento lo toca Dios.