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En una habitación del Hotel María Cristina de San Sebastián hablamos con Icíar Bollaín que estos días presenta ‘Maixabel’ en la sección oficial del 69 SSIFF, una película sobre la viuda de Juan María Jaúregui, asesinado por ETA en el año 2000
No podía haber un lugar mejor para presentar Maixabel de Icíar Bollaín. A unos metros del Kursaal, en pleno barrio de Gros, se grabaron escenas de la película que retrata los encuentros restaurativos que pusieron a víctimas de ETA y victimarios cara a cara. Mostrando un capítulo que queda en los márgenes de lo que fue la lucha armada de ETA, la realizadora de Flores de otro mundo consigue esclarecer muchas sombras de una historia apenas dibujada, silenciada hasta hace muy poco. Lo hace, además, conectando pasado con presente. Aunque durante el guion y el rodaje reconoce que no se planteó su conexión con la actualidad, ahora entiende la dimensión de una película que según sus palabras “pone en valor el diálogo, la asertividad y la empatía”. Por otra parte, venir a San Sebastián a presentarla es para ella “muy emocionante” por lo que representa.
(Rosana G. Alonso) Estás en el lugar adecuado para presentar Maixabel, ¿valorabas llegar al Festival de San Sebastián durante el rodaje?
(Icíar Bollaín) No la concebimos pensando en venir, pero sí que cuando estábamos marcando las fechas del rodaje nos preguntamos si llegaríamos o no.
(RGA) ¿Cómo surge el proyecto y en qué momento? Coméntanos algo de la génesis
(IB) Son los productores los que se acercan con la idea de hacer una historia sobre los encuentros restaurativos. Yo había leído sobre ello cuando se publicó la noticia, muchos años atrás. Estas entrevistas que mantuvieron las víctimas con personas que representaban a ETA me impresionaron mucho, me resultaron impactantes. Sobre todo, por la descripción que hacían las víctimas de cómo se habían sentido después de estos encuentros. A mí, la idea de que alguien se sienta delante de la persona que más daño le había hecho me dejó perpleja. Y que por la otra parte estas personas que habían pertenecido a un comando de ETA hubiesen hecho semejante viaje, de estar en un comando y luego sentarse delante de la víctima y decirle lo siento, lo que he hecho estuvo mal, pues es… No sé, como lo mejor y lo peor del ser humano. La capacidad de ponerse en el dolor del otro y también la capacidad de arrepentimiento.
(RGA) ¿De qué año estamos hablando? ¿Cuándo se ponen en contacto contigo los productores?
(IB) Los productores me lo proponen hace como dos años o tres, porque entre que se escribe el guion y luego se rueda, pues sí, han pasado dos años
(RGA) ¿Y desde el principio estabas convencida de que era tu película?
(IB) Cuando me proponen el tema de los encuentros me interesa inmediatamente. Pero lo primero que hacemos Isa y yo es venir a conocer a Maixabel
(RGA) ¿En qué momento entra Isa Campo a participar en el guion?
(IB) Desde el principio. Nos proponen la historia de María Isabel Lasa a las dos. Entonces, Isa y yo, que todavía no nos conocíamos, venimos aquí a encontrarnos con Maixabel.
(RGA) ¿Surge también el nombre de Maixabel desde el principio o solo estaba sobre la mesa el tema de los encuentros?
(IB) En la propuesta de los productores ya estaba la historia de María Isabel Lasa, sí.
(RGA) De todas formas es la historia de María Isabel Lasa, pero en realidad lo más sorprendente es que se forma un triángulo entre ella, Luis María Carrasco e Ibon Etxezarreta
(IB) Sí, sí, claro
(RGA) Y eso es, bajo mi punto de vista, muy acertado, porque podía haberse concebido únicamente desde la perspectiva de Maixabel, y entonces, la historia hubiese podido flaquear al contemplar solo una versión. ¿De qué partís para escribir el guion Isa y tú?
(Icíar Bollaín) Venimos aquí a conocer a María Isabel Lasa y a partir de conocerla, y ver que ella es accesible y encantadora, tuvimos claro que la historia valía la pena desde todas las perspectivas. Maixabel, además, es de una generosidad enorme. Luego, pues llevarlo a la pantalla, tiene su complicación. Primero porque es algo muy doloroso y personal. Luego, porque en cuanto conversas con ella te das cuenta que también hay unos señores delante suyo que han hecho un viaje del que no sabemos nada, del que en general se sabe muy poco. Creo que sabemos poco del interior de ETA, pero de lo que seguro que sabemos muy poco es de la disidencia de ETA. Primero, porque ya se encargaban ellos de no darla a conocer; y segundo, porque no son accesibles. Y de pronto, tener la posibilidad de conocer este viaje de autocrítica que han hecho estos hombres desde que entran en ETA hasta que salen por el otro lado, es sorprendente.
(RGA) Pero la perspectiva que tenéis de estos hombres, de Luis María Carrasco e Ibon Etxezarreta, ¿es solo a través de Maixabel o cómo os documentáis?
(IB) Al principio es a través de Maixabel. Es decir, ella nos cuenta sus encuentros y su relación con ellos. Nos habla de cómo se encontró con unos hombres que ya no eran los que habían matado a Juan Mari. Pero luego, obviamente, fuimos a conocerlos. Entonces fuimos al encuentro con Luis Carrasco e Ibon Etxezarreta, y hablamos con ellos. Si íbamos a hablar de ellos, no concebíamos otra cosa
(RGA) Y de todo esto, ¿qué hay de verdad y qué de ficción en los diálogos que se recrean?
(IB) Pues prácticamente todo es verdad. O sea, está elaborado de manera que no repitamos las mismas preguntas en un caso y otro.
(RGA) La estructura es fantástica.
(IB) Lo que hemos dicho en la primera entrevista, no se repite en la segunda. Pero prácticamente eso es lo que hablaron. No solamente hablamos con ellos dos, que nos cuentan su versión de las cosas, sino que hablamos con la mediadora que concibe los encuentros y que estaba presente durante los encuentros, que nos da también su versión.
(RGA) Un personaje, el de la mediadora, muy duro en la película
(Icíar Bollaín) Claro, la mediadora es un personaje muy difícil de hacer. Ahí Tamara Canosa, que es la actriz, tuvo que ser muy asertiva, pero al mismo tiempo no podía hacerse amiga de los que causaron tanto dolor. O sea, un mediador invita a la conversación, pero no es un colega ni muchísimo menos. Entonces, es un territorio muy delicado en el que yo creo que la actriz se mueve muy bien. La persona real, Ester Pascual, pues tenía eso, tenía mucha presencia, mucha calidez, pero siempre sabía estar en su sitio.
(RGA) Bueno y que además sabe mantenerse al margen, ¿no? Que en realidad es lo importante
(IB) Claro, ella tenía que conseguir que hubiese ese diálogo, pero no podía ni juzgar, ni aprobar, ni condenar. Ese no era su papel. Su papel tenía que generar debate, o sea, generar empatía como para que haya conversación. Y por otra parte, es que fueron unos encuentros muy preparados, muy elaborados. Ellos pasan meses haciendo entrevistas con la mediadora hasta que ella considera que están preparados, que no van a justificarse y que no van a hacer más daño a la víctima.
(RGA) A Maixabel, ¿también la prepararon para los encuentros? Porque eso no se ve en la película
(IB) Si, pero menos, hay una cierta preparación. Pero las víctimas que acuden a estos encuentros ya han hecho mucho recorrido con su duelo y están en un lugar desde el que se pueden encontrar con estas personas. De hecho, es voluntario, nadie está obligado a hacerlo, con lo cual, ya solo el hecho de acceder a ir es que están en una predisposición. Los que tuvieron más preparación fueron ellos. Por ejemplo, hay algunos que la mediadora consideró que no eran adecuados porque todavía se justificaban y entonces no eran aptos.
(RGA) De hecho los encuentros están muy bien matizados, se establecen como muchos ángulos, muchas perspectivas. Y otra cosa también que me parece fascinante es que hay como mucha contención y eso, como espectador, se agradece. Nunca se traspasa la línea que podría acabar en mera sensiblería. ¿Cómo abordas esto? ¿Qué pautas sigues?
(Icíar Bollaín) Si, y de hecho eso está desde el guion. Hay una austeridad en como está planteado en el guion, en las escenas. Está en el rodaje y en la puesta en escena que elaboro con Javi Agirre, el director de fotografía. Esto es, hay un trabajo ahí y es gracioso porque yo no lo verbalizo, es una intuición y una sensación de que tiene que ser así, austero. También Alberto Iglesias, ya al final del proceso, me dice que la música tiene que serlo porque no vamos a regodearnos en el dolor. Esto es precisamente lo que yo, intuitivamente, he estado evitando, el regodearme en ello. ¿Sabes? Porque es obsceno, porque no es respetuoso tampoco. Y entonces, de alguna manera, fue una consigna desde el principio.
(RGA) Y la escena con ese plano tan maravilloso, quiero que me hables de la escena de la playa después de que Maixabel se haya reunido con el asesino de su marido.
(IB) Sí, sí…
(RGA) Que están los guardaespaldas detrás…
(IB) Sí, que entran ahí después
(RGA) Sí, eso es fabuloso, ¿no te parece?
(IB) Sí
(RGA) ¿Cómo surge? ¿En qué momento decides insertar esto?
(Icíar Bollaín) Eso está en el guion. Lo hemos rodado en Zarauz, pero originariamente era en la casa que tiene en Gros. No lo sé, es curioso, pero en la película está muy trabajada la imagen y poco a poco vas encontrando el lenguaje que necesita. O sea, en el guion está que ella sale a la playa y camina como liberada. Pero claro, luego tienes que decidir dónde está la cámara, qué ángulo cogemos, si un plano corto o largo. Y todo ese lenguaje, pues lo vas encontrando. Lo vas encontrando en la puesta en escena y en el montaje. Decido hacer un plano muy grande y otro muy corto. Y ya cuando estoy en el montaje tengo las dos opciones y de repente la película te pide ese pedazo de plano que además es muy liberador. Pero luego entran los guardaespaldas. Es como que te recuerdan donde estamos otra vez.
(RGA) Sí, lo explica todo. Abre, más allá del encuentro que acaba de tener Maixabel, el alcance que tiene ese encuentro ¿no?
(IB) Y luego también es donde está colocado, y que hay una música… Y entonces, por eso te digo que tienes que pensar muchos aspectos. Planificas muchas cosas, pero luego vas encontrando lo que se ajusta a la película. Hay premeditación, pero también dentro de esa premeditación hay margen y encuentras tu lenguaje.
(RGA) Pero sobrepasando este lenguaje, meramente cinematográfico, me interesa también la trascendencia que tiene la película en el presente. Tratas un tema fundamental en la historia de nuestro país, pero en realidad, recurriendo a un capítulo al margen. Y a través de esto, explicas muchas cosas que atraviesan el argumento hasta llegar a la actualidad. Es más, diría que la película conmueve porque conecta con una psicología del presente. Bueno, es ya de consenso, que nuestra realidad es dicotómica. Las opiniones e ideas se sitúan en los extremos. O blanco o negro. Y eso es muy peligroso. ¿Qué lectura haces tú al respecto? ¿Cómo lo valoras? ¿Te planteabas todo esto cuando estabas haciendo la película?
(Icíar Bollaín) Yo no, fíjate. Como que ya tenía bastante con hacer esto bien [… risas] Con hacerlo con cuidado, con respeto, con austeridad. O sea, estaba demasiado liada con esto, la verdad, como para ver la dimensión actual. O sea, si que me daba cuenta perfectamente, Isa y yo lo hablábamos todo el rato, de la dimensión que tenía hacia el pasado. Es decir, estábamos hablando de algo que ha ocurrido, que vale la pena hablar de ello y que es muy importante porque hay gente joven que no sabe lo que ha pasado.
(RGA) Yo también lo considero así
(IB) Con eso ya teníamos razones más que de sobra para hacer la película. A parte de que lo que pasa en la película tiene mucho valor humano. Pero de esta otra faceta que me comentas me estoy dando quizá más cuenta ahora, que pone en valor el diálogo.
(RGA) Totalmente
(IB) Y quizá no me había dado tanta cuenta de que cae en un momento en el que hace falta mucho más diálogo.
(RGA) Pienso que es también lo singular de esta película
(IB) Eso no lo buscaba, por lo menos yo, quizá Isa sí lo percibió. Pero yo, desde luego, estaba tan concentrada en contarlo bien, que no percibí esa otra lectura que me parece maravillosa, y estoy totalmente de acuerdo. O sea, es poner en valor el diálogo, la asertividad, la empatía, el ponerte en el lugar del otro. Eso considero que son valores para siempre. Pero además, ahora, que está todo el mundo tan polarizado y crispado, pues más.