Rosana G. Alonso
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Si algo queda patente en la segunda jornada de la sección oficial del 69 SSIFF 2021 es que hay películas maravillosas que no tienen por qué responder a la dinámica de los tiempos y películas imprescindibles que le miden la temperatura al presente

Camila saldrá esta noche | Día 2 del 69 SSIFF | StyleFeelFree
Imagen de la película Camila saldrá esta noche de Inés Barrionuevo | Día 2 del 69 SSIFF | StyleFeelFree

Si la primera jornada de la 69 SSIFF dejaba un paisaje veraniego, la segunda jornada mostraba ya un ambiente más otoñal. No obstante, esto no empañó el show y los nuevos títulos que se presentaron en la sección oficial pusieron el listón muy alto. De estos, tenía especial interés por ver Benediction, de Terence Davies, autor que había pasado por el Festival de San Sebastián en el 2016 con la que a mi juicio era su mejor obra hasta el momento, A Quiet Passion (Historia de una pasión). Una película que bien hubiese podido haber ganado la Concha de Oro, que llevó I Am Not Madame Bovary (Yo no soy Madame Bovary), muy ingeniosa desde el punto de vista artístico pero no tan meticulosa ni suntuosa, ni en la imagen ni en la escritura.

Curiosamente, la cinta que presenta ahora Davis guarda cierto parentesco con la que mostró hace cinco años, en el mismo escenario. En primer lugar, porque ambas rinden un homenaje a dos creadores literarios. Si en aquella ocasión el tributo era a Emily Dickinson, ahora le toca el turno a Siegfried Sassoon. Y curiosamente, bajo la perspectiva de Davis, ambos comparten una sagaz personalidad que se refleja en la forma en que articulan el lenguaje. Más compleja, y tratando de abarcar muchos aspectos, Benediction reúne una partitura que conjuga archivo, poética y chispeantes interpretaciones durante todo el metraje. De todas formas, y aunque se nota que Terence Davies disfrutó con la composición de esta película que es abiertamente una denuncia de muchas cosas —de la guerra, pero también de las convenciones sociales—, tuvimos ocasión de ver otras proyecciones cuya dinámica es más urgente.

Hasta ahora, los filmes que le toman con más atino la temperatura a los tiempos son Camila Saldrá esta noche, de Inés Barrionuevo; y Arthur Rambo, de Laurent Cantet. La primera hace una extraordinaria radiografía del impulso femenino que pretende liberarse de imposiciones patriarcales. Es una cinta solemne, heredera de las revueltas feministas que sacudieron América Latina, especialmente en Chile y Argentina, en los últimos años. Y despunta significativamente por su maravilloso personaje central. Camila, interpretado por Nina Dziembrowski, iza, además, la bandera de un tiempo de necesaria proclama para acabar con los postreros muros que siguen poniendo a la mujer contra la pared. Con el lema de “mi cuerpo, mi quiosco”, reivindica un espacio identitario que todavía tenemos que defender con ahínco.

Por su parte, Laurent Cantet, que lleva un tiempo sorprendiendo con su perspicaz mirada, en esta ocasión hace un examen a la repercusión en redes. Así, en Arthur Rambo, explora cómo se expanden las opiniones, de forma unilateral, a través de las plataformas sociales en línea. Porque las audiencias, lejos de sentirse dirigidas, pueden sentirse protagonistas de la actualidad. El pensamiento único les hace creer, ilusoriamente, que pertenecen a un social que les arropa. Muy interesante filme, no solo por su temática que cuestiona la verdad única y manipulada, sino porque Cantet deja espacio al espectador, invitándole a despojarse de sus limitaciones. Entrando y saliendo, y eliminando el criterio indivisible, construye a un personaje ambivalente y narcisista configurado por Rabah Nait Oufelle, a quién también le da la oportunidad de redimirse.