Marta Pascual
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El legendario Luis García Berlanga contrapone tímidamente en ‘Moros y cristianos’ la urbe con el campo para advertir sobre el agravamiento de problemáticas actuales

Moros y cristianos | StyleFeelFree
Imagen de la película Moros y cristianos (1987) | StyleFeelFree

Entre furgonetas que se estrellan y selectas residencias se desarrolla Moros y cristianos, una comedia dirigida por Luis García Berlanga y coescrita con Rafael Azcona. Estos narran las desventuras de la familia Planchadell, unos fabricantes de turrones que se trasladan a la gran ciudad para mejorar sus ventas. Allí se encuentran con su hermana, Cuqui, quien los anima a renovar su imagen, a disgusto de su padre y jefe del negocio. El cineasta vuelve a relatar las diferentes realidades españolas y a criticar a la iglesia, aunque esta vez como reminiscencia del franquismo. Sin embargo, cambia su tendencia neorrealista por planos secuencias y escenas a pleno color, en las que mantiene los gags físicos. Aun conservando la mayor parte de sus singularidades, su juicio es tímido y se manifiesta inocuo. Se debe a que, a pesar de su habitual diversidad de protagonistas, la coralidad distrae y conforma diálogos anémicos en comparación con largometrajes anteriores.

El núcleo familiar refleja las inquietudes de Luis García Berlanga respecto al futuro. En concreto, las personifica el patriarca, interpretado por Fernando Fernán Gómez. El empresario se niega a innovar, ya que prevé que las nuevas estrategias mercantiles son una estafa. Contrariamente, el embaucador publicista representa el engaño al que quiere someter a los miembros de la empresa. Pese a que sus tácticas son claramente plásticas, los hermanos se muestran maravillados ante sus tretas. Ellos son el producto de una educación escasa y una experiencia vital limitada a una pequeña población. Reivindican la preocupación del director por señalar la importancia de la enseñanza y denunciar su escaso alcance.

La atemporalidad de Moros y cristianos reside tanto en su contenido, como en su forma. El estilo de Luis García Berlanga ha sido una inspiración para sucedáneos como Pedro Almodóvar, pero su influencia llega todavía más allá. Como resultado, productoras de videoclips como Little Spain han recuperado la esencia castiza de sus películas. Por otro lado, su negativa al cambio la sustenta con una superficialidad identificable en la actualidad. Mediante las redes sociales, el éxito se une más que nunca a parámetros visuales, predicción que realiza la pieza en relación a las operaciones estéticas. A la vez, comprende el incremento del racismo y el denigrante trato hacia los inmigrantes con sus personajes secundarios. Rechaza la normalización en un tono cómico, incluso vulgar, de problemas sociales que ahora viajan el doble de rápido a través de internet.
 

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