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A un año de su veinticinco aniversario, ‘El show de Truman’ de Peter Weir sigue siendo tan relevante y profética como lo fue en su estreno
En el año 2008, la revista Popular Mechanics nombró a El show de Truman como una de las diez películas de ciencia ficción más proféticas de la historia. Han pasado catorce años desde la publicación de la lista y esa designación sigue siendo cierta. Hoy en día, existen numerosos artículos, ensayos y video análisis, que analizan y examinan esta cinta minuciosamente. Hasta existe una enfermedad llamada el síndrome de Truman, detectada en pacientes que sufren de esquizofrenia que piensan que están en un programa de televisión. Es posible que el guionista, Andrew Niccol, que escribió la primera propuesta en 1991, no hubiese podido imaginar el impacto que iba a tener la película, prediciendo un futuro no muy lejano. Pero lo que es aún más sorprendente es que el mundo que Truman rechaza y del que decide escapar, se parece a una realidad que hoy vivimos y hasta cierto punto aceptamos.
Rememorando la película esta historia transcurre en la idílica isla de Seahaven, en donde seguimos el día a día de Truman Burbank. Todo es perfecto. Tiene un buen trabajo, una hermosa esposa, una linda casa y su vida es perfectamente cotidiana y feliz. No obstante, todo eso es una fabricación. Seahaven es una ciudad plató en Hollywood. Allí se produce El show de Truman, un reality que se transmite las veinticuatro horas del día y sin interrupciones. Sin su conocimiento, toda la vida de Truman ha sido una telenovela producida para el resto del mundo. Y todas las personas que conoce, incluyendo a su esposa, sus padres y su mejor amigo, son actores. De tal manera, Christof, el creador del show, constantemente manipula las situaciones alrededor de Truman, para que no cuestione salir de la isla. Asimismo, para hacerle creer que solo ahí puede ser verdaderamente feliz.
Es difícil no realizar un paralelismo con todo lo expuesto en la cinta y el presente. Hoy en día, las personas comparten su vida en redes sociales. Así, nos muestran todos los aspectos de su vida —que muchas veces son manipulados— para dar la impresión de lo perfecta que es. Al igual que Christof, producen una versión para el resto de sus seguidores con la intención de generar simpatía. Además, está el auge de los influencers, que han convertido sus vidas en un negocio, promoviendo el consumismo. Al igual que en la película, los actores alrededor de Truman siempre están impulsando algún producto para que la audiencia lo consuma porque la estrella del show lo utiliza. De la misma forma, actualmente, cualquier persona que tenga un móvil y una cuenta en redes sociales está constantemente bombardeada por anuncios publicitarios o sugerencias para comprar algún producto.
Sumado a esto, está la creación de algoritmos que atrapan la atención de las personas para manipular e influenciar sus decisiones sin importar las consecuencias. Un hecho que es explorado y explicado en profundidad en el documental The Social Dilemma de Jeff Orlowski. También están en las recientes revelaciones de miles de documentos confidenciales por parte de la whistleblower de Facebook, Frances Haugen. Si bien, todo lo mencionado anteriormente es pesimista, la historia de El show de Truman es esperanzadora. Porque al igual que él, hemos empezado a cuestionar que no todo lo que vemos en redes sociales es real. Por su parte, algunos de estos medios han tomado medidas para autorregular la veracidad de ciertos contenidos, pero eso no es suficiente. Al igual que Truman, todo depende de nosotros. Solo tenemos que subirnos al barco y tomar rumbo hacia un nuevo camino a pesar de la tormenta.