- Athina Rachel Tsangari, directora de ‘Harvest’: «Tal vez sea el fin de una era cada día» - 6 diciembre, 2024
- Matthias Glasner, director de ‘Dying’: «No me interesa hacer películas sino experiencias en vivo» - 1 diciembre, 2024
- Runar Rúnarsson, director de ‘When the Light Breaks’: «Veo que las mujeres tienen hermandad» - 27 noviembre, 2024
Con un desenlace muy propio de Kusturica, los hermanos Tarzan y Arab Nasser, en Gaza mon amour, convierten en fábula romántica la realidad de la Franja de Gaza
Aunque todo tiene un tinte de fábula, el guion en el que se basa Gaza mon amour parte de una historia real ocurrida recientemente en Gaza. Un pescador atrapa una estatua griega del Dios Apolo en sus redes que es confiscada por las autoridades. A partir de aquí, todo se complica. Pero al hombre lo único que realmente le importa es si será capaz de declararle su amor a la mujer que ha despertado su libido. El tono de fábula aquí es un aderezo que condimenta una película que en el fondo es activista en su aparente apoliticismo. Se escuchan de fondo las tensiones reales en la Franja de Gaza, y para superarlas, los hermanos Tarzan y Arab Nasser van a lo suyo. Es una decisión que tiene tintes del Aki Kaurismäki y Fatih Akin en sus modos más hilarantes o absurdos, que también buscan pintar adyacentes a lo cotidiano.
Por su parte, la fábula, solo silueteada y visible en un desenlace muy propio de Kusturica, se abre a la imaginación de los sentimientos, capaces de trastocar la realidad. De hecho, no es difícil imaginarse que los dos protagonistas, un hombre y una mujer de unos sesenta años, echen a volar en cualquier momento como en En la Vía Láctea. El filme tiene algo de ensueño, que transporta a una idea romántica del amor que parece haberse ido diluyendo en nuestras sociedades contemporáneas. Todo ocurre en Gaza, en un contexto acotado y vigilado. Pero Tarzan y Arab Nasser que dirigen y escriben el guion, trascienden estos límites para componer una pieza que engarza el humor con el drama, la cotidianidad personal con la insensibilidad política, y los sentimientos humanos más nobles con la violencia del día a día.
Los palestinos tienen una visión del cine que busca realzar la dignidad humana frente a los contratiempos de la vida política. Nacidos en Gaza, su cinematografía, todavía incipiente, busca claramente superar el día a día con un humor del absurdo que conecta rápidamente con la audiencia. Gaza mon amour tiene un ritmo dinámico, personajes amables que ansían el romance y contratiempos picantes que harán las delicias de públicos que buscan salir del cine de buen humor. A pesar de la ligereza, no es un producto de consumo rápido. En los márgenes hay lecturas de calado. Sobre la condición humana y el poder institucional de toda índole que busca mermar la voluntad de poder individual.