Óscar M. Freire

La aspereza de Peter Bebjak en ‘El informe Auschwitz’ recrea el holocausto con el fin de despertar y luchar contra sus fantasmas contemporáneos

El informe Auschwitz | StyleFeelFree
Imagen de la película El informe Auschwitz | StyleFeelFree

Cuando Europa fue atacada por los nazis en la II Guerra Mundial los aliados no podían creerse las atrocidades que se cometían en los campos de exterminio. Hoy, más de medio siglo después, aún hay negacionistas del genocidio y, lo que es peor, los ultraderechistas resurgen de sus cenizas. Afortunadamente, frente al discurso del odio se elevan contundentes voces, una de ellas la del eslovaco Peter Bebjak. Su película, El informe Auschwitz, ajusta cuentas con el presente poniendo el foco en el pasado. Originalmente una novela, el argumento relata la fuga de dos judíos, Freddy y Valter, decididos a contar lo que se quemaba en Auschwitz. Su proeza, dolorosamente cierta, abrió los ojos de la prensa internacional y desmontó las mentiras nazis.

Partiendo del compromiso ético y el respeto, el director personaliza el horror haciendo justicia a la crudeza histórica del momento. No hay secuencias bonitas, no hay nada que sea agradable en esta película. La angustia que se genera al inicio varía hasta perturbar el recuerdo, hasta ser un navajazo sensacional. Porque se busca otorgar conciencia desde la emoción de la verdad, desde el punto de vista humano. Por eso, es comprensible que la profundidad se distorsione o el cuadro se desequilibre cuando lo hace también el protagonista. Que se sufra como se sufrió, que se viva como se vivió, que se recuerde tal y como fue. Que ciertas imágenes trastornen el resto y que los cadáveres huesudos sean las figuras que decoran los sets.

Aunque se pueda considerar que tratar de herir la sensibilidad del espectador es un recurso cuestionable, en casos como este es bastante legítimo. La recreación, la puesta en escena de lo irrepresentable es consciente de su propósito. No se trata de ficcionar el pasado, sino de estamparlo en el presente, de no olvidarlo. “Aquellos que no conocen su historia están condenados a repetirla” abre la película. Unas precisas voces la cierran: Trump, Le Pen, Salvini, Orbán y otros muchos líderes escupen veneno populista. Lo que se catalogaría como una recreación histórica, es también un filme futurista, un filme que avisa. Muchos son los ecos que resuenan a László Nemes. Han pasado seis años, ¿es que ya hemos olvidado?
 

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