Tras la apariencia de la disparatada comedia que promete ser ‘El agente topo’, se esconden la enorme ternura y agudeza de Maite Alberdi como directora

El agente topo | StyleFeelFree
Imagen de la película El agente topo | StyleFeelFree

«Se necesita adulto, mayor, hombre. Jubilado entre 80 a 90 años. Autovalente, de buena salud, discreto y con manejo en tecnología. Para realizar investigación». Así reza un anuncio del periódico con el que Don Sergio se topa de casualidad. Acude a la llamada y se encuentra con Rómulo, un detective privado que decide que él es perfecto para la misión. Aunque lo parezca con esta premisa, El agente topo no es la típica película de espionaje. Y por supuesto que Don Sergio no es el clásico espía de novela negra, sino más bien su antítesis. La realizadora chilena Maite Alberdi atrapa con esta propuesta, y lo hace derrochando un sentido del humor impecable que se supera conforme avanza la cinta.

El filme se presenta también como un falso documental. En este sentido, la presencia consciente de la cámara desempeña un papel relevante a la par que sutil. Este formato permite justificar por qué estamos viendo al protagonista hacer lo que hace y cómo se comporta. Sobre todo, proporciona una mirada profundamente honesta a las emociones humanas y cómo se manifiestan más allá de los términos de la ficción. La directora se detiene a observar el mundo y a las personas como lo haría una investigadora. Y del mismo modo lo hace Don Sergio con todo lo que le rodea. En un comienzo, porque en realidad, eso mismo es lo que se le ha encargado como agente infiltrado. Pero pronto descarta esta metodología cuadriculada para dar rienda suelta a su ingenio, y es ahí cuando todo comienza a aflorar.

A través de Don Sergio, Alberdi alterna entre lo cómico y lo amargo hacia una reflexión acerca de la ancianidad. Este es un comentario sobre la fragilidad de la propia vida y de cómo la senectud parece condenar al olvido. La soledad es una cuestión que uno espera que un filme ambientado en un hogar de ancianos trate. El agente topo no es una excepción, pero se aleja de tópicos y fórmulas lacrimógenas y brilla al hacerlo. No cabe duda de que son abundantes los aciertos de esta película que, en toda su dulzura, ataca directamente al corazón.
 

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