Rosana G. Alonso
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Şükran Moral, que el próximo otoño inaugura exposición en el Museo Bergen de Noruega, es una de las artistas más subversivas de la escena del arte contemporáneo turco

Şükran Moral | Entrevista | stylefeelfree
Artist, 1994 por © Şükran Moral | StyleFeelFree

El camino hasta aquí de la artista turca Şükran Moral, que este próximo otoño inaugura exposición individual en el Bergen Museum de Noruega, no ha estado exento de polvareda, más de la que posiblemente hubiese imaginado. No obstante, siempre fue consciente de que para que su voz se escuchase, tenía que hacer estruendo. Y lo ha conseguido. Aunque el precio que haya tenido que pagar haya venido simultáneamente unido a las amenazas y los reproches.

Recientemente, entre algunos centenares de fotografías del último Paris Photo en 2014, una instantánea de la performance Married with three de Şükran Moral despertó mi atención. Con este trabajo, la artista turca trataba de hacer una crítica abierta a las estructuras sociales que debilitan a la mujer condenándola a un purgatorio no elegido. Como la mayoría de sus obras, es un alegato a favor de los más débiles, los olvidados, los discriminados, los anulados por el sistema. Anteriormente, ya había descubierto su trabajo en Light from the Middle East, una exposición que tuvo lugar en el Victoria & Albert de Londres, en 2012, y desde entonces su obra fue como una luz que curiosamente me iluminó cuando menos lo esperaba. Así que tenía que entrevistarla porque son tiempos confusos para el arte y más que nunca, se necesitan artistas contundentes que despejen las x mal resueltas.

De hecho, últimamente la censura no ha dejado de sacudir al arte, de arañar su frágil estructura a través de un poder, siempre presente, pero ahora implacable decidiendo cómo hay que expresarse, qué es conveniente mostrar y qué no… no vayamos a desmoronar de un plumazo todas las estructuras vigentes y se acabe la fiesta de la impostura. Visto lo cual, nos movemos, aunque no lo queramos, entre una censura densa e impuesta, si bien, imperceptible. Puesto que danza entre las sombras para mantener ese orden que sólo pueden criticar los que están legitimados para ello, hasta que dejan de estarlo. Todos sabemos, en mayor o menor medida, de los problemas de la libertad de expresión en el mundo actual. Paradójicamente, cuando más libres nos creíamos con la propagación de las redes sociales, es cuando más vulnerable se vuelve un derecho fundamental que creíamos intrínseco a las sociedades modernas del bienestar. Y por si el problema no fuese suficiente, se acentúa en determinados países y se incrementa también cuando se tocan ciertos temas sagrados, que se sacralizan precisamente para que no se nos ocurra ponerlos sobre la mesa ya que no hay debate posible. Tolerancia cero, te muevas por donde te muevas. Pero el mundo es tan sorprendente y caótico como sus gentes, por mucho que quieran etiquetarnos y catalogarnos. Siempre habrá alguien dispuesto a romper esas barreras, gritar hasta quedarse extenuado, dejar todo, si fuese necesario, para decir lo que crea conveniente. Entrar y salir, y volver a entrar. Cuando ese alguien además es mujer, hará lo mismo pero sus métodos tendrán que ser más contundentes. Şükran Moral lo tiene claro. Ha venido a este mundo para cambiar lo que cree injusto o al menos, para mostrar la cara que esconde la hipocresía. Arriesga mucho y lo sabe, mas no parece decidida a dar un paso atrás. Los que ha dado hacia adelante le han costado demasiado esfuerzo como para dar la espalda ahora a sus convicciones.

¿Cómo ha sido tu experiencia personal en el mundo del Arte? Creo que en tu caso no fue nada fácil acceder a una educación superior… ¿Es más fácil ahora para las mujeres turcas que quieren ser artistas?

Şükran Moral: Mi padre no quería mandarme a la escuela después del quinto grado. Un año más tarde, mi madre me inscribió en la escuela en secreto. A partir de entonces, la educación se ha convertido en algo sagrado y el objetivo más importante a alcanzar, porque sabía que era lo único que me permitiría estar a salvo. De hecho, a día de hoy, sigue siendo una parte importante de mi vida. Después de los 18 años, en Estambul, trabajé y estudié al mismo tiempo. Pasé hambre durante años hasta el punto de pensar que iba a desmayarme en las calles, puesto que no podía trabajar todo el día ya que quería asistir a clases.

Fue difícil para mí entrar en el mundo del Arte aunque escribía poemas y artículos sobre arte desde muy joven. Tampoco fue fácil estudiar y hacer arte bajo la presión fascista del golpe militar del 12 de septiembre [1980]. Hoy en día y más aun siendo artista, es muy difícil ser mujer en Turquía.

Uno de los grandes temas en tu trabajo son los excluidos: prostitutas, locos, gais ¿te sientes o te sentiste marginada o excluida en algún momento o por alguna razón?

«No hay un sólo momento en el que no me sienta un otro en mi vida»

Şükran Moral: En la sociedad los otros no son los otros para mí. Una parte de mí está con las prostitutas, los enfermos mentales, los gays. Prefiero mantenerme en contra de la cara hipócrita de la sociedad. No hay nada que me produzca más emoción que hablar sobre los que permanecen en el underground. El rostro de los enfermos mentales es tan hermoso y significativo como una vista al mar. Prefiero su rostro a los rostros de plástico que encontramos por todas partes. Eso es todo. No hay un sólo momento en el que no me sienta un «otro» en mi vida. He experimentado la locura durante años. Hay que ser malo o considerablemente hipócrita para no perder la cabeza en un ambiente como este. Los enfermos mentales son los más ingenuos de la sociedad, no llevan mezquindad o hipocresía, por eso la sociedad debe protegerlos como si fueran sus hijos. Por esta razón, estoy disgustada con la sociedad.

Desde muy temprana edad he crecido con la misma cantinela de que si no escuchaba lo que me decían, acabaría sentenciada a ser una prostituta. Por otra parte, conozco muy bien a los gays y transexuales porque son mis amigos.

Por estas diferenciaciones entre lo que está socialmente aceptado y lo que no ¿Consideras que hay que cambiar las estructuras sociales?

Şükran Moral: Especialmente la secundariedad debe terminar para las mujeres. La libertad para las mujeres en Turquía se está estrechado cada día y no es tan diferente en el resto del mundo. Creo en la igualdad en la educación. Las mujeres tienen que ser capaces de encontrar trabajo.

¿Crees que es posible un mundo en el que no sean necesarias esas jerarquías que diferencian lo que está bien de lo que está mal? ¿Es ese el sentido de tu trabajo artístico?

Şükran Moral: Yo no creo en las jerarquías porque soy una artista y no puedo ofrecer un asesoramiento político como si fuese un político. En 1997 tuve una exposición en el museo MLAC de Roma titulada Museo y morgue, donde convertí el museo en un depósito de cadáveres como crítica al enfoque burocrático de los museos. He oído en las noticias que ayer [mientras tuvo lugar la entrevista] en Túnez hubo un ataque a un museo y muchas personas murieron. Mi exposición tiene un significado diferente, un ataque a un museo es un ataque a la cultura. Sin embargo, aparentemente, la significación es similar porque literalmente convirtieron el museo en un depósito de cadáveres. Pero mis obras no tienen un objetivo aunque es verdad que odio los tabúes y la hipocresía.

Ya que mencionas el atentado en Túnez, ¿Consideras que se puede trabajar realmente para aportar un poco de luz a un mundo injusto o crees que por el contrario la censura y la auto-censura se están incrementando en la sociedad actual con los órdenes económicos mundiales y el incremento de los fundamentalismos religiosos?

«Los coleccionistas de mi país me dicen que les gusta mi trabajo pero que tienen miedo de comprarlo»

Şükran Moral: El mundo está gobernado por dos cosas: religión y sexo. En la religión el sexo es tabú. La justicia y el dinero están en las manos de aquellos que tienen las armas. Los otros sólo tienen que aprender a lidiar con este sistema. Me han censurado todos estos años. Los coleccionistas de mi país me dicen que les gusta mi trabajo pero que tienen miedo de comprarlo. Estos coleccionistas se autocensuran a sí mismos. Las amenazas de muerte, la censura, la soledad… sí, sí, sigo resistiendo a todo eso, pero tengo que pasar por ello si creo que el arte puede ser la respuesta y puede iluminar. No tengo ninguna duda al respecto.

Como mujer, es muy importante ser un modelo a seguir ya que casi todos los héroes son hombres. En 2010, en la aldea de Mardin Keraşik hice una performance llamada Casada con tres hombres (Married with three) con sus habitantes. Los hombres, especialmente los jóvenes, pueden casarse con más de una mujer y yo misma, con la performance, me casé con 3 maridos menores de 18 años. A través de esta acción, puse a esos hombres en los zapatos de esas chicas jóvenes y gracias a ello, algo de lo que no se habla en absoluto, ha comenzado a ser hablado.

Tus obras siempre tienen un componente de provocación. Desde los años sesenta, las mujeres artistas, en todo el mundo, han sido conscientes de la necesidad de provocar como forma de visibilización pero también de ir contra un sistema patriarcal. Pero mientras en Europa y EEUU, para las mujeres, ya no parece tan necesaria esa postura, en los países islámicos sigue siendo un arma necesaria de contestación y subversión, ¿en qué sentido ser turca condiciona tu forma de acercarte al arte? En tu caso, ¿cuál es el sentido de la provocación?

«¿Cómo puede una artista que vive en Turquía manejar el hecho de que 5 mujeres mueren al día y que sigan estando permitidos los matrimonios con niñas y en cambio, la libertad de expresión y creación esté prohibida?»

Şükran Moral: La provocación está en las venas del arte. Los artistas son los únicos que están siempre en contra del sistema, no es cierto que las mujeres artistas provocasen al principio y no sigan haciéndolo, ya que son parte del sistema. Si bien en Europa la realidad no es tan mala como en nuestro caso, tampoco es muy agradable para las mujeres. Mis obras más que una provocación son un grito. Estoy en contra de la provocación que es impersonal. Yo, por supuesto, tengo que gritar hasta quedar sin aliento si el sistema no me permite otro modo. Entrar en un burdel o en la sección masculina de un baño turco, son formas de provocar. Mostrar una vagina sangrienta, es una provocación que agita las dos caras hipócritas de la sociedad. Pero es normal vender armas, matar niños y dejar a la gente pasar hambre hasta la muerte. ¿Cómo puede una artista que vive en Turquía manejar el hecho de que 5 mujeres mueren al día y que sigan estando permitidos los matrimonios con niñas y en cambio, la libertad de expresión y creación esté prohibida? Yo, por supuesto, tengo que crear un tsunami con mi trabajo. Es el único camino.

De hecho el contenido de alguna de tus obras, como en Amemus, levantó un gran revuelo. ¿Crees que la reacción, con esta obra en particular, se debió a su contenido explícito o al contenido implícito de su discurso?

«El artista debe ser libre, es estúpido describir el arte a través de la ética»

Şükran Moral: Hice la performance de la obra Amemus en la Galería Zilbermande de Estambul con invitados especiales. La performance giraba sobre dos mujeres haciendo el amor. Las reacciones suscitadas han contribuido a una hipocresía sin precedentes en el mundo del arte. Todo el país de pronto comenzó a hablar de lo ocurrido por medio de una crítica destructiva que se tornó adulativa del gobierno. Así, el país, quedó dividido en dos discutiendo lo que era arte y lo que no, convirtiéndose en una campaña de linchamiento. Recibí amenazas de muerte, reacciones histéricas, amenazas por email diciéndome que quien me matara ganaría dinero… Mostrar una relación lésbica sobre el escenario, se convirtió en algo peligroso. Después de esto, algunas esculturas fueron destruidas en Turquía aunque no tenían ninguna relación con el sexo ya que decían que el arte y la cultura eran sus enemigos. Para los que lo criticaban ningún artista tenía permiso para hacer arte, independientemente del tema que fuese su trabajo, ni tan siquiera el arte abstracto se salvaba. El artista debe ser libre, es estúpido describir el arte a través de la ética. Después de la performance de Amemus era la ética la que me culpaba.

Por esta obra tuviste que huir a Italia donde habías estudiado en la escuela de Bellas Artes de Roma. Pero de Italia también fuiste expulsada en una ocasión, ¿qué ocurrió entonces? ¿Cambió tu imagen del país y en general de Europa este incidente?

Şükran Moral: Cuando yo era una estudiante de arte en Italia, fui expulsada por problemas de visado. En 1994 fue la pesadilla de mi vida. Viví en fuga durante años y hablé de esto a través de mi arte. Hice actuaciones sobre el matrimonio y los inmigrantes en 1994. Italia no tiene una gran democracia como se pensaba. He vivido allí durante 20 años, tengo doble ciudadanía. Pero aunque empecé mi vida artística en Roma, el mundo del arte italiano nunca me abrazó ni me vio como uno de ellos. Esto es un hecho.

Tu condición de mujer también es fundamental para entender tus intervenciones y performances. Eres la voz de las mujeres que no la tienen en países que no conceden a las mujeres los mismos derechos que a los hombres, ¿te consideras feminista o cercana al posicionamiento de otras mujeres artistas o activistas comprometidas con su condición de mujer?

Şükran Moral: Soy feminista y estoy orgullosa de ello. Pero no permito que nadie limite mi trabajo diciendo que es feminista. Sería terriblemente superficial.

Los aparentes derechos que han conseguido las mujeres en los países más capitalistas resultan cuantiosos en comparación a los países islamistas, donde no parece que haya una evolución significativa. ¿Cuál es tu perspectiva desde Turquía, como país puente entre los dos mundos? ¿Crees que ese avance es tal o las mujeres que han conseguido el poder han tenido que sacrificar o ceder parte de su libertad para conseguir algo que a los hombres les pertenece por tradición?

Şükran Moral: Turquía está, por desgracia, cerca de los países árabes, tomándolos como modelo. De este modelo se toma prestado especialmente lo que concierne a los derechos de las mujeres. Por eso es importante que las mujeres luchen ahora por su libertad ya que no pueden entender el valor y la importancia de los derechos que han ganado con el establecimiento de la república.

Y sin embargo, en la actualidad, parece que las mujeres artistas comienzan a tener presencia en los museos. Aun así, ¿sigue siendo necesario reivindicar la presencia femenina?

Şükran Moral: Todavía hay una pequeña cantidad de mujeres en el mundo del arte. La presencia de las mujeres es casi nula en los museos. Además, nosotras, como artistas mujeres, ganamos muy poco dinero en comparación con los hombres artistas. No voy a mirar hacia la Edad Media y decir gracias a Dios. Tampoco es muy diferente para las mujeres artistas en Europa.

En la performance Bordello, vestida como una prostituta, sostenías papeles en los que se podía leer Se vende y Museo de Arte ¿Era esta una crítica a las grandes instituciones del mundo del arte? ¿Cómo percibes los grandes museos?

«Los museos me recuerdan dos cosas: morgue y burdel»

Şükran Moral: Irónicamente convertí un burdel turco en el MoMA. Los museos me recuerdan dos cosas: morgue y burdel, debido a la baja cantidad de presencia que tienen las mujeres y también al enfoque consumista que tienen. De hecho, mi mayor sueño es convertir al MoMA, por un día, en un burdel.
 

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Balcony, 2014 performance por © Şükran Moral | StyleFeelFree

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Welcome to Turkey, 2014 por © Şükran Moral | StyleFeelFree

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Menthal Hospital performance, 1997 por © Şükran Moral | StyleFeelFree