Rosana G. Alonso
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Ha pasado por el 60 FICX y con ella hablamos sobre una cinematografía en constante cambio y permanente revolución que rompe moldes sobre los géneros

Patricia Mazuy | Entrevista en el FICX | StyleFeelFree. SFF magazine
Patricia Mazuy durante el 60 FICX | Foto: R.Xo para © StyleFeelFree. SFF magazine


Visceral y espontánea Patricia Mazuy (Dijon, Francia. 1960) no ha pensado mucho en el rastro que ha ido dejando su filmografía. Es ahora, debido a que su trabajo empieza a reclamar una atención que despierta de un inesperado letargo, cuando las circunstancias le exigen una reflexión postergada por un impulso vital que le ha llevado a hacer películas.
“Para mí el objetivo siempre ha sido el de trabajar, hacer películas, fabricar películas. Evidentemente, no ha sido un trabajo fácil por el tema de la financiación. Es complicado encontrar dinero para hacer las películas y también han ido surgiendo problemas personales a lo largo de mi vida. Pero adoro el cine, hacerlo”. Se expresa así en Gijón, ciudad que ha acogido su obra cinematográfica en el marco de su Festival Internacional de Cine, el FICX, que acaba de cerrar su sesenta edición celebrando el cine independiente.

El foco que ha recogido los largometrajes de Patricia Mazuy en el FICX, comenzando por Peaux de vaches (1989), es una iniciativa conjunta entre el festival asturiano y el Festival Márgenes de Madrid que estos días también revisa cada una de sus películas constatando que no solo el cine realizado por mujeres, sino de cariz feminista, en el sentido de que reinterpreta todos los cánones cinematográficos reconduciendo los roles femeninos, aquí, desde las fronteras, tiene ahora un apogeo indiscutible porque define un estado. Una naturaleza salvaje y alterada que permea en lo contemporáneo modificando todo a su paso y buscando, al mismo tiempo, explicarnos. ¿Qué nos mueve? Indiscutiblemente, el deseo que todo lo trasfigura.

El deseo en Mazuy está presente ya en el germen de la historia y evoluciona irracionalmente por la narración hasta que se resuelve el dilema, el conflicto. Siempre hay un componente trágico, un suceso, como explica la cineasta francesa, que es el desencadenante de todo. Ella misma ejemplifica esto. “En Peaux de vaches, de hecho, empieza así, con un suceso en el periódico”. “Y en Paul Sanchez est revenu! hay unas personas que están imaginando el suceso y este llega, pero al final”, identifica la cineasta que acaba de estrenar su película más polémica, Saturn Bowling, dejando en el aire numerosas disyuntivas que atraviesan el deseo para poner de relieve el instinto cazador. Cazadores y presas, sin saber muy bien hasta el final cual es el papel de cada uno, se dan cita en una cinta innovadora y polisémica por cómo diseña un entramado social muy complejo a través de símbolos.

Saturn Bowling es también su filme más disidente. Si algo confirma es la naturaleza subjetivamente empírica de un cine que en Mazuy está cuestionándose continuamente. Aún así, su génesis se advierte perfilando conceptos abstractos en los que ella, hasta ahora, no se había parado a pensar en su empeño por hacer, dejándose llevar por un impulso. En este sentido, la libertad sobrevuela toda su filmografía definiéndose en los espacios abiertos, en la impetuosidad de perfiles femeninos que no quieren estar al margen, en la presencia de animales que reclaman su espacio e, inevitablemente, ofrecen paralelismos con esas presencias, en los bordes del relato, esperando a tener un papel principal asumido por ellos. Los personajes masculinos son arrolladores y sus conflictos derivan de sus lazos familiares que acaban por contrariar su propia masculinidad. Por eso, no es de extrañar que su virilidad sea puesta en entredicho. En esencia, no deja de ser otra construcción.

El estereotipo, muy presente en la filmografía de Mazuy, solo está ahí para traicionarlo. Como ella revela refiriéndose a los papeles que interpretan mujeres, “podemos pensar que son personajes tontos, pero en verdad no lo son”. Aspiran, como en la cinematografía de Agnes Vardà, con quien tuvo una estrecha relación, a ser libres a través de su inquebrantable voluntad.

(Rosana G. Alonso) ¿Cuál es, en verdad, el rol de la mujer en tu filmografía y su relación con la libertad?

(Patricia Mazuy) Hay una idea fija que tienen los personajes femeninos en todas mis películas que, digamos, es su cabezonería. Tienen esa idea fija que es el motor del personaje y no cesan hasta conseguirla. Entonces, sí, mis roles de mujeres buscan la libertad. Muchas veces esta libertad no deja de ser una utopía y por eso se va al traste. En Sport de filles, por ejemplo, su protagonista —Marina Hands— tiene la idea fija de los caballos y esa idea fija es el motor de todo. Gracieuse se topa con ese personaje masculino que es al mismo tiempo dominante, pero también es víctima. Y al final, es ella quien le liberará a él. Por otra parte, en Paul Sanchez est revenu! está la policía que tiene el objetivo de encontrar al asesino de forma obsesiva.

Incluso aunque sean personajes que puedan quedarse prácticamente fuera del relato como ocurre en las dos últimas películas (Paul Sanchez est revenu! y Saturn Bowling) al final son fundamentales para resolver los conflictos. Por lo mismo, por esa voluntad férrea que en algunos casos puede pasar casi desapercibida. En Saturn Bowling como explicó Mazuy en el encuentro que mantuve con ella en el Toma 3 de Gijón, “el peso lo llevan dos hombres, pero también hay dos luces que son las dos mujeres: la primera de ellas es la víctima del principio, y luego la mujer que estará hasta el desencadenante final. Desde fuera puede parecer que solo le mueve el deseo hacia el policía, pero va a ser un personaje de gran importancia”. En este caso, como reconoce la cineasta, aparece ya la figura de la femme fatal. Pero es un personaje mucho más autónomo y heroico que se separa del rol que le confirió el cine clásico. Su fatalismo, podríamos considerar que no está sujeto a un legado impuesto que la sexualiza. Al contrario, busca la forma de hacer justicia evitando el encasillamiento al que se ve arrastrada. Así se evidencia en el magnífico papel que interpreta Isabelle Huppert en Saint-Cyr cuando expone a una de sus pupilas lo siguiente: “me obligas a admitir que no siempre he sido quien soy ahora, la esposa del rey. Tuve que maquinar y halagar a los grandes. Pequé, delideradamente, para servir a mi ambición. Si te he conducido a Dios es para mí salvación tanto como para la tuya”. Su huida hacia delante, su forma de querer escapar del rol que la hace sentir inmoral, es su forma de rebelarse contra su, prácticamente, irreversible destino.

Si los personajes femeninos son cruciales, los masculinos son indispensables para definir el lado trágico de la vida. Quizás por ello, han ido ocupando, paulatinamente, un papel cada vez más importante. Patricia Mazuy es una cineasta que busca el riesgo y afronta el presente con determinación. “Solo se puede continuar haciendo cine si hay atrevimiento y valentía para llevarlo a cabo. Sobre todo, en el momento actual que con las plataformas cada vez hay más películas formateadas bajo los mismos patrones y criterios. Si quieres llevar a cabo la aventura de ir a la gran pantalla, hay que creer en ello y hay que ser responsable y tener esta valentía para conseguirlo. Conservo el placer de entrar en los universos y las aventuras para crear estas películas”, sentencia.

(RGA) Pero, ¿sigues teniendo los mismos intereses ahora que hace treinta y cinco años cuando dabas tus primeros pasos en el cine?

(PM) No he cambiado tanto porque hace treinta y cinco años, cuando empecé a hacer cine, tenía el mismo objetivo que es, únicamente, hacer películas.

(RGA) Y las historias y personajes que te interesaban antes y los que te interesan ahora, ¿no han cambiado?

(Patricia Mazuy) Yo quiero hacer todo el tiempo películas, crear películas, pero para mí es difícil escribir. De hecho, mi primera película sí la escribí íntegramente, pero el resto de mis proyectos he buscado siempre la co-escritura con alguien más. Mis personajes evidentemente han cambiado. Quizás han cambiado más en las películas de Paul Sánchez est revenue! Y en la última, Saturn Bowling. He ido más lejos con estos personajes, he salido completamente del realismo.

En el caso de Saturn Bowling también por el tema, no es una tragedia sino un cuento negro, una pesadilla onírica que consigue llevar a los personajes al límite. He llevado los personajes al límite del sufrimiento y la miseria humana. En este sentido, estoy satisfecha con mi trabajo. Lo he conseguido, por lo tanto, tampoco voy a volver a hacerlo porque digamos que no quiero repetir siempre las mismas cosas porque repetirse es un rollo. Me interesa ir descubriendo diferentes universos.

(RGA) Aunque es cierto que se puede advertir un cambio en estas dos últimas películas que mencionas y que en general toda tu filmografía es muy diferente entre sí porque hay una búsqueda constante, se puede hacer una lectura de tu carrera acudiendo a ciertos aspectos clave. ¿Cuáles consideras que son esos temas que se repiten y que configuran tu ideario?

(PM) Sí que es cierto que ahora, al hacer diferentes retrospectivas sobre mi trabajo, me doy cuenta que hay ciertos patrones en mis películas que se repiten como el campo, los animales, la energía de los personajes que estalla en un momento dado. Pero esto lo he hecho de una manera inconsciente.

En todas mis historias, que son todas muy diferentes, hay situaciones fuertes que llevan a los personajes a tener que explotar o evolucionar. Para mí es muy importante creer en lo que estoy contando. Para conseguir esto me centro mucho en los detalles que nos llevan a que la acción ocurra y de esa forma también creo un ritmo musical en todas mis creaciones. Por ejemplo, en Peaux de vaches, mi primera película, sí que parece que muchas veces la historia no avanza porque se queda como suspendida. Pero son igual de importantes esos momentos suspendidos que los momentos en los que ocurre la acción.

(RGA) Además de estas situaciones, la naturaleza salvaje y los espacios abiertos son muy importantes en la construcción de itinerarios.

(Patricia Mazuy) Sí, casi todas mis películas, excepto la última, se centran en espacios abiertos, en la naturaleza. Las localizaciones son en el campo o en pueblos. La única que se diferencia de esto es Saturn Bowling porque es una película negra, una película urbana que ocurre en esta bolera que no deja de ser una metáfora de un mundo más fantástico. Pero de por sí yo prefiero rodar en espacios abiertos, no me gusta rodar en espacios cerrados.

Estos lugares son muy importantes para mí porque a través de ellos puedo crear un universo que permita meterse en la película. Por ejemplo, en Paul Sanchez est revenu! toda la película ocurre en un radio de 15 km que es donde se está ocultando el asesino. Y en Peaux de vaches todo está en el entorno de la granja. En Saturn Bowling, sin embargo, el lugar es metafórico porque trata de representar el fantasma del padre. Es un lugar irrealista, pero creemos que estamos en él porque es el universo de la película. Para mí son muy importantes estos lugares y los decorados. Si no los visualizara, no podría crear el universo de la película. Es el límite visible que me permite la creación.

(RGA) ¿Hay alguna razón en tu predilección por el campo? ¿Un rechazo, quizás, a la urbanidad y la modernidad?

(Patricia Mazuy) No, más que lo urbano, lo que no me gustan son los espacios pequeños. Evidentemente no estoy en contra del urbanismo, ni de la modernidad. En todo esto hay un parte práctica y pragmática. Lo que ocurre. además, es que rodar en ciudades es mucho más caro y la financiación que necesitas es mayor. Me gusta tener todo el plano controlado y, claro, tienes que quitar coches, necesitas figuración… todo eso implica un añadido económico. Sin dinero no se puede hacer películas. En Saturn Bowling sí que muestro la ciudad. He querido mostrar una ciudad caótica y por eso también muestro extractos de la ciudad, momentos actuales y momentos del pasado.

También está esta sensación de caos urbano de la vida moderna actual, de cómo puedo percibir la vida moderna y estos momentos descompensados que existen en la ciudad. Una de las cosas que me gusta es que el lugar tenga identidad propia, es decir, no quiero tampoco utilizar lugares que ya están vistos y revistos en películas. Un apartamento en París, por ejemplo, no me inspira. También me siento muy atraída por la arquitectura de los edificios. Por ejemplo, Gijón, lo encuentra magnífico.

(RGA) De todas formas yo creo que en los espacios abiertos también puedes atender mejor a tu interés por la libertad. Entonces también creo que estos entornos rurales, más salvajes, que se identifican, igualmente, con los personajes femeninos y su ansia de escapar de la norma pueden ser una metáfora.

(PM) Hay un vínculo entre los espacios grandes y la libertad, evidentemente. En este sentido yo creo que también el western me pudo influenciar mucho, con películas de John Ford y Sergio Leone.

(RGA) ¿Alguna influencia más que te gustaría rescatar?

(Patricia Mazuy) A mí de pequeña me gustaba mucho el western, el cine de acción, el cine soviético, el cine burlesco soviético de los años veinte. Boris Barnet, por ejemplo.

Me gustan muchas películas, he consumido mucho cine en mi vida y todo eso forma parte de mi construcción como cineasta. Pero estas influencias no tienen por qué verse en mis películas. Al final, estamos impregnados de las cosas que hemos visto, sea las que hemos consumido de más jóvenes, como las que consumimos ahora. Por ejemplo Nanni Moretti me gusta. Actualmente estoy viendo muchas películas italianas porque busco algo más ligero. Pero son cosas que no tienen relación con mis películas, sino que me ayudan a mí a devorar y digerir ciertas cosas, para luego poder construir como cineasta.

(RGA) ¿En cuanto al cine francés? ¿Destacarías a Agnès Varda como influencia? Personalmente creo que compartís un interés genuino por la libertad.

(PM) Fui montadora de Agnès Varda cuando entré en el mundo del cine. La fuerza que tiene Agnés Varda de contar las cosas sí que puede ser una influencia para mí. Yo también busco esa libertad cuando hago películas. Digamos que la búsqueda de la libertad sí que puede ser un vínculo entre nosotras.

(RGA) Y actualmente, ¿compartes intereses comunes con algunas cineastas francesas? Aunque eres un espíritu independiente, hoy en día hay un buen puñado de cineastas que están dando mucho de qué hablar.

(PM) Es cierto que voy por libre pero me interesa el trabajo de Emilie Deleuze que es amiga y cineasta. Así como el de Lola Quivorón y Alice Diop.

(RGA) Volviendo a tus películas, en ellas también es perceptible cómo el tono varía de unas películas a otras, ¿de qué depende? Paul Sanchez est revenu!, por ejemplo, es la más cómica de todas.

(Patricia Mazuy) En función de la película el tono puede ser más cómico o más romántico o más emocional. Bueno romántico, no. El toque romántico lo quiero hacer en mi próxima película.

También el intercambio de personajes, que sean hombres o mujeres, depende del tono de la propia película. He tenido películas más cómicas y otras más trágicas. Y luego está el tema del amor que eso sería quizás para un proyecto futuro, tener una relación más romántica a desarrollar.

(RGA) La comunicación, o en su caso la incomunicación, también es un aspecto determinante.

(PM) Sí, por ejemplo, en Saturn Bowling los silencios tienen más peso que los diálogos porque al fin y al cabo es una historia entre dos hermanos que no consiguen conversar. Tienen el peso del pasado, de la herencia salvaje, el peso del siglo XXI. No se hablan entre ellos y sí que hay un hermano que le está enviando algo al otro. Pero lo que le envía son cadáveres. En vez de enviarle cartas está enviándole cuerpos muertos.

(RGA) En Saturn Bowling hay un trabajo con los actores impresionante. No obstante, diría que la dirección de actores es muy determinante en toda tu filmografía, no solo aquí. ¿Cómo consigues esa veracidad?

(PM) A lo largo del tiempo he ido perdiendo miedo a los actores. El hecho de haber sido también actriz te ayuda a empatizar y entender mejor todo. Como directora aplico cosas que sentí siendo actriz. Esto lo conseguí en una autoficción que hice junto a mi expareja.

(RGA) ¿De qué película se trata?

(Patricia Mazuy) Basse Normandie. Es una película que co-dirigí y en la que fui también actriz. En este proyecto y luego en Sport de Filles en el que trabajo con Bruno Ganz es donde cambio el chip respecto al trabajo con actores. Lo primero de todo es que empiezo a trabajar con actores de teatro. Anteriormente a esto no lo concebía como una opción. Tenía incluso miedo, pero me di cuenta de lo importante que es construir y trabajar con los actores antes. O sea, darles tiempo y construir con ellos, siendo responsables ambos, tanto la dirección como los actores, de la creación de ese personaje. Eso no significa que se vaya a matar la espontaneidad del juego actoral. En Sport de Filles Bruno Ganz aunque habla muy bien francés e italiano, habla mejor alemán —él es de origen suizo— me pedía siempre que si había cambios que, por favor, se lo dijera diez días antes. No entendía por qué me pedía tanto tiempo, por qué necesitaba tanta preparación. Entonces, en la segunda parte de la película que sí ocurre en Alemania, cuando están en el concurso de los jinetes pudimos improvisar un poco más porque está en alemán. Ese ejercicio que hicimos me ayudó a entender lo importante que es para un actor tener las herramientas antes para poder prepararse. Eso no significa que no vaya a ser espontáneo durante el rodaje.

Si trabajamos antes con estos personajes, si conseguimos que ellos tengan un background detrás, cuando llega el momento del rodaje, aunque esté presente todo el tema técnico que puede limitar a los actores, ya tienen un recorrido que les permita vivir el presente del rodaje sin que tengan miedo durante él. Claro, toda esta preparación antes le da una autonomía al personaje que permita al actor autodirigirse un poco. Con Saturn Bowling fue vital hacer eso con todos los personajes de la película.

(RGA) Es que además en Saturn Bowling diriges a tu propio hijo en un papel muy complejo, ¿qué pautas le diste?

(Patricia Mazuy) Cuando tomé la decisión de que mi hijo interpretase el rol de Armand en Saturn Bowling fue una decisión basada en el coraje. Él viene del mundo del teatro y lo que buscaba era encontrar a alguien que viera que está herido, pero a la vez pudiera ser terrorífico, que tuviera fuerza y potencia pero que también se viera como una bestia dormida, que a la vez, como espectadores, nos diese un poco de pena. Cuando estábamos buscando al actor evidentemente hicimos un casting, vimos otras personas. Pero me di cuenta que él era el perfil más adecuado. Ambos tuvimos que reflexionar mucho y decirnos a nosotros mismos que íbamos a hacerlo, que podíamos hacerlo. Para él era muy difícil hacer este rol siendo dirigido por su madre y para mí que mi hijo ejerciera ese rol también era muy complicado. Hubo mucha reflexión detrás para poder construir el personaje. Tuvimos que construir el personaje mucho antes. Además, en ese momento él estaba trabajando en teatro, así que lo preparamos mucho antes. Como decía anteriormente, era necesario para que el personaje tuviese ese background antes de llegar el momento del rodaje. La escena más complicada fue la escena de la muerte-violación de Gloria (Leïla Muse). Esa escena se consiguió porque ambos trabajaban juntos en el teatro. Es una escena que requiere que los actores tengan mucha confianza entre ellos. ¿Se podría haber hecho con otra persona? Sí, pero se hubiera necesitado quizás seis meses para que ambos tuviesen esa conexión necesaria para hacer la escena. Fue una escena muy coreografiada, con muchos mecanismos que, aunque parezca que con ellos se rompe la espontaneidad, les permitía entrar en el juego actoral para que viéramos la evolución.

La parte más difícil para mí fue la parte sexual. Pero estaba todo mecanizado. Primero tiene lugar la ternura mientras es un acto consentido. Luego hay una línea que se traspasa cuando deja de ser consentido. Todo estaba pensado al milímetro con los dos. Trabajé conjuntamente con ellos. Cuando se rodó la escena yo no estaba en la misma habitación, estaba en otra porque, claro, la desnudez que para Leïla, evidentemente, le hacía entrar más en el papel, para Achille suponía un obstáculo, lo fragilizaba un poco. Por eso yo siempre estaba a parte y cuando llegaba se ponían los batines para que no perdieran la fragilidad. Y también por la relación que me une a Achille.

De todas formas era muy importante que fueran actores que venían del teatro. Cuando como directora das un rol como este a un actor que no está preparado lo puedes fragilizar emocionalmente mucho, hasta el punto de que después puedan requerir de un psicólogo. Por eso, como directora tienes que, digamos, ser responsable y estar preparado para asumir el rol que te corresponde. Mi hijo, por ejemplo, desde los diez a los veinte años estuvo en un equipo de lucha libre. De hecho, debido a esto nos veíamos muy poco. El equipo fue su refugio cuando él era muy joven. Ese deporte que a él le pudo herir porque tuvo que dejarlo a los 19 años de edad debido a las lesiones que tenía y demás, también lo preparó mucho emocionalmente. Sumado a eso, su carrera como actor teatral hizo que Achille fuera un personaje preparado para asumir un rol de esas características.

El 80% de la dirección es el casting que se ha hecho previamente. Si crees que él o ella son la persona adecuada es muy difícil equivocarte. Sin embargo, si el casting ya cuando se hace no está bien hay poco que hacer.

(RGA) ¿Tú te identificas con los personajes femeninos? O sea ¿te ves reflejada en ellos? Cuando hablamos por ejemplo de la libertad, ¿es una aspiración que tienes personalmente?

(PM) Sí, me identifico con todos los personajes.

(RGA) ¿Incluso los masculinos?

(Patricia Mazuy) Sí que me identifico con los personajes femeninos pero también me identifico con los masculinos, ya sean dominantes, ya sean dominados, ya sean masculinos o femeninos, que busquen la libertad o no. Como directora siempre está este juego que necesita ganarse la confianza de todo el equipo. Entonces para que tus personajes sean reales, sean creíbles, lo que tienes que hacer es proyectarte en ellos para darles vida.

(RGA) Pero independientemente de esto, porque yo entiendo que te puedas identificar con todos tus personajes, porque es tu película y lógicamente tienes que defender cada uno de ellos y entenderlos muy bien, tú como mujer ¿te identificas con los personajes femeninos en cuanto a la aspiración que tienen, este afán que tienen por la libertad y la justicia?

(Patricia Mazuy) Sí, sí, sí, me identifico. Me gustan los personajes femeninos fuertes. No me gustan las películas donde las mujeres son víctimas o perdedoras. Me gustan los personajes femeninos con fuerza y potencia. Incluso aunque sea débil, que si la miramos con atención pueda convertirse en alguien muy fuerte. La vida no es simple, la vida es complicada y no todo es blanco y negro. El hecho de que un personaje femenino tenga debilidades no significa que no vaya a tener fuerzas. Y eso es lo que hace que esa actriz y ese rol femenino sea completo. Es necesario mostrar la complejidad del personaje en toda su totalidad. Desde lo más débil a lo más fuerte.

(RGA) Y tú, ¿te consideras así, frágil pero fuerte? Yo supongo que sí porque si no serías capaz de hacer todo lo que has hecho.

(PM) No soy yo quien puede decir quién soy, pero supongo que sí.