Guillermo A. Búrdalo
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Con ecos a la Nouvelle Vague, ‘Jane por Charlotte’ es un retrato sobre la vida y las relaciones materno filiales

Jane por Charlotte | StyleFeelFree
Imagen de la película Jane por Charlotte | StyleFeelFree

Para su primer largometraje, Jane por Charlotte, la actriz Charlotte Gainsbourg, intérprete habitual en la filmografía de Lars Von Trier, opta por realizar un documental. Para este, toma como punto de partida a su madre, la actriz y cantante Jane Birkin, reconocida por películas como Blow-Up de Michelangelo Antonioni. También célebre en su faceta de cantante por canciones como Je t’aime… moi non plus de Serge Gainsbourg, padre de Charlotte. En la película se ofrece un seguimiento dividido en dos mitades. La primera, durante sus visitas a Tokio y Nueva York donde da conciertos. Y la segunda, en su casa en Francia. El objetivo, al agrupar estas dos partes, es ver cómo se desarrolla la relación entre madre e hija.

Al escoger este formato para Jane por Charlotte, se entiende el proyecto como una secuela espiritual de Jane B. por Agnès V. de Agnès Varda. En este primer trabajo, que data del año 1988, Varda retrata a Birkin a través de varios personajes, tanto históricos como ficticios. Con esto busca descubrir a la persona detrás del personaje. A raíz de ello, su hija, en 2021, decide mostrar a la madre a partir del trabajo realizado por la directora francesa. Sin recurrir a imágenes de archivo ni a la metanarrativa, graba de forma casera con un reducido equipo de personas. De esta manera, Gainsbourg completa el viaje iniciado por Varda, mostrando a Birkin como una persona más, de tal forma que la aleja del mito.

Con tono realista, Jane por Charlotte es un digno cierre a la figura de Birkin. Pero no solo de la artista, también de la persona. A lo largo de su hora y media, Charlotte Gainsbourg se preocupa por dotar de humanidad a una mujer que marcó una época. Para lograrlo, apela a conversaciones informales y situaciones cotidianas donde ella se desenvuelve como lo haría cualquier otro. Para ello, recurre al uso de la cámara en mano, durante gran parte del metraje. Así, se capta la esencia del mismo. Esta esencia son las dosis de realidad —y no un guion pre-escrito— en las que las reacciones casuales de los participantes narran. Como resultado, el documental no solo se ve referenciado por la Nouvelle Vague, también le rinde tributo a Agnès Varda. Ella, sin duda alguna, se habría sentido muy orgullosa del trabajo realizado por Charlotte y Jane.
 

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