Pedro Navarro
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En ‘An Unusual Summer’, el palestino Kamal Aljafari se vale del metraje de una cámara de seguridad para crear un retrato costumbrista del barrio en el que se crió, un gueto en medio del conflicto con Israel

An Unusual Summer | StyleFeelFree
Imagen de la película An Unusual Summer | StyleFeelFree

“Alguien rompió la ventana del coche de mi padre. Tres veces. Para descubrir quién fue, mi padre instaló una cámara de vigilancia”. Con este texto comienza el documental An Unusual Summer del palestino Kamal Aljafari. Una breve exposición a la que le siguen las imágenes grabadas por esa cámara de seguridad en julio de 2006. En ellas, un plano general y estático recoge un parking improvisado por el que van pasando los familiares y vecinos del cineasta. Transeúntes que revelan la precariedad e inseguridad de este barrio marginal, el gueto palestino de la ciudad israelí de Ramla.

El director edita y reorganiza estos archivos prescindiendo del orden cronológico real. En ocasiones, para focalizar la atención, reencuadra. Otras, tratando de seguir una figura, se desplaza sobre la imagen. A veces, cambia la saturación o aumenta la velocidad del vídeo. Sin embargo, el principal recurso en el que se apoya Aljafari son los intertítulos. Unos insertos textuales que recuerdan a los carteles del cine mudo y que emplea para presentar de forma ingeniosa a quienes aparecen ante la cámara. Después, según los vamos conociendo, cuenta anécdotas o hace comentarios sobre ellos. Y, finalmente, comienza a preguntarse acerca de la posibilidad de que alguno de los transeúntes haya sido el artífice de la fechoría inicial.

No obstante, aunque el ¿será él? puede atraer, el enigma de los cristales rotos no es más que un pretexto. La película no está ahí, sino en la observación de las rutinas de ese barrio. Unas idas y venidas que revelan la humanidad de una comunidad. Probablemente la clave de An Unusual Summer la podamos encontrar en una de las frases que aparecen en los intertítulos. “En la cámara de mi padre, todo el mundo tiene la oportunidad de existir”, comenta. Aljafari pone el broche final a ese verano inusual al vincular esta realidad concreta, la de su familia y vecinos, con el conflicto global que ha asolado su nación durante décadas.