A Silent Voice | Psicología del anime 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Hay un intento de superar los límites del anime en ‘A Silent Voice’, entrando en el terreno de la psicología que busca esclarecer temas delicados que quedan meramente esbozados

Adaptación del manga del mismo nombre creado por Yoshitoki Oima, A Silent Voice, es una película de animación dirigida por Naoko Yamada, una cineasta joven que está cambiando de algún modo la concepción clásica de un tipo de anime vinculado a una fantasía expresionista que encuentra en la acción su máxima expresión, ecuación subvertida también por otro tipo de animación japonesa más reciente como El recuerdo de Marnie, o más lejana en el tiempo, La tumba de las luciérnagas. El relato de A Silent Voice, lejos de abusar de la hiperimaginación colorista del anime asienta sus pies en el suelo para retratar el acoso escolar y la discapacidad. A pesar de ello, en esta mirada no hay una contemplación femenina que busca superar el estereotipo. Yamada, lejos de romper con viejas estructuras proyectadas en no pocas ocasiones en la animación, adopta aquí un punto de vista tradicionalmente masculino al acentuar a su personaje femenino central como excesivamente pasivo, permisivo e incapacitado más allá de sus evidentes limitaciones físicas. Mientras, el eje central del relato proyectado en Shoya Ishida, prototipo de chico malo que se convierte en un adolescente huidizo y con un acusado remordimiento, tampoco escapa de los patrones esbozados en muchos relatos juveniles, aunque en el hecho de subvertir su condición ya supera dicho esquema, entrando en la esfera de una psicología en la que se busca profundizar.

Justo en ese punto en el que se investiga con intención de superar la ecuación, A Silent Voice avanza, incluso retrocediendo, componiendo una narrativa interesante que se dilata en un buen estudio de la psicología adolescente, reflejando la angustia propia de estos años, cuando el futuro se atisba incierto y la personalidad no acaba de florecer. El estudio de los personajes en este sentido es complejo pero ello no evita que existan momentos en los que se desvanecen los perfiles y las intenciones, quebrándose la descripción, que se empaña y extiende por encima de lo necesario. Aunque según se atienda, en estas idas y venidas, se vislumbra una cinta de poderosos sentimientos que no acaban de estallar porque están sometidos a un análisis real de lo humano, en la observación de temas que no se pretenden descifrar: el amor, la amistad, la frustración, la alienación, las limitaciones autoimpuestas… En esa contención posiblemente esté la clave para descifrar ese conducto psicológico que el espectador tendrá que interpretar con sus propias experiencias. No obstante, a Naoko Yamada le queda mucho camino por delante para seguir investigando en la psicología del anime e invitándonos a entrar en territorios por explorar que siempre son bienvenidos en el infinito, pero todavía limitado, campo de la animación.
 

Tráiler de A Silent Voice | StyleFeelFree Youtube