Rosa GA

La razón más poderosa para hacer una escapada al norte de Portugal es sin duda por la gastronomía de Oporto y sus alrededores que, más allá del bacalao, incorpora recetas populares como la Francesinha

Si hay un producto gastronómico que asociamos a Portugal es el bacalao. Encontramos tantas recetas que incorporan el bacalao en salazón que es difícil decantarnos por una. Todas son tentadoras y por norma, no se puede salir de Portugal sin probar alguna de las formas en las que se puede presentar el bacalao. Bacalhau à Zé do Pipo, á la Gomes Sá, à João do Buraco, á forno, à Brás. Son solo algunos de las variedades más típicas, sin olvidarnos de los bolinhos o pataniscas de bacalhau.

A pesar de ello, hay platos estrella en todas las localidades siendo Oporto muy conocida, principalmente, por la popularización de la Francesinha, una especie de sándwich relleno de embutidos que vendría a ser la opción lusa de la hamburguesa americana y que cuenta con otra versión similar que se conoce como Cachorro. Cubierto de queso que le da una apariencia iconográfica y adornado con chips de patatas y una salsa anaranjada con un toque picante, es sin duda uno de los reclamos de la ciudad, como pudimos constatar contemplando las colas que se forman en los restaurantes que la sirven en las proximidades al Coliseo. Si bien, otra opción más interesante de comida rápida es la que ofrecen algunos establecimientos más pintorescos donde sirven petiscos o snacks, samosas y tapas típicas como los rissóis de carne o los pasteloes de sardinha, entre otros.

Más tradicional y casero que la Francesinha son las Tripas al estilo de Porto, un plato de cuchara que en los últimos años resurge del olvido como una comida de mediodía, bastante contundente. Incorpora casquería, embutidos y alubias, siendo acompañado por una bandeja de arroz. Es una receta muy antigua que tiene un origen humilde y comenzó a elaborarse con los sobrantes de las mejores carnes. Según cuenta la leyenda popular los habitantes de la ciudad entregaron al Infante Don Enrique, con motivo de la conquista de Ceuta, toda la carne de que disponían, quedándose ellos tan solo con las tripas, con las que elaboraron este manjar. A día de hoy, de hecho, a los portuenses se les conoce también con el sobrenombre de tripeiros, debido al consumo de las vísceras de la carne incorporadas en este delicioso plato.

Ya saliendo de Oporto, es muy recomendable probar la caldereta de pescados en su vecina Espinho o acercarse a algunas de las tascas de Guimarães, que ofrecen comidas típicas regionales en su centro histórico. Entre otros platos recomendamos el Cabrito no forno o el Assado Vitela para los que quieran probar algo diferente al bacalao. Por supuesto, pidas lo que pidas, hay que acompañarlo con vinos de la región como los verdes o los sabrosos vinos de Oporto.

Para finalizar nuestro recorrido no podemos pasar por alto los dulces. Sus encantadoras pastelerías son casi templos en Oporto y sus alrededores. Muy destacables, en este sentido, los entrañables locales para merendar que encontramos en Aveiro, a donde no se puede ir sin degustar sus tradicionales ovos moles o los pasteis de Santa Clara. Eso sí, hay que entrar en alguno de los salones de confitería y hacerlo sin prisas, ya que estos locales parecen retrotraerte años atrás, donde el tiempo tenía otro valor. De vuelta a Oporto, será prácticamente imposible no caer en la tentación de probar los populares pasteles de Belén, símbolo de la pastelería lusa por excelencia.
 

Francesinha y Cachorro | Gastronomía de Oporto | StyleFeelFree

Francesinha y Cachorro | Gastronomía de Oporto | Portugal | Foto: © StyleFeelFree

Bacalao | Gastronomía | Aveiro | StyleFeelFree

Plato de bacalao | Aveiro | Portugal | Foto: © StyleFeelFree

Gastronomía | Guimarães | StyleFeelFree

Assado Vitela | Guimarães | Portugal | Foto: © StyleFeelFree

Pasteles de Belén | Gastronomía de Oporto | StyleFeelFree

Pasteles de Belén | Gastronomía de Oporto | Portugal | Foto: © StyleFeelFree