Rosa GA

En la Catedral de San Bavón de Gante se puede observar, recientemente restaurada, una de las obras más emblemáticas de la pintura flamenca y del arte medieval europeo

Cordero Místico | Catedral de San Bavón | Gante | StyleFeelFree

Políptico del Cordero Místico de Jan y Hubert van Eyck | Catedral de San Bavón en Gante | Foto: Hugo Maertens, Dominique Provost

Indudablemente la ciudad de Gante cautiva desde su primera mirada porque traslada a otra época. Uno de los centros comerciales más importantes de la Edad Media, solo por detrás de París, todavía conserva su lustre. Un brillo proporcionado por sus calles adoquinadas y sus imponentes edificios, como la catedral de San Bavón. En ella se conserva una de las obras claves de la Edad Media europea y uno de los tesoros de la pintura flamenca. Se trata del Políptico del Cordero Místico. Restaurado recientemente, ahora conserva todo el esplendor que le confirieron sus artífices, los hermanos van Eyck. Tras un arduo trabajo de restauración se llegó a las capas de pintura original y lo que actualmente podemos contemplar es una obra majestuosa. Su color, profundidad, perspectiva y los simbolismos que ofrece nos permiten tener una idea de su valor. Al mismo tiempo, es un punto de inflexión en la Historia del Arte porque establece el paso de la pintura gótica a la del Renacimiento.

Además, la catedral de San Bavón ofrece un recorrido en 3D que nos permite conocer todos los pormenores del retablo y las vicisitudes que sufrió hasta llegar hasta nuestros días en un estado de conservación inmejorable. Pero para ello ha tenido que enfrentarse a muchas adversidades. El políptico del Cordero Místico ha sido víctima de todo tipo de agresiones, guerras, revueltas, ventas y robos. De hecho, a día de hoy, el panel original de Los Jueces Justos está en paradero desconocido después de que se robara en 1934. En su lugar, en el extremo inferior izquierdo donde se encontraba, se puede ver una reproducción excepcional realizada por el belga Jef Vanderveken en 1945.

Originalidad de una obra única

El 6 de mayo de 1432 se presentó por primera vez el políptico del Cordero Místico terminado. Supuso un acontecimiento muy importante en la ciudad de Gante ya que la obra era un encargo de peso. A petición de Joos Vijdt y su esposa, Elisabeth Borluut, influyentes ciudadanos ganteses, se encomendó a Hubert van Eyck la tarea de realizar una de las obras más importantes de la época. Pero con la muerte del artista, en 1426, fue su hermano menor quien se encargó de acabar los 12 paneles que componen tan magno trabajo. Su originalidad, en el momento de su presentación, residía en muchos aspectos. Entre estos, los paneles de Adán y Eva fueron de los primeros desnudos monumentales de la pintura flamenca y no aparecen idealizados. Como dato curioso, en 1861 se les cubrió de ropa, para no ofender a la sociedad victoriana de la época.

Por otra parte, la pintura al óleo utilizada por los van Eyck era algo muy novedoso. Hasta entonces, los retablos se hacían principalmente con esculturas en su interior y la pintura, ocupaba un papel secundario, en el exterior. Los van Eyck invierten este proceso. En el interior, la pintura toma todo el protagonismo. Sin embargo, en el exterior se recurre a la escultura. Para ello se recrean unas estatuillas muy realistas a modo de trampantojo. Conjuntamente, se perfeccionó la técnica del óleo. Jan van Eyck afinó su uso, aplicando varias capas semitransparentes, una encima de otra y trabajando las tonalidades. De las más claras a las más oscuras. El resultado, como se aprecia, es una obra maestra que tiene una sensación de profundidad y perspectiva incomparables. En ella se recogen con precisión quirúrgica detalles de los ropajes y joyas, así como de hasta 70 especies distintas de plantas.

Simbolismos que encierra el políptico del Cordero Místico

Cuidando todos los detalles, tanto de la obra abierta como cerrada, los van Eyck realizaron un trabajo muy meticuloso. Cerrado el políptico, se puede ver a sus patrocinadores, Joos Vijdt y Elisabeth Borluut. Cada uno ocupa una tabla distinta y entre ambos están representados sus santos protectores, san Juan Bautista y san Juan Evangelista, en monocromo. También destaca que en comparación con el colorido brillante del interior, el paisaje cerrado plantea escenas cromáticas más sobrias. En la parte superior se observan cuatro figuras que predijeron la llegada de Cristo. De ellas, dos pertenecen a la tradición pagana y las otras dos a la bíblica. En conjunto, estos personajes apuntan hacia la escena de la Virgen de las tablas inferiores.

Con el políptico abierto, en los paneles superiores se puede ver la forma iconográfica de la Déesis, los Ángeles cantores y músicos, y en los extremos, a Adan y Eva. Estas figuras están plasmadas de forma original a lo que se venía haciendo hasta el momento. Así por ejemplo, en la representación central de la Déesis en la que aparece la Virgen y San Juan ante Dios, vemos que no están retratados como acostumbraban a hacerlo. Esto es, como intercesores de las almas ante Dios en el día del Juicio Final. En cambio, se disponen estudiando las escrituras.

Sumando a esto, en los paneles inferiores laterales, acompañando a la Adoración del Cordero Místico, se sitúan distintas escenas. Por un lado, en los paneles de la izquierda vemos a Los Jueces Justos y Los Caballeros Cristianos. Por el otro, mirando a la derecha, apreciamos las figuras de los ermitaños y los peregrinos. Estos están acompañados por el patrón de los viajeros, en este caso, San Cristóbal.
 
Adoración del Cordero Místico | Catedral de San Bavón | StyleFeelFree

Panel de la Adoración del Cordero Místico de Jan y Hubert van Eyck | Catedral de San Bavón en Gante | Foto: Hugo Maertens, Dominique Provost

 

Iconografía de La Adoración del Cordero Místico

Será la escena central de los paneles inferiores la que tiene todo el protagonismo. Aquí se plasma la Adoración del Cordero Místico. Este representa al hijo de Dios y su Eucaristía. La composición, inspirada en un pasaje del Apocalipsis de San Juan, es el resultado de un nuevo enfoque naturalista. Asimismo, la sangre de Jesús, recogida en la copa, se relaciona con el mito del Santo Grial. Igualmente, la paloma que aparece en el cielo, es símbolo del Espíritu Santo. Finalmente, la fuente de la vida que aparece justo en frente del Cordero.

Elementos muy significativos arropados por multitud de detalles y grupos de personas que completan un paisaje del Jerusalén celestial. Un lugar iconográfico, inundado por una ola de luz que aboga por la inclusión de tribus, pueblos, lenguas y naciones. De ahí que entre los grupos humanos se reconoce a distintos conjuntos de personas. Están por un lado los judíos, sosteniendo el Libro Sagrado. También están representados los doce Apóstoles en primer término, por delante de santos y papas. Estos son una representación de la Iglesia Católica. Siguiendo a estos, hay mártires masculinos y femeninos que llevan palmas en sus manos.

El tema central de todo es la redención del hombre por el sacrificio de la vida de Jesús, en forma de cordero, para salvar a la humanidad, redimiéndola de sus pecados. De esta forma se ofrece una lectura de la Teología cristiana que en el interior del políptico corresponde a la Adoración del Cordero. Curiosamente a lo que podría pensarse, normalmente, se mostraba cerrado. Solo en las festividades se abría, dejando, a la vista de todos, el enorme espectáculo de colores que guardaba en su interior.

Una obra llena de reveses

El retablo de los hermanos van Eyck sufrió a lo largo de los siglos muchos avatares. Por eso, sorprende verlo ahora con tal lustro. Muy codiciada, ha sido víctima de muchas agresiones, por lo que es casi prodigioso ver, en la actualidad, todas las tablas juntas. Teniendo en cuenta que han estado desunidas en muchas ocasiones, poder atender a todo el relato que cuenta y que se expande hasta donde el espectador alcance a ver, es algo prodigioso.

Entre otros infortunios el políptico del Cordero Místico ha tenido que lidiar con la Furia Iconoclasta del siglo XVI, con las tropas de Napoleón del XVIII y con los desvaríos de Hitler, durante la Segunda Guerra Mundial, que estuvo a punto de volarlo, junto a otras siete mil obras de arte, en una mina de sal. A parte de esto, sus tablas también han sido objeto de venta y robos. Teniendo esto en cuenta, el viaje a Gante, aunque solo sea para ver esta obra icónica de la Historia del Arte, ya lo vale.