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La pintura europea y la fotografía de posguerra muestran, en la Fundación Juan March de Madrid, la respuesta del arte europeo al trauma de la II Guerra Mundial
El 2 de Septiembre de 1945 la II Guerra Mundial llegó a su fin. Siete décadas después del final de la contienda apenas si quedan supervivientes que recuerden el horror de un mundo dividido y fragmentado que había que reconstruir mientras se lamentaban las pérdidas sufridas en una guerra que volvió las tornas de los conflictos armados. Por esta razón, recordar el episodio más cruento del siglo XX, un hecho histórico del que las nuevas generaciones de tener constancia, es de un modo parco y muy superficial, según concluye con cierta aflicción Jean Claude Gandur —uno de los coleccionistas más importante del arte de esta temática y espacio de tiempo— es imprescindible para que el raciocinio por el bien común, triunfe frente a una sin-razón materialista.
Pero, después de Auschwitz, después de Hiroshima. ¿Seguía siendo posible el arte? María Dolores Jiménez-Blanco, comisaria invitada de la exposición Lo nunca visto. De la pintura informalista al fotolibro de posguerra [1945-1965] que puede verse en la Fundación Juan March hace alusión, al respecto, a la ya célebre sentencia de Theodor W. Adorno que explica el sentir de la época. “Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie”. De hecho, como se vio, solo había una forma de hacerlo. No era posible representar el dolor, sino hacer del dolor obra artística. Así lo afirman todos los responsables de este significativo recorrido por el arte al concretar que con respecto a la pintura, “más que una pintura del dolor, es una pintura dolorida”. O como sentenció Paul Celan, un arte otro. Una pintura que “encuentra en la disolución absoluta de la forma su programa”, esclarece Javier Gomá, director de la Fundación Juan March.
En la muestra, no obstante, no solo se pueden ver artes plásticas sino también fotografía que descubre su mejor aliado en el fotolibro. El itinerario propuesto es, por ello, un interesante ejercicio que dilucida el período comprendido entre 1945 y 1965 centrándose en la pintura europea informalista que, a diferencia del expresionismo abstracto norteamericano, estaba ejecutado por artistas que habían experimentado de primera mano los horrores de la guerra. Junto a esta, la fotografía es necesaria, según explica Manuel Fontán del Junco —director de Museos y Exposiciones de Fundación Juan March—, para contextualizar el ciclo de la barbarie. Para ello, la Fundación ha contado como comisario invitado con el asesoramiento de Horacio Fernández, que anteriormente ya hizo gala de su conocimiento en torno al fotolibro en la exposición Fotos y libros. España 1905-1977 en el Museo Reina Sofía.
Si hasta hace poco podíamos contemplar las obras del artista italiano Alberto Burri en una exposición en el Guggenheim de Nueva York, uno de los más notables representantes del dolor que dejó tras de sí la guerra; en esta exposición en Madrid, arriesgada tanto desde su planteamiento como desde la puesta en valor de muchos artistas entre los que figuran nombres conocidos, no estelares, con otros más desconocidos para el gran público, se vuelve a poner de relevancia el arte de posguerra europeo para argumentar precisamente ese Lo nunca visto a que hace referencia el título, en el sentido de que nunca antes se había asistido a una contienda mundial de tal magnitud, según explica M. del Junco . De igual manera, prosigue, nunca hasta entonces el arte había procedido así, ya que si nos remontamos a la abstracción anterior a la II Guerra Mundial, según concluye Gomá, recordando a grandes nombres como Kandinsky, Malévich o Mondrian, “todavía se atisban líneas, formas o figuras”.
Un arte, el de la posguerra, que tímidamente vuelve a tener cierto eco y que sin embargo fue el gran olvidado a partir de un año fatídico que Gandur, presente en la presentación de la muestra a los medios, recuerda con más pesadumbre que nostalgia. 1964. Un acontecimiento cambió el rumbo del arte. En la Bienal de Venecia de ese año Robert Rauschenberg se alzó con el gran premio, no sin cierta polémica. Según cuenta Gandur “Leo Castelli hizo un lobby tremendo en el comité de la Bienal a favor de Rauschenberg”. Era la primera vez que un artista norteamericano se llevaba tal distinción. Hubo un cambio de paradigma que M. Fontán del Junco sintetiza, no sin ser consciente de la caricatura. Del Boom al Pop. Esta exposición, explica, empieza justo con el boom —literal, si tenemos en cuenta las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki— y llega hasta el momento en el que el mundo está a punto de hacer pop. Resultado de esto es el paso de la desolación más absoluta, materializada en lienzos que han dejado de ser para mostrarse malformados, desprovistos de forma, heridos de guerra; al cambio de percepción resuelta por movimientos como el extraordinario CoBra del que extraemos nombres como Karel Appel o Asger Jorn . Aunque también el movimiento Fluxus, o los fascinantes decollages, entre otros.
Un homenaje al último tango en París para despedir a la ciudad que acogió a artistas de todo el mundo hasta que su luz fue apagada por el sonido de una guerra que aun así, dejó tras de sí algunas de las obras más hermosas y trágicas del siglo XX, recuperando nombres imprescindibles en la pintura como Wols, Jean Fautrier, Jean Dubuffet, Lucio Fontana, Antonio Tàpies, Antonio Saura, Rafael Canogar, Manolo Millares, Alberto Burri, Salvore Scarpitta, Jan Koblasa, Pierre Alechinsky o Natalia Dumitresco, por nombrar a algunos. Representantes de 18 nacionalidades entre las que destaca el peso de Francia, República Checa y España. Los artistas españoles tienen un muy importante papel aquí, más aún teniendo en cuenta que muchas obras proceden del Museo de Arte Abstracto de Cuenca que este año cumple su cincuenta aniversario.
Obra: Multitud de Antonio Saura en la exposición Lo nunca visto | © Biblioteca Museu Víctor Balaguer | Foto: Y.Yu para © StyleFeelFree
Izq: portada de Kriegsfibel; Dcha: portada de Denk ich an Deutschland en la exposición Lo nunca visto | Foto: Y.Yu para © StyleFeelFree
Título: Lo nunca visto. De la pintura informalista al fotolibro de posguerra (1945-1965)
Artista: Varios (Pierre Alechinsky, Karel Appel, Alberto Burri, Jean Fautrier, Jean Dubuffet, Georges Mathieu, Pierre Soulages, Wols o los españoles Antonio Saura, Rafael Canogar, Manolo Millares, Fernando Zóbel, Gustavo Torner, Luis Feito, Natalia Dumitresco, André Marfaing, Georges Noël, Jan Klobasa, Jan Kubíček, Pavla Mautnerová, Jiří Valenta, Wolf Vostell, François Dufrêne, Raymond Hains, Mimmo Rotella, Jacques Villeglé)
Comisariado: Manuel Fontán del Junco e Inés Vallejo de Fundación Juan March junto con Horacio Fernández (fotografía), María Dolores Jiménez-Blanco (pintura) y Zdenek Primus
Lugar: Fundación Juan March (Madrid)
Fechas: 26 de Febrero de 2016 – 5 de Junio de 2016
Entrada: libre
Actividades relacionadas: Conferencias (1 de Marzo: «Pintura pese a todo» por María Dolores Jiménez-Blanco / 3 de Marzo: «Negro como la mañana luminosa por Horacio Fernández)