Alex Vargas
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Tan tierna como reivindicativa, The Lost King presenta un viaje hacia el interior de su protagonista, remarcando el daño de las fake news desde una perspectiva medieval

The Lost King | Película | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película The Lost King | StyleFeelFree. SFF magazine

Tras la muerte de Ricardo III en la batalla de Bosworth, Inglaterra ponía fin a uno de sus conflictos más infames. Una guerra que enfrentó a la dinastía Lancaster contra la casa de York y que terminó con la desaparición de esta última. De esta manera, Enrique IV tomaba el trono de un país arrasado por la guerra. Una nación desesperada para cuyo gobierno el nuevo rey eligió una estrategia fundamentada en reescribir la propia historia. En consecuencia, Ricardo III fue tachado de usurpador, haciendo creer al pueblo que el hombre no era más que un deformado engendro sediento de poder. Sin embargo, las mentiras rara vez persisten en el tiempo. Casi cinco siglos más tarde la verdad sobre el monarca saldría a la luz gracias a una heroína muy particular.

Philippa Langley, una comercial telefónica asediada por la desinformada opinión ajena, decide abandonar su trabajo y buscar algo que dé sentido a su vida. La mujer encuentra en Ricardo III un semejante malinterpretado por la historia. Un igual al que la sociedad no ha permitido expresarse y al que se le imponen todo tipo de rumores y prejuicios. Philippa comienza entonces una lucha desesperada por limpiar el nombre del monarca, enfrentándose simultáneamente al peso de una sociedad que la discrimina por su escasa formación y condición de género. De esta manera, la devoción por salvar el nombre de un rey perdido se transforma en un viaje íntimo al interior de la protagonista. La película construye una narrativa que mezcla la imperante clave de comedia con la fortaleza de una mujer que se opone a ser silenciada. Una crítica inteligente que recuerda el deber feminista de reivindicar la ignorada voz femenina.

La cinta es por lo tanto tan humana como personal para su protagonista. Stephen Frears conoce a su público y presenta una obra familiar ajena a grandes pretensiones asentada en el deseo de contar una historia de superación. Por ello, el director escoge un elenco rebosante de empatía, protagonizado por una Sally Hawkins sensacional capaz de transmitir tanto la tristeza de una vida insatisfecha como la voraz convicción de que esta puede cambiar. A su vez, la dirección muestra orgullosa lo ordinario del mundo de Langley al moverse por el marco urbano de una metrópolis moderna. Esto juega a su favor, ya que al sumirse en el realismo más puro la película refuerza el atemporal valor de su mensaje progresista. En consecuencia, The Lost King resulta tan entrañable como inspiradora, invitando al espectador a pensar por sí mismo y a no caer en los prejuicios que, desde el comienzo de los tiempos, han plagado nuestras vidas.
 

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