D. Díaz

Pese a triunfar como retrato histórico, la ambigüedad política latente en ‘Till – El crimen perfecto’, de Chinonye Chukwu, levanta sospechas en cuanto a las verdaderas intenciones de la cinta

Till - El crimen que lo cambió todo | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película Till – El crimen que lo cambió todo | StyleFeelFree. SFF magazine

Los años que sucedieron a la guerra de secesión fueron prósperos para el pueblo afroamericano. Los antiguos esclavos se convirtieron en dueños de negocios que progresaron gracias al apoyo común. En pleno auge de la libertad de derechos, los demócratas retomaron progresivamente el poder en los estados sureños, dando pie a las leyes Jim Crow. En pocas palabras, estas leyes abogaban por la segregación racial, bajo el eslogan “separados, pero iguales”. En 1941, en medio de este contexto, nace en Chicago Emmet Till, cuyo asesinato es el detonante de esta historia. A modo de retrospectiva histórica, Chinonye Chukwu confecciona un retrato del asesinato de Emmet, que fue gasolina de primera para la lucha por los derechos afroamericanos. Mientras que, como drama, acierta en la reconstrucción del personaje de Mamie, la obra flaquea respecto a su faceta política.

Cuando Emmet se separa de su madre para ir a visitar a sus primos en Misisipi, se encuentra con una realidad hostil. Acostumbrado a vivir en Chicago, el joven desconoce la opresión a la que los de su etnia han sido sometidos durante tanto tiempo. Desgraciadamente, lo aprenderá de la peor manera posible. A través del montaje paralelo, la obra habla de cómo Mamie, incluso a kilómetros de su pequeño, parece sentir el horror que este está viviendo. Cuando se entera de su asesinato, se sume en una profunda depresión. Sin saber cómo afrontar el luto, le pide a Dios una señal y, sin llegar a recibirla explícitamente, parece haberla entendido alto y claro. A partir de este momento, el asesinato de su hijo pasa a ser un sacrificio a favor de un cambio en la mentalidad del pueblo estadounidense.

Pese a lo afligida que se encuentra, su deseo de hacer justicia se impone a su tristeza. Es este deseo el que la impulsa a dejar el ataúd de su hijo abierto, la imagen en torno a la que orbita la trama. Sin duda, todo indica que Till – El crimen que lo cambió todo pretende reivindicar la importancia de la lucha por los derechos afroamericanos. Sin embargo, varias decisiones de producción parecen ir en contra de este mensaje. Durante todo el metraje, abunda la presencia de Coca Cola. Incluso el propio juez pide que le traigan una en medio del juicio contra los asesinos de Emmet. ¿Por qué elegir una marca cuyo creador luchó a favor del ejército confederado? Dejando de lado esta ambigua decisión ejecutiva, como película de época se guarda las espaldas logrando un fiel retrato de los hechos.
 

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