José Carlos Redondo
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Remake de una película japonesa, ‘Corten!’ de Michael Hazanevicuis es una hilarante comedia que homenajea el lenguaje y oficio cinematográfico

Corten! | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película Corten! | StyleFeelFree. SFF magazine

El terror y la comedia son géneros que aparentemente se encuentran en las antípodas. Sin embargo, cuando se fusionan el resultado rara vez decepciona. Y si dicha unión se realiza con la inteligencia y valentía como en Corten!, el resultado entusiasma. Esta película francesa de Michael Hazanavicius es un remake de la japonesa, One cut of the Dead de Shinichiro Ueda. Es evidente que apenas hay diferencias entre ambas, no obstante, si uno se sumerge en el puzle metacinematográfico que plantea la obra francesa, dichas diferencias muestran una lección de la utilidad del remake para potenciar las virtudes del original. La historia arranca con un director abroncando a sus actores. Estos tienen que interpretar a unos zombis pero el resultado es calamitoso. En ese momento, unos auténticos muertos vivientes irrumpen en la grabación. De esta manera comienza una persecución apocalíptica que deja a su paso una sensación de extrañeza y desapego hacia el relato.

La obra se convierte en una simple sátira de las películas de serie Z, en la que hay auténticas extravagancias como que personajes franceses lleven nombres japoneses. Sin embargo, Hazanevicius, al igual que Ueda, es un gran conocedor del lenguaje audiovisual, como demostró en obras como Mal genio o The Artist. Por ello, sabe que el corte es la herramienta más poderosa del montaje y trata de aportarle un énfasis narrativo. Así es como, tras un largo plano secuencia, se produce el primer corte de la película. Este encadena un giro argumental en forma de flashback en el que todo cobra sentido. El relato fluye y las carcajadas aumentan cuando el metacine impone su propio código. La película rinde un sentido homenaje al oficio del cine defendiendo la artesanía y colectividad del mismo. Todo esto sin desperdiciar ni un segundo para mostrar un gag cada vez mejor que el anterior.

Todos los defectos que en principio se intuían en Corten! se convierten en sus virtudes. El patetismo de los actores se transforma en ingenio y los extravagantes movimientos de cámara en soluciones cómicas, pasando del ridículo más espantoso a la genialidad más brillante. A pesar de que su discurso metalingüístico pueda hacer pensar que esta es una obra demasiado compleja, nada está más lejos de la realidad. Todo está vestido con una sencillez y naturalidad que predisponen a pensar que, al ser una comedia tan inteligente y accesible, con los años será cada vez más reivindicada. A fin de cuentas, Corten! expone que el cine es un medio capacitado para transitar entre la verdad y la mentira. Por lo que, si se utilizan con precisión, quedan relegadas a simples puntos de vista.
 

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