J.Q.L

Jean-Jacques Annaud vuelve a sorprender con ‘Arde Notre Dame’, una película sobre uno de los incendios más famosos de los últimos tiempos, con el que nos recuerda de dónde proviene nuestra fuerza

Arde Notre Dame | StyleFeelFree
Imagen de la película Arde Notre Dame | StyleFeelFree

Arde Notre Dame sorprende. No es sólo una película sobre un infierno de llamaradas y plomo fundido. Arde Notre Dame es un infierno que comienza con una cerilla y un selfi. La elección de estas dos imágenes como apertura no es azarosa, Jean-Jacques Annaud nos narra la historia de dos incendios: la calcinación de Notre Dame y el caos social que originó. De esta forma, comienza un baile donde ambos fuegos se avivan entre sí. La despreocupación de un jefe de bomberos convierte una ligera humareda en una capilla en llamas, y a su vez, el pánico social satura las redes haciendo imposible a los bomberos atrapados en la catedral pedir ayuda. De esta manera, se desarrolla un juego de alternancia entre detalles sutiles donde brilla la dirección de Annaud.

A través del cambio constante entre planos generales de la catedral y planos detalle habitados por personas corrientes, Annaud y su editor, Reynald Bertrand, logran un ritmo frenético. Una cadencia en la que planos sobrecogedores de la capital gótica envuelta en llamas compiten simultáneamente en pantalla con personas de a pie. Gracias a esto, logran un montaje dinámico y lleno de contrastes en el que destaca con naturalidad el protagonista del filme.

A pesar de lo anterior, en Arde Notre Dame no hay protagonista. Al menos en el sentido clásico ya que, aunque un grupo de cuatro jóvenes bomberos se llevan gran parte de la atención, el personaje más destacable es la humanidad. Una humanidad que logra hacer frente a la calamidad que se les interpone gracias a pequeños gestos. Desde una niña escabulléndose para pedir un deseo, un líder que decide apartar su ego, dos bomberos que olvidan sus rencillas para salvarse juntos del fuego, u otro compañero que arriesga su vida aun sabiendo que su nombre jamás será noticia.

En definitiva, se trata de una película sobre las pequeñas cosas. Un recordatorio sobre todos aquellos males a los que nos enfrentamos día a día. Por muy diminutos que nos sintamos. Por muy colosales que se sientan nuestras adversidades. Todo está formado por pequeñas acciones. Al igual que un incendio capaz de devorar, Notre Dame se alimenta de ínfimos descuidos. Pero nuestra fuerza nace de acciones que creemos irrelevantes. Annaud nos invita a resistir, a actuar. Nos incita a luchar por lo que creemos justo. Arde Notre Dame nos recuerda que incluso en el peor de los incendios, bajo las llamas, las hormigas siguen combatiendo.
 

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