La exposición que el Museo Leopold de Viena dedica a Alfred Kubin indaga en los temores, que plasmó en su obra, y que están estrechamente relacionados con su biografía

Alfred Kubin | Leopol Museum | StyleFeelFree
Ilustración: Unser aller Mutter Erde (Nuestra madre tierra), 1902 de Alfred Kubin | Foto: Museo Leopold, Viena © Eberhard Spangenberg | StyleFeelFree

La violencia, la destrucción bélica, las catástrofes naturales y la manipulación de las masas fueron algunos de los temas protagonistas en la obra de Alfred Kubin (Austria. 1877-1959). Ahora, 248 piezas del artista se recogen en la muestra Confessions of a Tortured Soul del Museo Leopold de Viena. La exposición, comisariada por Hans-Peter Wipplinger, se localiza en toda una planta distribuida en once salas agrupadas en torno a varios contenidos clave. De esta forma, la obra de Kubin entra en diálogo con sus modelos a seguir en la historia del arte y sus contemporáneos. Diferentes artistas como Francisco de Goya o Félicien Rops influyeron en los motivos y la estética formal del artista. Asimismo, autores como E. T. A. Hoffmann o Edgar Allan Poe figuran entre algunas de sus fuentes de inspiración.

La infancia y la adolescencia de Kubin estuvo marcada por experiencias inquietantes, contratiempos y depresión. Para empezar, fue expulsado del instituto y abandonó su aprendizaje en el mundo de la fotografía. Además, perdió a su madre cuando era pequeño, intentó suicidarse en su tumba y sufrió una crisis nerviosa después de una corta temporada en el ejército. Estos son solo algunos de los golpes del destino que caracterizan la traumática biografía del también escritor. Por otro lado, ver los grabados del artista Max Klinger supuso para él un despertar que le provocó, según sus propias palabras, «un torrente de visiones de imágenes en blanco y negro». Tal experiencia le llevó a un impulso creativo que duró varios años y fue objeto tanto de indignación como de admiración por parte del público.

Fronteras entre fantasía y realidad

Desde el principio de la exposición, el público se adentra en las exploraciones de los abismos humanos del crepúsculo de la existencia de Alfred Kubin. La visión del artista, repleta de ansiedad, era entendida como una creencia irracional y antiutilitaria en el destino. Por eso, en sus motivos pictóricos fusionaba el sueño y la realidad, plasmando atmósferas oníricas con criterios compositivos. Él mismo diseccionaba las visiones construyéndolas de nuevo, intentado formar así una imagen onírica clarificada. En la muestra se observa cómo las espantosas visiones de demonios apocalípticos, que atormentaban su existencia, se manifestaron en representaciones grotescas y carnavalescas.

Por otra parte, la obra de Kubin se creó con el telón de fondo de la agitación política y social que marcaron los Habsburgo y las dos guerras mundiales. Y es que, contando con que estaba exento del servicio militar por su débil constitución, todavía le perseguía el temor de ser llamado y poder morir en la guerra. Por esta razón, las obras que creó hacia el año 1900 presentan escenarios de guerra llenos de tormento, tortura, caos y asesinato. Él mismo anticipó sismográficamente las catástrofes inminentes y sondeó las fronteras entre la fantasía y la realidad. Esto fue debido a que vivió la Segunda Guerra Mundial en el aislamiento de su finca en Zwickledt. Por lo tanto, en esa etapa adoptó una postura cuidadosa y reticente hacia los nacionalsocialistas que consideraban su arte como «degenerado».

La mujer como fuerza oscura

La exposición aborda también las proyecciones de Alfred Kubin sobre la mujer que fueron moldeadas por experiencias traumáticas tempranas. A los diez años, sufrió la trágica pérdida de su madre y un año después, su padre se casó con la tía de Kubin, convirtiéndola en su madrastra. Por ello mismo, la relación que tenía con su padre empeoró desde ese momento. Al año siguiente, la hermana de la madre biológica también falleció y el padre volvió a casarse tiempo más tarde. Kubin tuvo además un trauma duradero por una agresión sexual que sufrió a manos de una mujer adulta embarazada cuando contaba con sólo once. Al mismo tiempo, a esto se le sumó el hecho de vivir la muerte de Emmy Bayer, su primer gran amor.

Teniendo en cuenta todas las vivencias que sufrió Alfred Kubin su imagen de la mujer se presenta como una amenaza. Un ser dominante que provoca miedo y que sostiene la relación entre los géneros. El artista se sirvió de la mirada masculina, habitual en el arte de finales del siglo XIX, e incrustó arquetipos femeninos en alegorías del destino, el poder, la perdición y la destrucción. Su obra refleja los roles de género según los cuales el empoderamiento de la mujer iba de la mano con el desempoderamiento del hombre. Así, representaba a los hombres como víctimas débiles, haciéndose eco de la pérdida inminente de las estructuras patriarcales de dominación. Estos solían ser agresores violentos que ilustraban la libidinosidad y la crueldad masculina. Algo que representa con motivos de tortura, violación y asesinato.

Traumas y crisis

Otro de los enfoques de Alfred Kubin se sitúa en la crisis del individuo. Lo descubre con La interpretación de los sueños de Sigmund Freud y el concepto de arquetipos de Carl Gustav Jung. Igualmente, abordó, repetidamente, las cuestiones del nacimiento, la vida y la muerte. Lo hizo porque una y otra vez se vio perturbado por visiones de su pasado que iban acompañadas de sentimientos de ansiedad, culpa e inferioridad. Por ese motivo, tanto en sus dibujos como en su conocida obra literaria La otra parte procesó estas terribles visiones y conflictos. Entre ellos se reflejaba la difícil relación con su padre que le castigaba de pequeño golpeándole y retirándole su afecto. En sus análisis de las obras de esta exposición, Annegret Hoberg, experta en Kubin, describe este estado de sujeción indefensa del artista a los poderes del destino como el “arrojo ineludible del hombre al vacío cósmico”.

En la misma línea, la exposición también pone de relieve las representaciones de Kubin de las mujeres en el momento del parto, en la exuberante naturaleza primigenia. Esto está derivado de las teorías de Johann Jakob Bachofen que reflejaba a la madre como diosa que engendra vida en la naturaleza pantanosa. Del mismo modo, plasma su interés general por los paisajes submarinos y los seres primitivos. Para finalizar, la última sala de la exposición descubre los lugares espeluznantes de una obra en la que los escenarios son desastres naturales, inundaciones y tormentas. Esto es reflejo de su mansión en Zwickledt, que durante décadas sirvió de refugio para él y su esposa Hedwig. Esta casa, según parece, tenía lugares sombríos como los que reflejó en su novela La otra parte. En realidad, aunque sus temores disminuyeron con la edad según mostró a lo largo de sus obras, nunca desaparecieron del todo.
 

DATOS DE INTERÉS DE LA EXPOSICIÓN

Título: Alfred Kubin. Confessions of a Tortured Soul
Artista: Alfred Kubin
Comisariado: Hans-Peter Wipplinger, en colaboración con August Ruhs
Lugar: Leopold Museum, Viena (Austria)
Fechas: del 16 de abril al 24 de julio de 2022
Horarios y tarifas: consultar