Pedro Navarro
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Ambientada en el verano del Mundial de Naranjito previo a la primera legislatura del PSOE, ‘El sustituto’, de Óscar Aibar, confronta la Transición española con la situación política actual

El sustituto | StyleFeelFree
Imagen de la película El sustituto | StyleFeelFree

La Transición española fue, a falta de un término mejor, una chapuza. Tampoco se podía pedir mucho más de un proceso pilotado por una mayoría franquista y un rey “ardiente”. Sin embargo, hubo un tiempo en el que muchos españoles creyeron en el cambio. El cambio, el cambio, el cambio. En 1982 no había otro tema de conversación en el territorio nacional. Perdón, miento, también se hablaba de fútbol, ¡y mucho! Y es que ese fue el año del Mundial, el de Naranjito. Se trataba, además, del primer gran acontecimiento organizado en el país desde el restablecimiento de la democracia. Ese otoño habría elecciones y todo el mundo esperaba, tal y como ocurrió, que el PSOE cantase victoria. En este contexto, el del verano bisagra del 82, tiene lugar la trama principal de El sustituto, la última película de Óscar Aibar.

La cinta, de voluntad claramente política, revisa esta época de la tan mal llevada Transición desde un thriller policíaco. En el rol protagonístico está Ricardo Gómez, a quien ya había dirigido el realizador catalán en la eterna Cuéntame cómo pasó. Eso sí, Carlitos vuelve a los 80 con un papel mucho más adulto, el de un padre y policía con un alcoholismo en ciernes. Su personaje es el de un investigador que acaba de ser trasladado del Madrid quinqui a una supuestamente plácida Costa Blanca. Sin embargo, donde espera encontrar tranquilidad se topa con un puñado de alemanes jubilados que son, en realidad, nazis encubiertos y fugados de la justicia.

Basándose en acontecimientos reales, con esta película Aibar pone sobre la mesa cómo muchos de los de Hitler huyeron de sus crímenes refugiándose en España. De hecho, el beneplácito del régimen y las autoridades locales les permitió disfrutar de la costa del levante hasta bien entrados los 80. Una realidad que en la película se confronta, a través de una trama en el presente, con el clima actual de polarización política. “No sé muy bien qué ha cambiado”, comenta un personaje en esta. Lo cierto es que, por mucho que se esperase una transformación, esta fue más bien tímida. Además, si hacemos memoria, ni siquiera los gobiernos del PSOE se molestaron en atender las solicitudes para extraditar a estos líderes nazis.

En El sustituto, “¡Por España!”, ese lema que ahora satiriza Samantha Hudson en la banda sonora de ¡Corten!, es algo más que un saludo común. Y es que, en esa línea narrativa del presente, el departamento de arte lo coloca como lema de un partido político. Una formación a la que dan otro nombre, pero una combinación de colores de sobra reconocible: un verde acompañado de la rojigualda. Deja así el mensaje, tal vez demasiado evidente, de que los malos de antes son los mismos de ahora. Las mismas caras, pero con distintos nombres.
 

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