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Habitando el caos, el artista Arthur Jafa compone una obra que cuestiona las vicisitudes de la negritud, en un engranaje de opuestos que tiene especial relevancia en ‘Love Is The Message, The Message Is Death’
Hace cinco años, Arthur Jafa (Misisipi, EEUU. 1960) lanzó al mundo Love Is The Message, The Message Is Death (2016) y la escena artística enloqueció. No era un trabajo especialmente novedoso, pero muchos pensaron que condensaba la idea de negritud. Desde que el movimiento Black Lives Matter explotara, se privilegió el concepto de blackness para explicar la experiencia negra. Sin embargo, para Jafa es un término muy complejo porque según afirma “no es una plataforma o programa político legible, ni tiene una agenda coherente”. No obstante, su modo de pensar se evidencia especialmente en la obra mencionada. Aquí contemplamos un caleidoscopio de iconografías de la América negra. Son un maremágnum de clips entremezclados. Brutalidad policial con resistencia y movimiento por los derechos civiles. Intimidad, comunidad y solidaridad. Pero también videos caseros que muestran a personas cantando, bailando, perreando, e incluso algunos momentos íntimos que el artista comparte con los espectadores.
Energía solar
Por otra parte, en Love Is The Message asistimos a un desfile de personalidades afroamericanas. Jimi Hendrix, Barack Obama, Beyoncé Knowles, Malcolm X, Aretha Franklin, Serena Williams, Miles Davis, Floyd Mayweather, LeBron James o Lauryn Hill, entre otros. Representan la energía del sol. Son como fogonazos de luz en un mundo que sigue haciendo distinciones entre pobre y rico o entre hombre y mujer. Así como entre blanco y negro. ¿Pero cómo se define un género si obviamos la biología? ¿Cómo se reconoce la riqueza material si obviamos la opulencia que otorga? ¿Cómo se percibe una raza si obviamos el color de la piel? Y en todo caso, ¿qué relevancia tiene un color de piel si es meramente una cualidad física? Esta última pregunta es clave en la producción de Jafa y por afinidad, obliga a reflexionar también en las anteriores.
Todas las celebridades que aparecen en su obra más conocida, a la que Jafa, irónicamente, llama el Purple Rain de Prince, son explosiones de gran fuerza vital. Es por eso que en este vídeo, de siete minutos y medio de duración, se recurra a la imagen del sol repetidamente. Esto, según Mathias Ussing revela en el catálogo publicado con motivo de la exposición MAGNUMB sobre la figura de Arthur Jafa en el Museo Louisiana de Dinamarca, es lo que da unidad a todo el metraje. “Realza la sensación de que todo lo que estamos viendo, todas las imágenes con las que nos bombardean, son una sola historia”, explica el comisario de la muestra en el Louisiana. Y aclara que “el sol se muestra como un gran todo resplandeciente, un campo de fuerza del que surgen explosiones como manifestaciones pequeñas y brillantes”.
En Jafa se establece una obsesión por engarzar dinámicas de opuestos que, en definitiva, hablan de la vida; y por tanto, de lo humano. Las cosas suceden. En todo ello hay procesos vitales. Como el sol saliendo y poniéndose. De superación y supervivencia. Ante el dolor y la tragedia, la creatividad encuentra una salida que contemplamos en las llamaradas solares. Es una expresión de la existencia reclamando un lugar donde ser y hacer, saboteando la muerte. A pesar de ello, no hay, como tal, ni activismo ni sentimentalismo. En todo caso, se observa solidaridad entre aquellos que se encuentran en las mismas condiciones. Por su color de piel, por su estatus, porque el dolor busca una salida. Y el único analgésico es el amor que demanda un espacio donde expresarse. Y surge el jazz, el blues, el soul, el góspel, el hip hop. En la América de la esclavitud.
Definiendo la negritud
El corpus creativo de Arthur Jafa, en el que no solo podemos apreciar la obra que ahora se expone en museos, sino también su trabajo en videos musicales comerciales o su colaboración con cineastas como Spike Lee, requiere habitar el caos. Porque en él los conceptos solo pueden tener una definición precisa, en un contexto determinado que se ajusta a unas circunstancias particulares. A este respecto, ¿se puede extrapolar la idea de negritud fuera de los Estados Unidos? ¿De qué manera? ¿Transitando qué praxis? Para Jafa “el negro es una formación ontológica. Tiene que ver con una serie de factores, algunos de los cuales son la presencia de cosas, como el comportamiento o la estructura anti-negros, pero también la ausencia de otras. He pensado que los africanos no pueden ser negros porque saben de dónde vienen”. Al respecto considera que “puede que los africanos sean negros, pero no necesariamente”. Porque al fin y al cabo, como reflexiona el artista, la negritud tiene relación con los términos de la esclavitud, tanto constitutivos como existenciales.
Hay que tener en cuenta que la negritud para Jafa tiene que ver con el desarraigo. Tiene que ver con la exclusión. Incluso con un trayecto personal que dibuja un mapa que se inclina hacia una condición u otra. Negro o blanco. “Una vez que estás encaminado hacia una categoría, ni siquiera se trata de con quién te identificas, sino quién ha desarrollado ciertas estrategias para sobrevivir en ese espacio en el que te ves obligado a estar”. Esas estrategias son las que conforman su tesis del amor y de la belleza, en el horror y el caos de la vida. Son también las que permiten sobrevivir, cuando todo estaba abocado a la exclusión y la ignominia, cuando no a la muerte. Una muerte real que en palabras de Saidiya Hartman “es parte de la existencia social de los negros”, como exploró la exposición Grief and Grievance: Art and Mourning in America que se pudo ver en el New Museum recientemente.
Bella y bestia
La relación entre la belleza y el horror es un tema clave en Arthur Jafa. Esta cuestión supone un vínculo muy estrecho entre la cultura afroamericana y la esclavitud, la desigualdad y la violencia. Por eso tampoco hay “un punto de vista blanco/negro en su cosmovisión que opera dentro de un campo ambiguo donde la complejidad en sí es algo que debemos entender y aceptar”, estima el comisario de MAGNUMB. De esta manera, no es de extrañar que en su repertorio artístico, más allá de Love Is The Message, Jafa aspire a retratar conjuntamente lo magnífico y lo miserable. Sus obras pueden ser resplandecientes, pero en ellas se dejan entrever la opresión y el abuso de poder. Las declaraciones del artista al respecto son muy relevantes. “Siento que la cultura negra está indisolublemente ligada al horror. No significa que sea todo lo que hay; si eso fuera todo, significaría que no podríamos vivir. También hay alegría y belleza, que son los componentes de cualquier vida”.
No obstante, si los afroamericanos en EEUU pueden prosperar, especialmente, en ciertas áreas ligadas a la música y el deporte, más que en cualquier otra parte del mundo, ¿cuál es el precio que tienen que pagar? ¿Su cultura por una supuesta vida mejor que alimenta un sistema anti-negro? Son preguntas complejas a las que hace referencia la escritora M. NourbeSe Philip cuando denuncia que “en los Estados Unidos, los afroamericanos pueden adquirir cierto grado de riqueza, fama y éxito. Esto a pesar de que en el otro extremo de este eje diabólico de opulencia y privación, esos mismos negros son desatendidos, explotados, encarcelados y asesinados con impunidad”. Son asuntos que continuamente se derivan de la obra de Arthur Jafa. Por su condición de afroamericano en un mercado de arte blanco que le ha suscitado también el recelo de otros colegas como Faith Icecold. Y porque su obra busca dar respuesta a un mundo complejo en el que la idea de contemporáneo no puede esquivar la dialéctica entre bella y bestia. Puesto que acapara todas las problemáticas y lógicas de la sociedad actual.