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La exposición ‘Grief and Grievance: Art and Mourning in America’, que acoge el New Museum, indaga en el continuo dolor por la injusticia racial en Estados Unidos
En 1863 se abolió la esclavitud en EEUU. Tras la esclavitud tuvo lugar un periodo conocido como la Reconstrucción y después, otro de gran violencia generalizada contra los negros. Algo similar a lo que ocurrió con el mandato de Obama. Cuando a partir de 2009 el mundo miraba a EEUU asombrado porque parecía haber alcanzado el sueño de la igualdad, fue cuando, sorprendentemente, más enajenación sufrió el país. Según constata la politóloga Juliet Hooker, a propósito de la exposición Grief and Grievance: Art and Mourning in America que tiene lugar en el New Museum, “hay pruebas sustanciales de un resurgimiento del racismo a la antigua usanza durante la presidencia de Obama”. Explica, además, que “esto no debería haber sido sorprendente, ya que históricamente, el progreso hacia la igualdad racial en los Estados Unidos ha sido seguido por eras de reducción y reconsolidación de la supremacía blanca”.
Este es el punto de partida de la gran muestra que acoge el New Museum para visibilizar el dolor y el agravio a las comunidades afroamericanas y latinas en los EEUU. Un recorrido, además, que ha acabado por ser un homenaje a Okwui Enwezor, a quien se le encargó la gran tarea de hacer una exposición a modo de duelo, falleciendo en 2019 antes de poder verla acabada. Es un duelo por las vidas no blancas, por la violencia de la ley y por el desamparo. Puesto que, como considera Judith Butler, en el catálogo de este proyecto, “no se trata solo de que las pérdidas deben ser lloradas, sino que el duelo debe afirmar el valor de la vida, avanzando hacia un nuevo ideal de justicia”.
El germen de la violencia: afrontar la pérdida de soberanía
El itinerario propuesto indaga, en paralelo a este agravio, en las crisis económicas y de la democracia que lo incentivan. Por un lado, como expone Juliet Hooker “muchos blancos estadounidenses han atribuido sus perspectivas económicas en declive a la competencia de los trabajadores no blancos, especialmente los migrantes”. Sin embargo, según apunta “los latinos y los afroamericanos también sufrieron de manera desproporcionada el peso de las pérdidas económicas de la crisis financiera de 2008 y la recesión que siguió”. Incluso más. En pleno postfordismo “los cambios estructurales económicos que ahora están limitando las perspectivas de los blancos de clase media y trabajadora, comenzaron a afectar a los afroamericanos en la década de 1970”.
En realidad, la creciente desigualdad económica, que comenzó a ser visible desde principios del siglo XXI, marcando unas diferencias inalcanzables entre el 1 por ciento de la población y el resto, es el origen de un conflicto proclive a los imaginarios nacionalistas. Por eso, más allá de estas pérdidas materiales y oportunidades económicas, el foco de la crisis se encuentra, no obstante, en una pérdida de soberanía. Este sentimiento de soberanía frustrada es lo que Danielle S. Allen reconoce que debe majearse para que la política democrática perdure. Es decir, existe la paradoja de que a todos los ciudadanos se les ha prometido la soberanía. Sin embargo, en pocas ocasiones la sienten. Y este es, como asegura Hooker, citando a Allen, el gran drama de la vida en democracia. “Los ciudadanos democráticos están, por definición, empoderados solo para perder el poder”.
Pero en lugar de desafiar al gobierno de la élite que es el que está incentivando una desigualdad prácticamente impensable en el siglo XX —aunque muy predecible—, los ciudadanos han preferido posicionarse de parte de las élites y creer sus fábulas envueltas en confabulaciones. Hemos optado por entrar en una guerra entre iguales, desposeídos de nuestros derechos y abducidos por un sistema del consumo que nos devora. En lugar de buscar soluciones juntos, nos culpabilizamos los unos a los otros por haber caído en una trampa cada vez más peligrosa.
Black Lives Matter: duelo nacional por los negros muertos
Visto lo visto, no es sorprendente que la época de los diez, hasta la proclamación de Trump, no alterase » las desproporcionadas tasas de encarcelamiento masivo de negros y latinos, así como las disparidades de ingresos y riqueza entre blancos y no blancos, exacerbadas por la crisis financiera de 2008”, explica Hooker. Algo que constata el documental Enmienda XIII (13 th) de Ava DuVernay. Es un periodo en el que resurge el nacionalismo blanco que conviviría, por contra, con un movimiento de protesta negro muy enérgico. Black Lives Matter surge con un único propósito. Identificar la condición de duelo negro como un asunto de emergencia nacional.
En el 2013 emerge el movimiento Black Lives Matter. Es una respuesta a la absolución de George Zimmerman por el asesinato del adolescente Trayvon Martin. Fundado por las activistas Alicia Garza, Patrisse Cullors y Opal Tometi, “comenzó con la premisa de que las incomensurables experiencias de racismo sistémico crean un campo de juego desigual”, aclara Claudia Rankine. Desde entonces, se identificó el estado de duelo negro como una necesidad. Mantener el duelo, “porque las vidas negras existen en un estado de precariedad”, determina Rankine. Y prosigue, “el duelo conlleva tanto la vulnerabilidad inherente a las vidas de los negros, como la inestabilidad con respecto al futuro de esas vidas”. Hubo otros movimientos que ensalzaron el poder negro. Pero a diferencia de aquellos, que intentaron luchar o segregarse para la autopreservación, Black Lives Matter “se alinea con los muertos, continúa el luto y rechaza el olvido frente a todos nosotros”.
La exposición: pensar en el trauma colectivo de las poblaciones no negras
Aunque la exposición Grief and Grievance: Art and Mourning in America que Okwui Enwezor planeaba tenía la intención de inaugurarse antes de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020, finalmente no vio la luz verde hasta hace pocos días. No obstante, el empeño de gran parte de los sectores artísticos de EEUU de relegar a Trump ha dado sus frutos. Finalmente, como sabemos, la victoria fue para el demócrata Joe Biden. Por otra parte, con la pandemia por el COVID-19, muchos proyectos como este han visto postergadas sus iniciativas. Ahora, que ya es accesible al público, se manifiesta como uno de las propuestas más personales y políticas de Enwezor. Muy significativa para ver que todas las fisuras abiertas en la sociedad estadounidense tienen profundas raíces históricas y reflejan el trauma colectivo. Generación a generación.
Grief and Grievance: Art and Mourning in America es dolorosamente rotunda en su tesis. Puesto que ahonda en el sufrimiento de las comunidades afroamericanas y latinas de piel morena en EEUU. Concebida tras el creciente número de asesinatos de gente negra, en todo el país, a manos de la policía, busca causas y edifica argumentos. Al respecto, Judith Butler es contundente al afirmar que “los esquemas dominantes que valoran la vida blanca, donde la blancura funciona como el presunto elenco del humano ejemplar, hacen que las personas de color no solo sean menos humanas (y desiguales) sino menos vivas (y por lo tanto ya participan en una forma de muerte social)”. No obstante, en la práctica, esta propuesta resulta ser un fidedigno trazado por el arte afroamericano contemporáneo. Partiendo de enfoques interdisciplinarios que incluyen desde cine documental y experimental, fotografía, performance y compromiso social; hasta pintura, dibujo y escultura.
Los artistas: una generación de generaciones
La exposición contempla diversos ejemplos de artistas que exploran la historia estadounidense. Desde el movimiento de derechos civiles de la década de 1960, hasta temas de violencia policial en los años noventa, así como en la actualidad. Estas obras atienden a lo que Saidiya Hartman, en el catálogo de la muestra, interpreta como “la otra vida de la esclavitud”. De hecho, muchos de los artistas participantes reflexionan sobre la intersección de la memoria histórica y las realidades sociales y políticas del presente. Abiertamente intergeneracional, en este recorrido encontramos a figuras de la talla de Terry Adkins, Jean-Michel Basquiat, Dawoud Bey, Arthur Jafa, Kara Walker, Kerry James Marshall, Henry Taylor o Jack Whitten, conviviendo con creadores más jóvenes como Garrett Bradley, Kevin Beasley, Julia Phillips, Kahlil Joseph, Diamond Stingily o Sable Elyse Smith.
Planteada a través de tres piedras angulares que vinculan la experiencia del duelo con momentos de acción política y compromiso a lo largo de la historia de Estados Unidos, Grief and Grievance abarca los tres pisos principales del New Museum, junto con espacios públicos y la galería Lobby. De esta manera, la presencia de la performance y la música como espacios para el duelo y el recuerdo de la comunidad, también tienen cabida. En esta línea figuran artistas como Rashid Johnson, Okwui Okpokwasili y Tyshawn Sorey. Desde otra perspectiva, la abstracción se usa como estrategia para enfrentar o mediar momentos de violencia histórica o agitación social. Así lo plantean Mark Bradford, Ellen Gallagher, Jennie C. Jones y Julie Mehretu. Otro aspecto importante es la inclusión de la obra A Small Band, de Glenn Ligon, que Enwezor había encargado para la Bienal de Venecia en 2015.
Título: Grief and Grievance: Art and Mourning in America
Artistas: Terry Adkins, Jean-Michel Basquiat, Kevin Beasley, Dawoud Bey, Mark Bradford, Garrett Bradley, Melvin Edwards, LaToya Ruby Frazier, Charles Gaines, Ellen Gallagher, Theaster Gates, Arthur Jafa, Daniel LaRue Johnson, Rashid Johnson, Jennie C. Jones, Kahlil Joseph, Deana Lawson, Simone Leigh, Glenn Ligon, Kerry James Marshall, Tiona Nekkia McClodden, Julie Mehretu, Okwui Okpokwasili, Adam Pendleton, Julia Phillips, Howardena Pindell, Cameron Rowland, Lorna Simpson, Sable Elyse Smith, Tyshawn Sorey, Diamond Stingily, Henry Taylor, Hank Willis Thomas, Kara Walker, Nari Ward, Carrie Mae Weems, y Jack Whitten
Comisariado: Okwui Enwezor
Lugar: New Museum, Nueva York
Fechas: del 17 de febrero al 06 de junio de 2021
Horarios y tarifas: consultar