Viagra Boys traen altas dosis de punk cortado con jazz y country en ‘Welfare Jazz’ 

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Directamente desde Estocolmo, Viagra Boys dan la bienvenida al 2021 con ‘Welfare Jazz’, su segundo disco

«Nuestra fórmula es simple y honesta. Sincera y demente a partes iguales». Así es como la formación sueca Viagra Boys anunciaban, vía Twitter, el lanzamiento de su nuevo álbum el pasado 8 de enero. Se trata de Welfare Jazz, cuarenta cortos minutos que parten de una base puramente post-punk como a las que ya nos tenían bien acostumbrados. En cualquier caso, no se tardan en sumar los toques electrónicos a golpe de sintetizador. Y por supuesto, en forma de instrumentos de viento, una serie de ritmos que hacen honor al título del disco. Una producción cargada de letras agridulces con la que el grupo encuentra su equilibrio personal entre el absurdo y la cordura.

La enérgica pista inicial promete puro estilo Viagra Boys, pero Sebastian Murphy y los suyos no tardan en demostrar que no es exactamente el caso. Tras el acorde final de Ain’t Nice —que por otra parte funciona genial como tema de arranque— se hace el silencio. Apenas dos segundos después, empieza a sonar un solo de saxofón. Es Cold Play, que si bien dura medio minuto y es únicamente instrumental, se alza como la verdadera canción de presentación. Este giro repentino del punk más descarado al jazz es tan solo la primera de las sorpresas que alberga el álbum. Los dos interludios a spoken-word, This Old Dog y Best in Show II, construyen una continuidad dentro del propio disco, pero también fuera. Conectan así con Best in Show, canción del primer LP, y con Secret Canine Agent en lo temático, pues todas hablan sobre perros.

Wellfare Jazz se siente definitivamente como un paso hacia delante para la banda. Todo lo que demostraron en su debut Street Worms, termina de coger forma en este lanzamiento. Es una expansión de sus horizontes más allá del punk frenético y no se percibe como una acción forzada con tal de sofisticar su sonido. De hecho, ambos discos se complementan de forma mucho más literal de la que pueda parecer tras una primera y aislada escucha. Además, el country se revela como otro componente importante en las dos últimas canciones. To the Country y In Spite of Ourselves, una versión del cantautor John Prine, cierran con un tono más reflexivo y calmado esta amalgama estilística.