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Con la creación del Partido Revolucionario Doméstico, la artista Bobby Baker, en La Casa Encendida, amplifica los debates del feminismo
Madre, esposa, trabajadora a tiempo completo, empleada del hogar, artista… Bobby Baker (1950. Kent, Reino Unido) ha lidiado con distintos roles a lo largo de su vida y esto lo ha convertido en la seña de identidad de su manifiesto artístico. Ahora, junto a La Casa Encendida, la exposición Tarros de chutney, comisariada por Clara Zarza, se convierte en un dispositivo que visibiliza la experiencia cotidiana, en una muestra que reflexiona sobre la construcción y el valor político de los distintos roles de las mujeres y sus labores en el marco íntimo de la casa, desde su conocimiento personal. Un recorrido inédito hasta el momento en España, que atraviesa más de 40 años de trayectoria, poniendo especial énfasis en sus series de dibujos, así como sus divertidas performances que con un tono distendido, hacen hincapié en asuntos invisibilizados por una sociedad que prima lo meramente productivo, el valor mercantil.
Lo primero que impacta en esta exhibición es el mural Epic Domestic, una obra que Baker ha producido para La Casa Encendida y que sigue en proceso de realización, ya que pretende continuar desarrollando la idea que la originó. La artista propone la configuración de un Partido Político Doméstico Revolucionario para el siglo XXI que acometa acciones que sirvan para reclamar el valor del trabajo en el hogar. Ella, obviamente, es la líder de este movimiento, con aires festivos, que pretende dar voz a quienes hasta este momento no la tenían. Al trabajo doméstico siempre se le ha atribuido “un sentido peyorativo, trágico, mínimo”, explica al respecto. Con el fin de subvertir esto, ya ha realizado el primer póster que puede llevarse cualquier visitante que vaya a ver la muestra. “Los partidos revolucionarios necesitan propaganda, necesitan carteles, grandes cuadros que inspiren a las personas”, manifiesta.
Dibujando y coleccionando experiencia
Continuando la visita, sus series de dibujos, como Timed Drawings y Diary Drawings, amplifican muchos de los problemas derivados, por un lado, de la complejidad que esconde la experiencia doméstica y cotidiana; y por otro, de sus escollos vitales, como el hecho de tener que hacer frente al cáncer o a los trastornos mentales que experimentó, mientras lidiaba con sus diversos roles. De esta forma, en Timed Drawings, a través de dibujos fechados y cronometrados que revelan la falta de tiempo y la imposibilidad de mantener una regularidad en la dedicación a la práctica artística, Bobby Baker articula sus quehaceres diarios como madre y ama de casa.
Estos dibujos ya revelan una gran disciplina. Día tras día, mientras transcurrió esta serie, realizó un dibujo al que podía dedicarle entre dos y quince minutos, como máximo. Ello permite hacer una lectura de su incapacidad de retener o expandir el tiempo. Igualmente, le siguen otras interpretaciones, que se amplifican en los detalles menores. La artista habla aquí, de cosas tan simples, y al mismo tiempo, tan ignoradas, como el orgullo y placer que encuentra en el trabajo doméstico. Y en contraposición, del agotamiento, el desamparo y la falta de reconocimiento de estas labores, no necesariamente tan rutinarias.
Por otra parte, estas obras, también podrían interpretarse como una forma de coleccionar, de crear una colección propia, sirviéndose de sus recursos capitales y provocando, al mismo tiempo, el instante precioso, para uno mismo, entre las obligaciones que exige lo cotidiano y los vínculos emocionales. De ahí que el título, además, haga referencia a esta misma idea. Tarros de Chutney “está inspirado en mi pasión por elaborar conservas caseras y de algún modo, estos tarros son para mí como objetos preciosos”, aclara la artista que atribuye a la comisaria el epígrafe. Una pasión que conecta, en un lazo invisible, con muchas mujeres dedicadas al hogar que con gran dosis de creatividad elaboran sus recetas, lo cual me lleva a recordar al personaje femenino de la película Asuntos de familia de Maha Haj, una mujer que seguía preparando tarros y tarros de conserva, a pesar de que sus hijos ya se habían independizado y solo vivía con su marido jubilado, al que había dejado de hablarle, en una señal clara de agotamiento, por tener que perpetuar el rol de esposa sumisa, sin aparentemente, valía alguna, incluso, para su entorno más cercano.
Lo performático. Entre la arrogancia de Pollock y el humor monologado
Performance Drawing on a (Grand) Mother’s Experience, 2015 de © Bobby Baker | Foto: © Belinda Lawley | StyleFeelFree
Pero si hay un punto fuerte en la trayectoria artística de Bobby Baker es sin duda el que acapara lo performático, que se inscribe en el contexto histórico de las décadas de 1970 y 1980, marcadas por el pensamiento estructuralista, con su análisis del papel de la cultura en la construcción del individuo, y el pensamiento feminista reclamando lo personal como político. Como ejemplo, Drawing on a Mother’s Experience, actualizado como Drawing on a (Grand) Mother’s Experience en su paso de la experiencia de ser madre a la de ser abuela. Esta performance, que pudo verse en La Casa Encendida, el mismo día que se inauguraba la exposición, es un hito en su carrera. En ella Baker se transforma en una especie de Pollock, pero al mismo tiempo, fusiona la arrogancia masculina de su gesto, con la naturalidad de contar lo anecdótico, que eleva a otro nivel. Más propio de humoristas como Ellen DeGeneres, esta técnica oratoria le sirve de iniciativa para el debate.
Las preguntas que están en el aire son bastante obvias, pero no parece que nadie se atreva a formularlas porque a su alrededor se revuelven temas muy delicados que han acabado por tomar el camino más fácil y rentable, convirtiéndose en cebo para el mercado liberal más agresivo. Aun así, ahí van algunas de ellas. ¿Por qué en los programas políticos (y feministas) los quehaceres domésticos han sido siempre tan ignorados? ¿Por qué hasta hace poco el Día Internacional De La Mujer era solo conocido como el Día De La Mujer Trabajadora, haciendo una clara alusión al trabajo remunerado, fuera del hogar, que pasaba de ser reclamado como derecho para la libertad, a convertirse en una obligación? ¿Qué mujeres no trabajan, cuando es casi imposible escaparse del trabajo [insisto, remunerado o no] o por el contrario, del ocio que alimenta la economía hipercapitalista en la que nos encontramos? ¿En un sistema que anula al que no produce, quién protege al que realiza trabajos que no están asociados a un valor mercantil, y que sin embargo permiten el bienestar, la riqueza de otros; o bien, la mejoría de la propia maquinaria social? ¿No son los Estados los que tendrían que velar por la libertad y los derechos, y no exigirnos su conquista, con engañosos arreglos que nos llevan a una espiral de hipertrofia de nuestras capacidades, voluntades y deseos?
En este caso, en lugar de pintura, en Drawing on a Mother’s Experience es comida lo que Baker arroja como material artístico sobre un lienzo que estira cuidadosamente. Comida, que acaba escupiendo como una forma, probablemente, de provocar otro gesto, esta vez marxista. Son muchos los derroteros de su práctica. No obstante, jugando nuevamente a su rol de ama de casa con su impoluta bata blanca e incluso considerando el nombre masculino de Bobby, que usa para autorepresentarse en un debate abierto de género que vuelve a poner diversas cuestiones sobre la mesa, deja a merced del espectador la posibilidad de juzgarla. Sobre esta consideración, también hay otro aspecto interesante que es la forma en cómo interactúa con el público en sus performances, sin ocultar cierta vulnerabilidad, o incluso provocándola, lo cual permite insistir en cómo se ve y se presenta o representa la mujer, en muchas ocasiones, en los espacios públicos; cuando no es capaz de dejar a un lado todas las convenciones ligadas al género, que provienen de una educación sesgada, o de los estereotipos atribuidos a su figura. Estas decisiones, en sí, ya dicen mucho sobre como las periferias de su producción, son más significativas que sus puestas en escena o derivas estéticas. Por eso mismo, es evidente que enmarcarla dentro de un arte estrictamente femenino o excéntrico, como ella misma recalca, no deja de ser simplista y equivocado, cuando lo que prevalece es la ironía que, bien entendida, barre cualquier atributo que se le aplique.
El presente del dibujo
En realidad con Bobby Baker como abanderada, los circuitos artísticos llevan un tiempo dándose cuenta de la relevancia que tiene lo ordinario y lo personal; lo subjetivo y lo íntimo. Así como el dibujo de cariz autobiográfico, hasta hace poco relegado por la pintura. El caso de la obra de la artista Anne-Marie Schneider que se mostró hace poco más de dos años en el Museo Reina Sofía es significativo. Pero hay muchos otros artistas jóvenes que están empezando a usar el medio, y que lo reivindican en una impostura que desafía la postura de lo falsamente íntimo, en las redes sociales. Tal es el caso del uruguayo Marcelo Viquez, representado por la galería Herrero de Tejada, que recientemente mostraba su trabajo con el dibujo, con motivo de JUSTMAD. O sin ir más lejos, Marcel Dzama al que la misma Casa Encendida, hace poco más de un año, dedicó una exposición que volvía a poner de relieve el valor del dibujo y sus múltiples significaciones. Dos claros ejemplos, entre muchos otros, que dejan por sentado que el dibujo de cariz personal o reivindicativo [excéntrico, si se quiere] no tiene por qué estar ligado específicamente a lo femenino; aunque bien visto, sí a un feminismo, sin banderas ni géneros, que pueda recuperar el alcance de un presente que precisa abrazar esta revolución de lo doméstico, de lo no-mercantil, de lo fraternal, de la vida haciéndose, con humanidad. Y en esto, los Estados tienen un papel importante. Ahora que empezamos un enérgico período de campañas políticas en España, los partidos progresistas deberían plantearse hablar de los tabúes, sin tergiversar las ideas. Hablar del hogar no significa volver a los tiempos en que la mujer estaba obligada a quedarse en él, sin ningún tipo de compensación. Significa, por el contrario, entender que lo no-mercantil también tiene un valor, y como tal debe reconocerse, para otorgar libertad a los que están condenados al ostracismo.
La artista Bobby Baker posando delante de su mural Epic Domestic en la exposición Tarros de chutney en La Casa Encendida | Foto: © Yolanda G. Alonso | StyleFeelFree
Vista general de la exposición Tarros de chutney de la artista Bobby Baker en La Casa Encendida | Foto: © Yolanda G. Alonso | StyleFeelFree
Título: Tarros de chutney
Artista: Bobby Baker
Comisariado: Clara Zarza
Lugar: La Casa Encendida (Salas A)
Fechas: del 22 de febrero al 21 de abril de 2019
Horario: de 10.00 a 21.45h
Actividades: Performance Drawing on a (Grand) Mother’s Experience (finalizado el 22 de febrero)
Precio [entrada a exposición]: entrada libre hasta completar aforo