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La exposición ‘De Chagall a Malévich: el arte en revolución’ que propone la Fundación Mapfre muestra a un nutrido número de artistas que desafiaron su presente
En un extremo, Marc Chagall (1887, Bielorrusia – 1985, Francia)-; al otro, Kazimir Malévich (1879, Ucrania – 1935, San Petersburgo). Y gravitando alrededor de estas grandes figuras, cerca de una treintena de artistas más dilucidan el escenario artístico que tuvo lugar ente 1905 y 1930, en Rusia, con la exposición De Chagall a Malévich: el arte en revolución, que la Fundación Mapfre ofrece en su sala de Recoletos. Entre estos artistas se encuentran además nombres tan reconocidos como Vasili Kandinski, Alexandr Ródchenko, Vladímir Tatlin o El Litsitski que entablan un diálogo con otros artistas menos sonados que renuevan el itinerario. Tal es el caso de los hermanos Xenia y Borís Ender, alumnos de la escuela creada por Mijaíl Matiushin; Vladímir Daránov-Rossiné y Pável Filónov, reavivando los circuitos hasta ahora establecidos en los centros de arte; o los numerosos nombres femeninos que dan una perspectiva más equilibrada y realista a estos movimientos que propiciaron la revolución social con una resuelta revolución artística. Encontramos así obras de Natalia Goncharova, Nadiezhda Udatsova, Alexandra Exter, Olga Rózanova o Liubov Popova, entre otras mujeres que estaban en la misma línea de fuego que sus compañeros creadores del nuevo mundo.
Chagall «refractario a cualquier idea preconcebida, está volcado desde siempre en la poesía y la cultura popular rusa, sin por ello olvidar la tradición cultural judía. Es un creador atípico que aborda la pintura desde el asombro, incorporando lo maravilloso a lo cotidiano», explica el comisario de la muestra, Jean-Louis Prat. Con respecto a Malévich, según puntualiza el historiador Jean-Claude Marcadé en el catálogo de la exposición, «nunca incorporó a sus composiciones elementos dispersos de procedencia ajena; siempre recreó sus influencias en imágenes a las que sería muy difícil atribuir modelos concretos». Con estas apreciaciones sería oportuno reconocer que la exposición que nos ocupa busca no solo trazar puentes entre las numerosas corrientes que tuvieron lugar en este periodo (neoprimitivismo, cubofuturismo, rayonismo, suprematismo, analitismo u organicismo), sino dibujar un mapa de evolución muy evidente si atendemos a lo que preconizan Chagall y Malévich, cada uno por su lado, antes de que toda vanguardia fuese considerada, por la comitiva estalinista, arte degenerado. En este sentido, la apreciación de Nadia Arroyo, directora de cultura de la Fundación Mapfre, apunta a un objetivo, «nos hemos centrado en el estatuto de la pintura por ver su estatus cuando se está fraguando su muerte». Una muerte que se entiende anunciada por Malévich ya en 1915 con su cuadrángulo o Cuadrado negro. Cuando en los años treinta el artista retoma la figuración, parece avanzar el final de la utopía, aquella que nos hace contemplar la célebre obra El paseo (1917), de un Chagall mágico, con otros ojos.
No obstante, hay que tener en cuenta que la revolución social, antes de fraguarse en las calles, fue adelantada por el grupo de artistas a los que ahora Mapfre dedica esta muestra. Estos, aunque estaban influenciados por las vanguardias que venían de París, consiguieron ofrecer múltiples puntos de vista, a veces colisionando entre sí, de un presente que soñaba con un futuro de disolución de la forma, de construcción de nuevos moldes, de experimentación consagrada a eliminar fronteras y jerarquías. Algunas de las propuestas, sin embargo, se quedaron a medio camino. Así ocurrió con El Monumento a la III Internacional de Tatlin que soñaba con alcanzar en altura a la Torre Eiffel de París. El sueño enfrentándose al poder y en esta lucha, quedando limitado a un compartimento estanco. Esta poderosa pugna es lo que hace tan atractivos estos movimientos. De hecho en los últimos años la cuestión de las vanguardias rusas ha sido muy recurrente, constatándose además como inagotable. Recientemente, sin ir más lejos, tuvimos ocasión de ver una muestra en el Museo Reina Sofía que partiendo del dadaísmo, exploraba algunas de estas corrientes vanguardistas. Un poco más atrás, fue la Tate Modern la que centrándose en Malévich las recorrió. La razón de este interés es que hasta entonces el arte nunca antes había logrado su fin último. Mirar el mundo no como es, sino como debería de ser; no para tratar de cambiarlo, sino para de hecho, cambiarlo; si bien finalmente el poder acabó por apropiarse de las buenas intenciones de los artistas, para luego traicionarlas.
El proyecto aquí presentado no solo ofrece pintura. También se pueden ver piezas escultóricas y más de una veintena de publicaciones de los diversos artistas que durante las primeras décadas del siglo XX se adelantaron a la modernidad. Con préstamos de instituciones como el Museo Estatal Ruso de San Petersburgo, el Museo Estatal de Nizhniy Novgorod o la Galería Estatal Tretiakov de Moscú, esta exposición se plantea como un paseo por una de las páginas no únicamente más influyentes, sino también más impactantes de la evolución del arte moderno, que llega hasta el momento actual, buscando resolver muchas inquietudes que pasan del terreno artístico al social y político, en el marco internacional. Todavía quedan muchas revoluciones por hacer, pero antes, es preciso examinar detenidamente cómo se fraguó, se exploró y se truncó la efervescente conspiración rusa que buscando la verdad y la libertad, acabó encontrándose con el freno del poder. El principio y el fin de la utopía rusa.
Obra: Desnudo rojo de © Chagall en la exposición De Chagall a Malévich: el arte en revolución | Foto: © StyleFeelFree
Obra: Sin título de © Xenia Ender en la exposición De Chagall a Malévich: el arte en revolución | Foto: © StyleFeelFree
Vista de sala con 3 obras de © Kazimir Malévich (de izq a dcha: Deportistas, 1930-1931; Presentimiento complejo, 1932 y Cabeza de campesino, 1930) en la exposición De Chagall a Malévich: el arte en revolución | Foto: © StyleFeelFree
Título: De Chagall a Malévich: el arte en revolución
Artistas: Kazimir Malévich, Marc Chagall, Vladímir Baránov-Rossiné, Vladímir Burliuk, Iliá Cháshnik, Borís Ender, Xenia Ender, Alexandra Exter, Pável Filónov, Natalia Goncharova, Alexéi Jawlensky, Vasili Kandinski, Iván Kliun, Piotr Konchalovski, Mijaíl Lariónov, Aristarj Lentúlov, El Lisitski, Iliá Mashkov, Mijaíl Matiushin, Liubov Popova, Jean Pougny, Alexandr Ródchenko, Olga Rózanova, Alexandr Shevchenko, Vladímir Sténberg, Varvara Stepánova, Vladímir Tatlin, Nadiezha Udaltsova, Gueorgui Yakúlov
Comisariado: Jean-Louis Prat, presidente del Comité Marc Chagall y ex director de la Fundación Marguerite y Aimé Maeght
Producción: Exposición organizada por la Fundación MAPFRE en colaboración con el Grilmaldi Forum Monaco
Lugar: Sala Fundación MAPFRE Recoletos (Paseo de Recoletos, 23, Madrid)
Fechas: del 9 de febrero de 2019 al 5 de mayo de 2019
Horarios: lunes de 14 a 20 horas / martes a sábado de 10 a 20 horas / domingos y festivos de 11 a 19 horas
Precio [entrada a exposición]: 3€ por persona (acceso gratuito a la exposición permanente Espacio Miró con la compra de la entrada / Entrada gratuita todos los lunes no festivos de 14 a 20 horas
Actividades educativas: dentro de su programa de actividades pedagógicas, Fundación MAPFRE ofrece un amplio y variado programa de actividades y visitas-taller para dar a conocer los movimientos de vanguardia rusa, sus artistas y sus ideas. La actividad se centra en el análisis y estudio de 4 o 5 piezas de la exposición. Para más información consultar aquí