Rosana G. Alonso
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En ‘El Club’ Pablo Larraín da luz a las sombras moviéndose magistralmente entre ellas por medio de colosales interpretaciones y una estética conseguida

El Club | StyleFeelFree
Fotograma de El club | StyleFeelFree

El realizador chileno Pablo Larraín llega a la gran pantalla con El club siguiendo una estela rotunda, siempre política en el trasfondo, arropada por personajes colosales en sus miserias, que se crecen siendo habituales en sus filmes. Tal es el caso de Alfredo Castro que ha colaborado con el cineasta en sus cinco largometrajes de ficción y Antonia Zegers, habitual también en buena parte de su filmografía. Ambos, junto al resto del elenco, componen una historia coral enorme en las interpretaciones, que cobra más sentido gracias a una producción brillante que se nutre de localizaciones recreadas para favorecer el fluir del reparto, en un ambiente en el que impera una narrativa apesadumbrada, fría, áspera. En los diálogos, la fotografía, la música, la carga interpretativa. Nada más efectivo para relatar una historia llena de secretos, de mentiras, de máscaras, de verdades que se gritan y hay que sepultar.

En El club —un título muy perspicaz y sinóptico— Larraín hace efectivo otro tema complejo. Estos obstáculos sorteados con éxito  en su carrera, ya le valieron una nominación al Óscar a Mejor Película Extranjera por No, en la que abordó la transición hacia la democracia en Chile. En ella se basó en un guión amparado por el clima político de entonces; colorista y fresco en las campañas políticas que dieron la victoria al No a Pinochet. Una película interesante desde el punto de vista historiográfico, pero no tan intensa en el reparto como sus anteriores proyectos. Intensidad que recupera en El club  para retratar las historias de la Iglesia no contadas. Las de los asuntos turbios manejados con discreción. Aquí se plasman en una acogedora morada, donde varios curas retirados por sus escándalos viven tranquilamente hasta que un acontecimiento perturba su estabilidad. El pasado más vil, del que no pueden escapar pero del que tampoco parecen sentirse culpables azota de improviso a estos sacerdotes como si fuese parte de la misma naturaleza tratando de ordenar el desorden, de hacer visible lo que se pretendía ocultar. El aceite y el agua no se pueden mezclar. Pero el poder siempre tiene algún apaño. Los apaños de estos poderes, en El club, al abrigo de la Iglesia, buscan la forma de ligar lo que ya fermentó. Larraín consigue lidiar con lo turbio manejándose en lo turbio con maestría. Y para ello, recurre a un ensamblaje en el que todo es sórdido, en el que el azul se vuelve un gris viscoso, una masa entre sólida y líquida que consigue hacer posible que el aceite cuaje con el agua como si fuera un milagro.
 

Tráiler de El club de Pablo Larraín | StyleFeelFree Youtube

FICHA TÉCNICA
Título original: El club
Dirección: Pablo Larraín
Guión: Guillermo Calderón, Daniel Villalobos, Pablo Larraín
Fotografía: Sergio Armstrong
Diseño de producción: Estefania Larrain
Dirección artística: Estefania Larrain
Vestuario: Estefania Larrain
Música / banda sonora: Carlos Cabezas
Montaje: Sebastián Sepúlveda
Reparto: Alfredo Castro, Roberto Farías, Antonia Zegers, Jaime Vadell, Alejandro Goic, Alejandro Sieveking, Marcelo Alonso, José Soza, Francisco Reyes
Fecha de estreno España: 9 de Octubre de 2015
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